Post scriptum
Saúl Ibargoyen

(para Sin-liq-unninni, bravo compilador
de una versión asiria-cuneiforme del
Poema de Gilgamesh)
De mí
del escriba que nunca supo morir
se escribirá
que alguien enclavó en su boca
la medida de una piedra negra.
Pero sus lenguas no se apagarán
ni sus palabras oscurecidas
se apartarán de un torbellino
de babazas y de flemas nuevas.
Y su garganta no tendrá que equivocarse
al tragar sonidos
como succiones desfibradas 
ni al expulsar los sucios cánticos
que no pudo maldecir con el silencio.
De mí
del escriba que sólo supo hablar
con su encía personal
habrán de escribirse los cotidianos sabores
de su forma enmantelada
la turbulencia de sus uñas
desgajándose en el pan
el hipo de los alcoholes rojos
el regüeldo de las salsas de extranjía
los desprolijos sucesos de su vientre.
De mí
del escriba que reitera garabatos
con sus tintas más propias
y sus más lejanos lápices 
tendrá que ser escrito su perfil verdadero
metido en la visible angostura del mundo
en las agonías que cada ojo captura miopemente
en lo alto de la sombra que se mueve
con su mano escribidora y su sustancia.
De mí
del escriba que solamente pudo respirar
por sus narices subjetivas
serán escritos los papiros pegosteados
de alergias y de polvo
los lienzos conteniendo su ración
de mocos y de lágrimas irritadas
por la impalpable excrementación
de estos cielos de guerra.
De mí
del escriba presente
¿qué podrá ser escrito?
si ya compuso su único epitafio: 
"Viajero lector no busques
aquí las palabras:
siempre estuvieron en otro lugar".

Saúl Ibargoyen
De "Hentropía"

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