Reiteración de Oaxaca |
Estos zapatos de lomos rastreros balbucean en medio de fatigadas pirámides y de chapulines desorientados. Se mezclan estos zapatos con raíces vacilantes entre la polvazón verdadera y los vientos herrumbrados por el sol de los neblinosos reinos de Oaxaca. Todavía no estoy aquí otra vez aún no he regresado. Y las hojas del oscuro laurel se clavan en la afirmada sabrosura de la luz. ¿En qué sitio de esta frágil crónica habrá de aparecer la persona de una sombra levantada nuevamente desde el fondo del pie de estos zapatos? Porque nadie está aquí nadie quiere volver para que no haya palabras frescas con su miedo y su blanco dolor. Entonces se hace verdad la paloma que de pronto enceguece los pellejos de este rostro con las plumas de su vientre descuidado. Y no queda en las gotas y arenas donde el opacado resplandor de los presentes reinos se repite nada más que la marca de estos zapatos con su esqueleto de cuero contaminado con sus fibras incansables con sus agrias sales despojadas. Y más verdad se vuelve la fruta de harina amarilla con su calor de carbón. Y más verdad en lo real de este día también aparece un resto de otros aires aquí mismo consumidos. Y la persona de mojados zapatos mete sus vértebras en la otra tocable persona de su sombra. Y respira y aspira y expira y estira el polvo y los olores espaciales que la hacen regresar a todos los sitios juntándose en una región que tropieza con el mundo y encuentra en estos reinos su único país y su frontera. |
Saúl
Ibargoyen
De "Hentropía"
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