Toda una vida buscando nuestras raíces

Teresita Minetti
Entrevista: Darwin Iguiní Fernández
Fotos: Ana Casamayou

Comienza su actividad artística en 1965 y al año siguiente obtiene el 1° premio en el Festival Nacional de Folklore realizado en Salto. Su nombre trasciende fronteras y comienza su primera gira internacional por Argentina, Brasil, Chile y todo el interior del país. Desarrolla una intensa actividad docente con charlas didácticas para niños y jóvenes sobre "Tradición y Folklore". A partir de 1969, integró la nómina de artistas del Ministerio de Educación y Cultura, participando en ciclos de TV Educativa de la ANEP. Con motivo de la visita de los reyes de España, su actuación mereció elogios y la distinción por parte de los mismos, al pedir que volviera a cantar para ellos. Grabó 10 discos para el sello Orfeo, siempre exaltando autores nacionales y el canto criollo. En 1987, consiguió el 2° lugar con un tema suyo en el festival "Latinoamérica Canta", realizado en Bolivia. En 1993 comienza un programa radial llamado "La peña de Teresita Minetti", en CX 26 SODRE. Sábados y domingos a partir de las 7:30 sale al aire en CX 38. Recientemente, los domingos a las 11:30 por CX 36. No sabe muy bien por qué siempre ha buscado la costa montevideana. Hoy reside en la Ciudad Vieja a pocos metros de la escollera Sarandí.

Los navegantes Melchor, Gaspar y Baltasar

 

Hace pocos días, les contaba a los niños, que mis Reyes Magos no venían en camellos, sino en chalanas (ríe).

 

¿De dónde te vino volcarte a lo folklórico, al canto criollo y tradicional?

 

Por influencia materna. Nunca divorcié Montevideo del resto del país, en cuanto a raíces campesinas. Mi madre es de San Ramón y ella se crió en una estancia, pero no en la parte fácil. Antes se estilaba que familias numero­sas repartían sus hijos para que trabajaran. Los cuentos de ella no eran sobre Caperucita Roja ni Blancanieves, sino de la vida de una niña en el campo. Siempre fuimos una familia muy humilde y en la noche, después que nos bañaba y nos preparaba para dormir, nos contaba una cantidad de cosas. Era una hora muy linda por eso. Le preguntábamos cómo era la llegada de los Reyes Magos y ella nos decía que dejaba los "tamangos", un calzado rústico rural, y que allí le ponían un puñado de caramelos. Aprendí que el niño campesino le daba un valor tremendo a las golosinas, pero también a los papelitos de colores en que venían envueltos. Eran un tesoro, que planchaban y guardaban bien dobladitos, porque en algún momento iban a echar mano a esos elementos para sus juegos. Una de sus tareas, como niña pequeña, era limpiar la cocina económica y mi madre con un ladrillo se subía a un banquito. ¡Te podrás imaginar la altura que tendría! Las muñecas, para ella, eran los "marlos" de los choclos y con las tabitas de corderos hacía trencitos.

 

Un confidente que devolvía mágicas tonalidades

 

¿Cuántos hermanos?

Fuimos cinco. Tres varones y dos mujeres. En el puerto del Buceo, había un terraplén y antiguamente, la fábrica de vidrio volcaba desechos allí que el mar había pulido y convertido en canto rodado de vidrio. Como niña estaba más cerca del piso y me encantaba, cuando caía la tarde, mirar hacia el terraplén entrecerrando los ojitos, ¡veía lucecitas de colores que subían! Era un panorama precioso y personal. Tuve una infancia muy linda.

 

¿Conversas con el mar y crees en las energías naturales y humanas?

 

Sí, totalmente. Te cuento una anécdota: cuando me fui del puertito del Buceo tendría unos 13 o 14 años y todos los últimos días iba a charlar con el mar. Allí le explicaba por qué me iba... (la emoción inunda sus ojos y ahogada no puede continuar. Acerco mi mano a su cara. Pausa. Seguimos). ¡Parece mentira! Pero los elementos de la naturaleza cómo se meten dentro de uno y son parte nuestra.

 

Tengo el mar cerca que es un poco mi confidente. Creo que no podría vivir lejos del mar.

