Escriba casi final |
(en recuerdo de "Fantoche final") |
¿Puedes ahora escribir tu único nombre en la bandera de polvo y de harina que los días ponen en esta mesa de tobillos balbuceantes? ¿Podrás inventar usando la cabeza de un lápiz primario una figura que se mueva debajo de los girantes puntos reunidos en esa sola forma de nombrar? ¿Qué poderes se alojan en el verbo poder? ¿Qué instrumento cuña aguja pluma animalada lapicera mojándose cincel buril pinceles teclas sueltan una espiral que rompe el mapa de intocada ceniza que la luz de este lunes o martes de marzo dispone sobre la mesa olvidada de su fe en cada saliva y de su furor en cada palabra? ¿Alguien puede usar todo lo vivo de su fuerza sin que tiemble en las médulas más subterráneas el olor casi sombrío de los poderes muertos? ¿Puede sí el gastado escriba -confirmando las extensiones de su reino vacío- raspar las telas de un libro blanco hasta que la sangre de un oscuro libro aparezca? Pero el escriba pierde sus denominaciones donde callan los dioses donde susurran las maderas donde desfallecen las polillas donde estallan las arenas donde cantan las muchachas contra un cielo deshecho. ¿Podrá entonces el derribado escriba incendiar su túnica sin quemarse el cuerpo? ¿Podrá beber sin que el agua o el vino se ahogue en su garganta? ¿Podrá respirar a poro abierto la ácida turbulencia del mundo? ¿Podrá caminar a contrapié del rumbo implacable de su sombra? ¿Podrá multiplicar sus rentas de aire? ¿calcular las sumas de su estiércol? ¿dividir sus gestos en manzanas? ¿Podrá medir su peso en sudores y contar lo exacto de sus lágrimas? ¿Podrá ser escriba de sí mismo y ser hasta el final el señor de su aliento cotidiano? ¿Podrá escribir en sus idiomas dispersos lo que ahora aquí se escribe inacabadamente a punta de hueso afinado entre lenguas de polvo? |
Saúl
Ibargoyen
De "Hentropía"
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