Patria perdida |
No lo puedo creer dijo aquella madre no lo puedo creer y la bufanda adensaba su voz entre los pliegues negros. No era asunto de lágrimas un negocio cotidiano de angustias o ausencias una sombra inesperada en beneficio del sórdido enemigo una pérdida en la que todos somos menos. Pero la hierba más jugosa es una brizna seca y la rosa reciente ya no está en su sitio de color o de belleza y la sonrisa ya no existe en la boca que dijera: para hoy queremos el trabajo de mañana porque el día sábado tú descansarás y en esas horas el tiempo en ti mismo será tu principal tarea. Nadie romperá sus vestiduras nadie aventará cenizas nadie saldrá a perderse en el desierto nadie podrá creer yo no creeré lo que alguien llorando lejanamente me dijo por teléfono pues contigo quise hablar y hubo una cifra equivocada un número cambiado un grave error cometido por tu muerte. |
Saúl Ibargoyen
Patria perdida
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