Patria perdida |
Entre abundantes palabras trabajados versos cuidadosos ritmos te lo dije una vez: eras solamente lo que eras. Pero ¿qué muñeco autoritario como fuiste tú escucha hoy a los poetas? El fragor de las armas imperiales cegaba tus grandes orejas y cuando casó tu hija ayudaste al torpe muchacho a degollar mejor la torta gigantesca. Y tu corazón finalmente se paró como un reloj de trapo delante de la luz negra del sangriento sucio tiempo que ayudaste a transcurrir. ¿Qué será de ti? ¿A qué cifra llegan tus rentas solitarias? Si ahora que estás en silencio pudieras escucharme arrugarías la espesa frente en señal de no entender. |
Saúl Ibargoyen
Patria perdida
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