 

Es cierto que ha existido una cierta discriminación hacia quienes han estado en lo criollo y tradicional. Afirma no ser de los artistas más promocionadas y, aun hoy, una especie de "ovejita negra". En plena dictadura, cuando Juan Carlos López trabajaba en la DINARP, fue "presionada" por jerarcas militares como Medina y Rapela para que cantara en una de las cumbres de Ejércitos Americanos que se organizó en Punta del Este. No aceptó compartir escenario con "Los Nocheros", grupo oficialista claramente identificado con aquel régimen. Esto, le valió desaparecer del aire de radios como Rural y de diversos eventos. Aunque pasó momentos difíciles no se arrepiente de aquella decisión porque no quería que la dictadura la utilizara como figura pública.

Historia, poesía, música entre las flores

 

¿Comienzos en el canto y la música?

 

Antes de la música, buscaba textos que hablaran de cosas del campo y las raíces ¿no? La historia me gustaba mucho, pero no la historia árida de fechas y nombres. La figura que se va agrandando es la de Artigas. También, me gustaba la poesía. Siempre me deslumbró Juana de Ibarbouru, desde que la vi siendo niña en Melo.

Fue un esfuerzo tener una guitarra, empezar a estudiar y practicar. Mi profesor de música me vaticinaba que yo podía llegar a ser buena ejecutante de guitarra, pero claro, también siendo muy jovencita empecé a trabajar.

 

¿Qué hacías?

 

Una cuñada me consiguió en la florería Tarino. Fui vendedora y cajera -hoy lo puedo decir porque ya estoy grande (ríe)-: era muy responsable y trabajadora.

¿Tradición es mala palabra?

 

Hubo un tiempo en que reivindicar el folklore tradicional, lo nativo y campero, tenía un tufillo reaccionario...

 

Si vos decís "tradición" suena a reaccionario. Pero a Serafín J. García, ¿lo pueden tildar de "facho"? Sus temas son contestarios, son testimonios que rebelan. Lo que yo te quiero decir, es que me parece que somos un pueblo al que le falta una base de cultura más profunda. Porque no podés estar en contra de lo que sos y defender tu patria. Por ejemplo, creo que el más sufrido y el más dejado de la mano de Dios, ha sido el o hombre de campo. ¡Pobrecito! Tampoco se habla del derecho de las mujeres del campo, que viven en un rancho de horcón, tienen sus hijos y son una cosa, un animal más dentro de los bichos de la casa. ¡Hay un cantidad de cosas! Sucede que se descuidaron todas nuestras raíces y siempre respeté a la gente que sabía como Lauro Ayestarán.

 

También es cierto que la dictadura promovió todo lo "tradicional". Organizaban unas cabalgatas enormes en el Interior...

 

¡Ah, sí!, pero iban todos con plata y oro. Vestían de gauchos a milicos de tropa, que quedaban todos cuadrados, para armar mejor esos desfiles (sonríe)... Nuestro país no tiene una formación tradicionalista y hay quienes dicen "el viejo Elías Regules tenía plata". Creo que tenerla no quiere decir ser "facho", ¿eh? Acá siempre hubo terratenientes y gauchos pobres. Puedo hablarte del caso de mi padre. Mis abuelos paternos eran "tanos". Mi abuela lavaba en una piedra y un arroyito pasaba por el jardín de su casa -¡una cosa preciosa eso, me encantaba!- Mi abuelo dejó cantidad de quintas, que luego se convirtieron en solares que se vendieron muy bien. Mi padre, era el más chico de sus hijos y había estudiado. Mis tíos fueron unos usureros con mi padre y lo dejaron sin nada. Le dijeron: "sólo te podemos dar trabajo". Entonces, empezó a trabajar en las quintas de sus hermanos y le dieron un lugar para que se hiciera un ranchito. Yo no tengo conciencia de eso porque era muy chiquita, pero te puedo decir que viví en un ranchito de barro y cañas hecho por mi padre que era inteligente. Como un hornero (ríe). Después, lo embromaban los primos diciéndole que fue el primer ranchito de dos pisos. Porque como estaba cerca del arroyo Malvín, y se inundaba, mi padre hizo una parte arriba para guardar cosas y que no se mojaran. ¿Te das cuenta hasta qué punto el usurero puede ser tan nefasto?

