El asunto comienza bien y juega con los arquetipos del machismo. El
protagonista (Eugenio Derbez, también productor y exitoso comediante
mexicano responsable de “No se aceptan devoluciones”, uno de los
filmes más vistos en la historia del cine azteca), es el clásico
gigoló que vive de una veterana adinerada.
Apuesto y atlético en
su juventud es desplazado por material más joven luego de
veinticinco años de confort y pide ayuda para vivir en la casa de su
hermana viuda (Salma Hayek), madre de un hijo. Sin hábitos de
trabajo ni oficio que se le conozca, este latin lover venido a menos
debe hacer gala de su seducción para sobrevivir hasta que consiga
una nueva ricachona que lo siga bancando.
Mientras tanto, da lecciones al hijo de su hermana para
conquistar mujeres, generando varias escenas que pueden considerarse
los elementos más reideros del largometraje. Es obvio que Derbez
sabe manejarse como pez en el agua dentro del show business que hace
al entretenimiento, amalgamando cierto tipo de comicidad
estadounidense con la picardía mariachi sin caer en lo chabacano.
En este sentido puede decirse que “Como ser un Latin Lover”
funciona correctamente hasta cierto punto donde algunas vueltas de
tuerca se van de pista y caen en un negrísimo humor que congela la
carcajada en mitad de la función. (Momento en el que participa la
legendaria Raquel Welch: lo debería haber pensado mejor antes de
aceptar el papel).
Es una lástima porque la trama venía bastante bien hasta que se
llega a un punto en donde la comedia pierde su gracia y ciertos
valores se degradan rematando en un desenlace que, a juicio de quien
suscribe, deja bastante que desear. Todo lo que el director
debutante Ken Marino (también actor y guionista de varios filmes)
había logrado sustentar con eficacia pierde pie, rematando con un
final devaluado que prioriza el acomodo y el carácter parasitario de
un zángano social que termina siendo reconocido como el “salvador”
de la familia.
Esta suerte de forzado “happy end” quizás resulte el tópico más
discutible con respecto a la totalidad del filme. (Aunque hay
algunos diálogos entre niños que también pueden resultar
objetables). Como será el caso que hasta cierto sector de la prensa
especializada del país ha criticado la visión negativa que se da de
los mejicanos señalando ese mensaje ambiguo que resalta el “culto al
dinero (…), la manipulación y la frivolidad”, donde las personas son
utilizadas como objetos para satisfacer necesidades individuales.
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