Gorrión buscado |
En estos jardines se busca un gorrión para meter entre sus plumas cotidianas la cifra de un nombre. Las lentitudes del tiempo transforman ya a ese nombre en polvorosas fibrillas de sol o de luz. A través del ventanal por mera transparencia las seis letras se abren traducidas a un idioma distinto del que tan golpeadamente así nacieron. Una sustancia parecida al aire se descuelga hasta clausurar un desorden de grietas y veredas y huecos y portones profundos. Las baldosas crujen como banderas de colores castigados: el negro es una lengua de gato fermentando el ocre es un resto de flores expulsadas el marrón es un derrame de seres o personas borrachas oxidándose el blanco es un infamante papel ya utilizado el gris es un súbito gesto de lluvias compulsivas. Las hierbas son como palmas o laureles o acacias. Las bugambilias se afirman entre rojos fulgentes y morados que el veneno los infantes los insectos profanan mancillan deterioran. En estos jardines se busca un gorrión para ver qué pájaros hay en lo adentro de su axila qué plumeriza energía lo apoya lo lanza lo sostiene qué escamas se disuelven en la caliente pelleja protegida por su pelusa de último pájaro. Se busca por aquí un gorrión destetado libre de algodones de piojos aéreos de volantes garrapatas de rostros picoteando una agonía de lombrices o un cónclave de migas y de granos rechazados. Se busca un gorrión: pronto regresarán desde el barro los zapatos las sandalias los huaraches las bolsas alimentarias los paquetes las faldas entristecidas los pantalones que saben de sudores perdidos. ¿Habrá entonces gritos casi humanos muelas de perros silbando simples cuerpos con su carga de pelos y de espermas bocas desprendiéndose de termómetros estériles? Se busca un gorrión por aquí un pájaro cualquiera. |
Saúl Ibargoyen
De "Hentropía"
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