Es una producción nacional pensada y elaborada desde varios ángulos. No solo se trata de un filme sobre las luces y sombras de una promesa deportiva sino que, también, tiene una intención moralizante. El pequeño Tito es una mezcla de Maradona y Pelé que deslumbra a grandes y chicos con sus jugadas magistrales.

Un representante brasileño ofrece un contrato tentador (que incluye apartamento frente a la rambla y otros chiches) y la vida del pre-adolescente cambia de la noche a la mañana junto a su familia.

El tema no es una ficción que surgió de la nada sino que partió de experiencias personales transcriptas por el ex – jugador Daniel Baldi, cuyo libro vendió miles de copias por el carácter cristalino que transmitían esas vivencias. El filme también recoge dicho espíritu con el propósito de ilustrar sobre el tema de los valores, la “ceguera” que produce la fama espontánea y las transformaciones que surgen por este tipo de circunstancias.

Prolijamente filmada, la película va mostrando los matices de cada personaje (un padre preocupado por la educación de su hijo, una madre que ve la oportunidad económica de su vida, una amigovia que sufre por el cambio del personaje, etc.) donde solidaridad e individualismo chocan de frente en medio de este proceso cuando el anonimato se revierte en popularidad. La vuelta de tuerca -si bien previsible- es el nudo central de la historia.

Una suerte de rebobinar el suceso porque los espejitos que te venden pueden romperse en cualquier momento y, al final, lo que realmente importa no está -necesariamente- en una cancha de fútbol. (De cara a este mundo globalizado donde las cifras astronómicas de los pases entre clubes y otras vanidosas ostentaciones suponen el comentario público de todos los días, no está mal este aterrizaje forzoso que ofrece “Mi mundial” con poética simpleza).

Mientras el largometraje pasa revista a una situación dilemática que enfrenta -por ejemplo- educación con fama, amistad versus egoísmo, solidaridad contra egocentrismo, la realización guionada y dirigida por Carlos Morelli va trazando una línea simplificada (aunque no esquemática) profunda en contenidos ricos y concretos.

(Quizás pueda reprochársele -los críticos somos seres repugnantes- que ciertas facetas inclinadas al desborde, la competitividad y el patoterismo se elaboran en base a una estigmatización del estilo “plancha” para contraponerlo a la “normalidad” del uruguayo común. Si es que existen uruguayos comunes).

Un detalla menor que no empaña la trabajosa elaboración que acompañó esta verdadera cruzada en donde la “Fundación Celeste” y el propio Diego Lugano tuvieron bastante que ver para que llegara a buen puerto.

En definitiva, es una propuesta que merece verse, sin dudas. La sugerencia va dirigida, sobre todo a esos padres/madres que llevan a sus hijos a las canchas de baby-fútbol y gritan desaforados para que le den una patada en la cabeza al rival de turno.

Ojalá que le vaya bien en un universo cinematográfico invadido por transformers y otras yerbas. Vale.

Ficha:

Dirección: Carlos Morelli - Dirección artística: Cristian Nigro - Producción: Lucía Gaviglio - Guion: Carlos Andrés Morelli - Martín Salinas
Basada en Mi Mundial, novela de Daniel Baldi
Música Hernán González - Montaje: Santiago Bednarik - Carlos Morelli - Protagonistas: Facundo Campelo - Verónica Perrotta - Candelaria Rienzi - Nestor Guzzini - Cesar Troncoso - Marcel Keoroglian - Enzo Risso - Roney Villela

País(es) - Uruguay - Argentina - Brasil
Fecha: 22 de Junio de 2017
Género: Infantil - Fútbol - Familiar
Duración: 95 min. (1h 35m) - Clasificación: ATP - Idioma(s): Español - Compañías Productora: Lucia Gaviglio Salkind - La Gota Cine