La vigilante del futuro (Ghost in the Shell”; Estados Unidos; 2016). Producción: Avi Arad y Steven Paul. Guión: Jamie Moss y Ehren Kruger. Fotografía: Jess Hall. Con Scarlett Johansonn
Para los que se quejaron, en este caso, sobre la elección de una mujer occidental interpretando a un personaje asiático sería bueno recordarles que estos temas vienen de bastante tiempo atrás en el circo de Hollywood. Baste rememorar -por ejemplo- que al Cid Campeador lo interpretó Charlton Heston, Marlon Brando fue Emiliano Zapata, el español Oscar Jaenada hizo de Cantinflas y hasta la australiana Cate Blanchet se puso en la piel de Bob Dylan. Lo de Scarlett Johansonn haciendo de nipona, entonces, sería algo así como una raya más al tigre pero quizás sea lo que menos importe.
En principio cabe aclarar que una traducción más literal del título vendría a ser algo así como el “espíritu en la caparazón” lo que, a nivel conceptual, indicaría la idea de “alma dentro de una máquina”, más o menos. Los fanáticos del tema ya saben de qué se trata pero para un lector neófito corresponde informar que el largometraje dirigido por Rupert Sanders deriva de un comic japonés (denominado “manga” en su país de origen) realizado por el dibujante Massamune Shirow y trata sobre una cyborg (que vendría ser una persona que, en su organismo, tiene componentes cibernéticos) dedicada a pelear contra los malos en un futuro relativamente próximo. Visualmente, el largometraje es un prodigio dotado de fascinaciones varias cuya estética puede rememorar pasajes de “Matrix” y “Blade Runner” en medio de una historia básica donde también pueden rastrearse nexos con “Robocop”. El tema ya tuvo una primera versión animé realizada por Mamuro Oshii, en el año 1995, que reconstruía la sugestiva atmósfera del comic, potenciado -además- el conflicto filosófico de una humanidad cada vez más robotizada en el contexto de un mundo cuasi artificial. Algo de eso también surge en la propuesta instalada por el cineasta británico aunque, según mi opinión, la forma supera posibles trascendencias de dicho contenido. (A pesar de contar con algunos lujos que la Meca se puede permitir, integrando a Juliette Binoche y Takeshi Kitano en el elenco). Es que la magia digital permite construir un mundo por donde peces publicitarios multicolores ondulan por las calles y las escenas de acción adquieren el atractivo de una detallada lentitud en cada toma. La creación de ese contexto -entonces- adquiere más vigor por el chisporroteo (en 3D, por supuesto) que el presunto mensaje pos-humano que intentaría transmitir. En otro orden de cosas, este cronista cree advertir un cambio con respecto al diseño de las heroínas en estos universos ficticios. Aquí Johansson es apenas un cerebro implantado en una estructura erotizada pero sintética mientras que a Charlize Theron le faltaba medio brazo en “Mad Max. Fury Road”, Milla Jovovich era clonada y destruida varias veces en “Resident Evil” de la misma manera que Sigourney Weaver también sufría dicha transformación en alguna de las secuelas de “Alien”. No es que se trate de “La mujer rota” de Simone de Beauvoir pero parece que cuando le damos espacio protagónico a las féminas, el cine de ciencia ficción las corta en pedacitos. (Se salvaría Kate Beckinsale en “Underworld” pero no vale porque es una mujer vampiro aunque, a veces, el sol la achicharra un poco).
DATO
Ficha técnica
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