Uvas oscuras en un plato blanco |
(para Kwang Yeul Koo y los poetas del miércoles) |
I. ¿Quién trajo estas uvas oscurísimas hasta el centro del plato que desprende incontables círculos cerradamente blancos? ¿Por qué se alza un fulgor de neblinas respiradas en la infancia? ¿Por qué aquí las ávidas peras ofrecen sus médulas de dura transparencia? ¿Por qué los rojos duraznos aún se alimentan de fibras de sol y de verdes nervios volanderos? A un lado del plato crecen las tierras altas y hermosas donde el sonido de los pinares penetra la raíz de los templos de piedra: donde las aguas perfeccionan mínimas gotas de roca coagulada: donde los grandes capullos de bronce se disuelven entre hilos de oxígeno y un siempre naciente resplandor. II. ¿Puedes decirme Tú habitante de los mil lugares de este mundo que es sólo apariencia de los otros mil sitios de los otros mil mundos: Tú puedes decirme por qué solamente hay un fugaz espacio para cada humana sombra y por qué cada sombra no arrastra su sombra corporal? ¿Puedes decirme Tú que tienes mil ojos en cada ojo de tus mil rostros por qué no me miras para que pueda ver en ti todas las formas invisibles? Dime Tú que muestras los mil dedos de cada dedo tuyo en cada una de tus mil manos: ¿por qué no puedes tocar el sucio calor de este cuerpo que se aleja de ti? Dime Tú si ya estabas antes de ti mismo si naciste antes de tu primer nacimiento: ¿por qué aceptas la piel de oro de tus estatuas los golpes vibrantes sobre el redondo metal el rítmico toque en la curvada madera el fuego mezclándose con el frágil humo de cada oración? III. Las uvas pasaron otra vez por el paladar y las encías de la infancia. Las estrujantes peras los duraznos bermejos las hebras del sol descansan con su aroma de sombra. Los mil ojos las mil manos los mil rostros contemplan elaboran iluminan mil y un nacimientos en un plato blanco. |
Saúl
Ibargoyen
De "Verba varia"
Ulsan, Corea / México D.F., IX/05
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