Tener a Jorge Denevi de protagonista en un largometraje nacional ya -de por sí- es todo un acontecimiento. Que la película gire en torno a las memorias de un ficticio director técnico que llevó a Uruguay a una final del mundo y que el cineasta Diego Arsuaga sea hijo del ex presidente de una conocida institución deportiva le agrega otro condimento al asunto.
Todo esto viene a cuento porque la trama gira en torno a una entrevista exclusiva que ese legendario D.T. brinda a un periodista no especializado en temas futbolísticos luego de veinte años de ostracismo tras una escandalosa renuncia. Los motivos de esa despedida sin gloria resultan un misterio -que han dado pie a variadísimas especulaciones- y suponen una interrogante a resolver por ese entrevistador que logra ser recibido en una alejada casona en medio de las sierras después de tantos años de silencio. Por supuesto que el personaje en cuestión (que en la película resulta ser un auténtico ingeniero agrónomo) tiene mucho por decir y lo que ha callado por varias décadas puede resultar tan urticante como doloroso, entre otras variables que enuncian a la FIFA como la mafia mejor organizada del mundo.
Aquí también surgen otros condimentos absolutamente circunstanciales (y de estricto carácter local) por que es bien sabido que a Denevi se lo conoce por no tener pelos en la lengua al expresar sus opiniones sobre temas polémicos a la vez que Temponi, además de un excelente actor, es uno de los mejores comunicadores mediáticos del país. Con todas estas piezas en sus manos, el tratamiento que da Arsuaga al tema (que también guionó) apuesta a un diálogo elaborado y un pausado manejo del tiempo mientras el filme transcurre “plácidamente” en medio de una deslumbrante naturaleza como marco ambiental.
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