 

Hundirse en el pasado para tomar fuerza

 

¿Cómo compatibilizás la raíz tradicional con la necesidad del cambio?

 

¡Ojo! Creo que la pelea que se dio en este país en un momento, fue mucho más débil y despareja para una parte que planteaba cambios por no conocer nuestras raíces. Los pueblos que tienen más conocimiento de sus tradiciones tienen otra enjundia para pelearla. En cambio, acá se peleó mucho y se hizo mucha cosa, pero hubo una falla por ese lado. ¡No es la solución, pero hay otro arraigo!

 

¿Y vos cómo navegaste las aguas de la época militar?

 

Con mucha dificultad. Con mi marido no estábamos afiliados a ningún partido. Yo me casé muy joven y no tuve la oportunidad de militar como otra gente. Era una época de mucho entrevero. Nosotros teníamos un pequeño bazar cerca de la Universidad y ¡las veces que fueron muchachos a esconderse en el sótano que había allí!

 

Construir respetando lo que sirve

 

Estás apuntalando un proyecto de trabajo con niños y niñas de la zona, carentes de muchas cosas. ¿Haces comparaciones entre tu infancia y la actual?

 

Tendríamos que aprender a convivir edificando sobre las cosas buenas. No destruirlas porque las hizo otro y arrancar de cero. Eso es muy malo. Simplemente, aprendo todos los días que deberíamos despojarnos de muchos egoísmos y no ser envidiosos. A la infancia debemos cuidarla y tratar de dejarle algo sólido. Lamentablemente, el niño de hoy está participando de todos los problemas del hogar y tiene demasiada carga emotiva. Entonces, a veces decimos que son nerviosos o inquietos. Ellos se desahogan con travesuras. Creo que deberíamos aprender a convivir con la infancia, dándole el lugar que se merece, pero no tanto lugar en los problemas. Los niños tienen derecho a vivir de otra manera.

 

El apuro actual ¿hacia dónde?

 

¿Qué ha cambiado sustancialmente?

 

Antes la gente no tenía esa ambición por tener más y más...

 

No era tan consumista...

 

No era que fuera conformista, sino que disfrutaba más. Era una forma de vida más apacible, más cálida y la gente se daba un poco más el tiempo para quererse y comprenderse un poco más. Hoy en esta carrera hacia la nada, la gente está más fría y se descuida mucho a los más chiquitos. Hay cosas que no se hablan. Una madre puede no comprarse un zapato de marca, que el auto no sea tan lujoso, ahorrar un poco... y dejar un trabajo (si tiene dos) e invertir tiempo en ese ser que creó y que necesita de todo (ríe). Recuerdo que en mi infancia a veces me decían "esto no se puede" y... se razonaba y no había berrinches. Todas esas cosas te van templando para el futuro y cuando vienen tiempos difíciles, echás mano a esa "bolsita de los recuerdos" como dice el Sabalero... y de tu infancia tomas cosas que te fortalecen.

Hogar de once perros y algunos gatos. No se trata de animales "de raza", sino callejeros. Seres vagabundos que fueron encontrados por la dueña de casa, cuando buscaban alguna alma caritativa que les diera refugio, una casa y comida. Una casa que tiene su historia. Según algunas opiniones calificadas, como la del actual ministro Arana cuando era intendente montevideano, con cualidades arquitectónicas e históricas. En su puerta principal, luce las efigies coloniales de las cabezas de los reyes de España. Crédito bancario mediante, Teresita logró reunir el dinero para comprarla. Luego de varios años de cumplimiento de las cuotas de devolución, la última crisis económica y financiera, impidió seguir haciéndolo. La "bola de nieve" de los intereses bancarios imposibilitó la amortización de la deuda, hasta llegar al remate judicial. Hoy, Teresita sigue esperando un milagro que le permita mantener la finca que la cobija.

Entrevista: Darwin Iguiní Fernández 
Fotos: Ana Casamayou

Panorama Ciudadano
Año 1 - Nº 11 - enero del 2007

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