Una luz retorcida
se levanta desde el polvo.
Osamentas de hormigas secándose señalan
la cifra desprolija de los exilios nocturnos.
Los aires de diciembre se desplazan
a través de una ceniza
que no viene del fuego.
Los perros se lamen la entrepierna
que el cuero violentado no protege.
Las cobijas se desnudan de sus cuerpos.
Las almohadas ya se endurecen
como piedras muertas.
Las bacinicas fermentan
sus burbujas estancadas.
Objetos de hule traslucido
agriamente se contraen.
Las moléculas del maíz
gritan de hambre enardecida.
Los petates destilan sustancias
de criaturas despedazadas.
Los papeles se disuelven
entre descontroladas palabras.
Las voces los ruidos los eructos demorándose
son iguales a sí mismos
en orejas distintas.
Un hombre sin nadie mira solamente
los zapatos que se mueven
hacia el sitio más exacto
de su única sombra.
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