Perro con palabras |
Estas palabras así tan otras empiezan con un perro. Nuevas y ya contaminadas palabras que traen entre hilos y fibras de silencio el pedazo envejecido de este solo perro. Porque todo animal toda pulsación de mugre o de energía todo pétalo todo océano toda mínima mancha de materia en su momento de arder o de morir o de estallar súbitamente también envejece. Y la edad de cada muerte es medida por las velocidades de la sombra al traspasar sustancias huecas y carnes sin dolor. Un perro pues con su mitad de cráneo despellejado: hormigas ansiosas agudísimas larvas gruesos escarabajos lenguas de más perros trabajaron ahí. Hay un orden de sucios viajes y caminos en este mapa de huesos adelgazados con sus líneas que separan las regiones donde estuvieron las maneras de ladrar la dirección del gruñido los mandatos del hambre las figuras soñadas de perros oscuros el temblor de los flancos en calcinación. Cada colmillo tiene todavía negrores de grasa triturada y el hueco del ojo absorbe astillas de polvo incesante. Los hijos de esta bestia familiar tal vez huelan sus ácidas ausencias en las arenas de las playas del Sur. Allí otras voces empiezan a decirse todos los trozos de un perro que estas palabras no pudieron nombrar. |
Saúl
Ibargoyen
De "Perro con palabras"
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