Esta producción dirigida por Jordan Peele tiene una onda a lo Night
Shyamalan (ese tipo de suspenso raro y atípico de sus propuestas
centrales). En “¡Huye! (Get out), para este cronista, las
influencias son notorias sin desmerecer los méritos de Peele, un
actor y guionista norteamericano bastante conocido en su país por
integrar algunas series de comedia en la televisión local y un par
de películas de esas que se filman para pasar el rato.
En este
caso, el novel director se tira de lleno a un filme formateado como
thriller psicológico -o terror atípico- a partir de una historia
donde joven afrodescendiente en pareja con mujer blanca va a conocer
a la familia de su novia aunque en un contexto bastante diferente a
aquel título de “¿Sabes quién viene a cenar esta noche?” (Gues who´s
coming to dinner), con Sidney Poitier. Por el contrario, al
principio ese ambiente extraño tiene esa tónica que, si fuera una
película uruguaya, podría catalogarse de “felisbertiano” aunque el
proceso narrativo puede ir desembocando por canales más truculentos.
Tanto los diálogos como el manejo de cámara y la caracterización
de varios personajes van incomodando progresivamente al espectador a
pesar de la aparente afabilidad con que la familia recibe al moreno
sin mostrar sorpresa ni rechazo. En el armado de este contexto está
la habilidad del cineasta que mide bastante bien cada rincón que
explora mostrando tibias rarezas, situaciones ambiguas y diálogos
algo descolgados junto con la aparición de algún integrante del
núcleo familiar con tendencias levemente psicópatas.
Esa falta de claridad en el “objetivo” del largometraje genera
curiosidad y atrae por la cuota de misterio que supone el suceso en
desarrollo. En este sentido, podría decirse que aquí está la parte
más valiosa de la producción.
Ese posible horror latente que puede detonar en cualquier momento
y que Peele sabe controlar con moderación dejando surgir algún
chispazo inquietante en medio de la nebulosa.
Se nota que la elaboración guionística fue muy pensada y no está
de más señalar que la situación social de Estados Unidos -con
enfrentamientos raciales varios- influyó en el desenlace, según
comentó el propio realizador al confesar que hizo cambios bastante
radicales en el final de la obra. (Buena parte de la crítica
estadounidense le ha asignado connotaciones socio-políticas post-Obama,
por cierto).
Para quien suscribe, dicha resolución -precisamente- quizás pueda
resultar la parte más endeble de una propuesta que venía bien
encaminada y termina con giros que rozan la ciencia ficción en medio
de una “salida” que impresiona como simplificada.
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