Gato con cama |
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El gato no bosteza en su cama de signos preparada con dos vocales enérgicas y un par de dispares consonantes. Tampoco sueña con rápidos sacrificios ni con un arrastre de vísceras olorosas ni con tazas de leche desgajada ni con sus bigotes repletos de sangre fulgurante. El gato que no pudo ser león o tigre o pantera o protozoario porque algo -una fuerza dislocada o un fuego casual o un gesto ensombrecido- rompió el curso de jóvenes partículas que de cierta manera buscaban ayuntarse. Y el gato que no sabrá jamás la cifra de gatos creciendo entre las obstinadas estructuras de su cuerpo ahora sí bosteza y su elástico aliento es absorbido por las vibraciones de cada piedra enmugrecida por zapatos y pájaros de cada resto de papeles y de hierbas que los aires tempraneros descolocan. Y el gato este gato único que cabe aquí se levanta y estira figuraciones oscuras entre el polvo de tierras astrales y cumple a lentitud el paso que lo abre hacia un jardín o parque o plaza con acacias lagartijas gorriones jacarandas que tal vez otra vez al gato necesiten. Y la cama del gato se deshace con una sola palabra denominada silencio |
Saúl
Ibargoyen
De "Hentropía"
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