Poetas árabes de hoy |
En más de veinte países de lengua árabe se viene desarrollando, con un sólido sustento en décadas atrás y en muy diversas condiciones políticas y socioculturales, un ya reconocido movimiento literario cuya culminación fue parcialmente alcanzada cuando el recientemente fallecido Naguib Mahfuz obtuviera el Premio Nobel en 1988. Decimos parcialmente, pues el corpus de la literatura árabe, reiteramos, continúa desarrollándose de modo creciente dentro y fuera de las fronteras de dichos países. Como sabemos, el orgullo esencial de la cultura árabe ha sido la creación de su lengua, que es el idioma con el que el arcángel Gabriel trasmitió a Mahoma el Corán, por disposición de Alá. A su vez, el analfabeta Mahoma lo trasmitiría oralmente en varias etapas y durante años a su comunidad para que se fijara por la escritura. Con el Corán ("la lectura") podría decirse que en verdad comienza la literatura árabe (ádab), aunque en los tiempos de "la ignorancia" (o sea, antes del Islam) la poesía había logrado un cierto desarrollo, basado en el uso de la memoria y la oralidad por parte de los rawa (recitadores). La afirmación de la escritura como asiento duradero de los textos daría, obviamente, un notable desenvolvimiento en los siglos siguientes a la producción literaria en sus variados géneros. Pero dejemos estas anotaciones históricas para recordar que a partir del Renacimiento árabe (Nahda), que algunos estudiosos ubican a partir del siglo XVIII y otros, los más, entre la segunda mitad del XIX y la primera del XX, se registra un proceso de amplia producción en las letras, y no sólo en ellas, acompañando un movimiento político de contenido nacionalista y en buena parte antiimperialista o anticolonialista, que sería innecesario detallar aquí. La repercusión de la Nahda llega hasta nuestros días y en muy diversas expresiones, dada la propia y ancha diversidad del mundo árabe. Por lo tanto, no sorprende que la muestra de poetas árabes (con una excepción, la de Hawad, escritor tuareg de lengua tamajaq, que tenemos el gusto de presentar en Tinta seca), sea manifestación de voces que no soslayan instancias relevantes de su antigua cultura, por un lado, y por otro, al apelar a una ruptura creativa con respectos a determinadas tradiciones formales y temáticas, confirman la necesidad de un renacimiento constante de acuerdo con las conflictivas coyunturas actuales; coyunturas desatadas por las propias debilidades y desequilibrios sociales y políticos del ámbito árabe, como por la falsa premisa del "choque de civilizaciones" en cuanto justificación de sangrientas y voraces empresas imperialistas. Según la tradición arábigo-musulmana, Adán sería el primer poeta, pues Dios lo designó como el nombrador, el que bautizaba los seres del Paraíso; además, porque se le adjudican unos versos recitados en árabe puro a la muerte de Abel. Los poetas árabes de estos días han aprendido también a nombrar la realidad interior y exterior de otra y renovada manera, lo que nos permite como simples lectores lograr un acercamiento pleno de súbitos hallazgos e iluminaciones. |
Mahmud Darwich
En la última noche en esta tierra, arrancamos Los días de nuestro pequeño árbol y contamos Las costillas que nos llevaremos y las que Habremos de llevar. Aquí… en la última noche No haremos despedidas, no tendremos tiempo de acabar… Todo queda como está, pues el lugar Nos cambia los sueños Y cambia a nuestros huéspedes. De pronto Permanecemos incapaces de la ironizar Ya que el lugar está dispuesto a recibir El polvo… Aquí en la última noche Contemplamos las montañas rodeadas De nubes: conquista… y reconquista Y el tiempo antiguo a entregar al tiempo nuevo Las llaves de nuestros portales. Entren, pues, conquistadores, entren En nuestras casas, beban de este vino De las dulces muachahat. Vencida la media noche, Somos la noche, y no habrá aurora alguna En el lomo de ningún caballo, Venida como el último eco del muecín. Es verde nuestro té, está caliente, beban, Y los cacahuates están frescos, coman, Y las camas, verdes, madera de cedro, Entréguense al sueño, Después de tan largo cerco, y duerman Sobre las plumas de nuestros sueños, Las sábanas están extendidas y los perfumes Esperan a la puerta, son muchos los espejos, Entren, así salimos a la vez, y luego Buscaremos saber cómo era nuestra historia Frente a la de ustedes en la lejana tierra Y nos preguntaremos por fin: ¿el Andaluz Era aquí o allá? ¿En esta tierra… O en el poema?
Abdel-Wahhab Al-Bayati Epitafio para la tumba de Badr Sh. as-Sayyab (1926-1964)
Tus murallas escalo, Bagdad, Y avanzo como un cadáver en la noche. Con la mirada recorro tus barrios, Perfume de flores en la antesala del infierno. Alzo mi llanto por Husayn Y seguiré llorando hasta que Alá reúna a los dispersos, Hasta que por tierra caiga el muro de la separación. Porque sólo entonces nos reuniremos como dos niños que comienzan A inaugurar todas las cosas: Daremos agua a las mariposas sedientas, Nos escaparemos a los parques, Encenderemos fogatas con las hojas de nuestros cuadernos. Llenaremos las paredes de poemas de amor, De gacelas y huríes danzando desnudas A la luz de la luna de Irak. Bajo el Arco de Ctesifonte Resonarán otra vez nuestras voces: ¡Bagdad, Bagdad, Bagdad! Hasta ti hemos llegado desde moradas de barro, Cementerios de ceniza, Para demoler tus muros tras la muerte Y asesinar a esta larga noche Con nuestros gritos de amor crucificado bajo el sol.
Hawad Sahara: visiones atómicas (fragmentos)
1. Oh, espíritu del viejo buitre, Tú, el oráculo Tú, el guardián de los campamentos Nómadas abandonados, Ya que el hombre Por sus cuerdas vocales y su gaznate Acaba de parir lo nuevo Del comienzo Del comienzo, Entonces hace falta también que yo Haga nacer mi propia identidad Y que renazca de nuevo A mi primer oficio de escriba. ¡Recita recita recita oráculo! Recita los borborigmos del devenir, Restituye la palabra, Relato de los campamentos abandonados Y de los halcones que zumban todavía En los aires, las tierras, Las montañas, los horizontes Y los meteoritos.
2. El sacerdote oficial Con todas sus narices, Hocico y mandíbulas, Nada en le perfume sal gema De la entrepierna de una tuareg, Cadáver de mujer tuareg, Tierra cuerpo raíces savia Que el buitre y el viento arrastran Desierto adentro Hacia el fino caudal de los espejismos.
Abdul Hadi Sadoum Pájaro en la boca
Mientras me deshago de los versos Y la tentación de las palabras Inservibles De la mujer que duerme a mi lado esta noche Intento llamar al pájaro del estrecho tragaluz Espero que salga de la sombra Como lo adivinaba aquel poema que leí y olvidé. Le espero… hasta que salga de mi boca Y desaparezca en el silencio. Mientras doy la vuelta De un lado a otro En el hueco de mi deseo Tampoco pienso en una muerte Tan clara como dormir En este momento. La mujer, ignorante, casi inocente, Sonríe en la penumbra. Mi idea desprecia el surgente amanecer Me levanto descubriendo el juego Nada de pájaros Las carcajadas de esta mujer son la única verdad. "No es más que viento", diré Repitiendo la frase de Gilgamesh el mesopotámico Un extraño antepasado, Y vuelvo a besar las rosas de la sábana. El pájaro es un viejo recuerdo De la vencida noche.
Idris M. Tayeb Porque
Porque las estatuas de Roma Callan pero respiran, Todas son refugios para los que quieren volver. Porque el exilio es un dolor que aprieta el corazón. Los que mueren, Mueren callados. Porque las mujeres son un sueño intocable, Los hombres se contentan asomándose a sus puertas. Porque la niñez es el sueño de los adultos, La dejamos atrás apasionados por crecer, Sin embargo, luego la lloramos Para que regrese. Es por eso que la muerte También nos puede robar de la felicidad Lo que nuestras manos logran reunir.
Ali Al-Shalah Amuleto
Hace dos años, cuando opté por el oficio de emigrante, Dejé en una libreta verde mi retrato. Así no perdí la cara. Fui el único que deseaba Ser repulsado en la frontera. Mi personalidad es como fue Y la extranjería no cambió mis predilecciones. Fui adicto a la hora de Bagdad. Me la llevé en mi reloj y en mis datos. Surtí todas las horas Según el horario de Bagdad. Un suelo natal Donde las datileras nunca duermen, Los ojos se caen de fatiga. Un suelo natal Cuya pasión sólo nosotros conocemos, Cuando el amor envuelve la voz de la locura. Un suelo natal Cuyos tormentos no revelamos jamás, Sin embargo, los deseamos. Acudimos, tan pronto llama su voz Pues no cuestionamos al oído por quién clama. Un suelo natal somos todos juntos, También los jardines son sitios del destierro. Sentimos tanta nostalgia, Que hasta amamos a los ladrones, Los borrachos y el calor del verano en las celdas, Las putas, los conformistas y refutadotes, A los espías y las cárceles. Un suelo natal No parcelable Como un mapa. Es nosotros, Cada iraquí es Irak. ¿En cuántos trozos más pretenden partirlo? Un suelo natal Cuyo emblema somos nosotros. Abarca en su ser El amor de los kurdos, La erudición de los sunitas Y el desconsuelo de los chiítas. Un suelo natal somos nosotros. Yo soy un suelo natal. |
Saúl Ibargoyen
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