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Dos escritores uruguayos |
UNO: La pequeña
ciudad de Pando, cercana a la capital, Montevideo, tendría en 1969 unos
15 mil habitantes (ahora no llega a 25 mil). Fue el ámbito de la primera
acción importante del MLN-Tupamaros en ese año. La guerrilla urbana
realizó una espectacular maniobra de copamiento, breve y sangrienta.
Otras acciones de los Tupamaros fueron asimismo espectaculares y hasta
alcanzaron resonancia internacional; pero fueron derrotados militarmente
en 1972 por la inviabilidad de su propuesta. Luego de la áspera
recuperación democrática posdictatorial de los 80, los restos del MLN se
decidieron por la vía política y parlamentaria: cosas veredes, Sancho
Estas anotaciones tienen que ver con la novela Caras
extrañas, de Rafael Courtoisie (Montevideo, 1958), poeta destacado
que en México obtuviera los premios Plural y "Jaime Sabines".
Este relato novelesco se apoya, precisamente, en el hecho antes
mencionado, lo que motiva una escritura tensa, de frase rápida y corta,
de sencillez aparente, de sintaxis tan enérgica como fulgurante. Por más
que los sucesos se desarrollan a ritmo de vértigo cinematográfico, en
series que se catalizan unas a otras, surgen metáforas y combinaciones
verbales insólitas que no sólo actúan como lujosos distractores, sino
que confirman, por una especie de eco de significados, el proceso total
del relato. La conformación de personajes -gente de la ciudad,
soldados, policías, guerrilleros, animales- se da de acuerdo con la
necesidad interna de la historia contada y, al mismo tiempo, el autor
siempre parece procurar la gestación de retratos que se sustentan en
gestos, opiniones, actos, adulterios, decisiones, etc., más que en la
inspección psicológica de cada protagonista. Esto permite que los seres
de tinta y papel que aquí se mueven, respiran, mueren, copulan, matan,
traicionan, memorizan, obtengan una cierta independencia del propio autor. Por más que, claro, no escapen de la escritura,
finalmente creados y atrapados en un cosmos verbal cuyas leyes son
abiertas pero implacables. La narración, fragmentaria y no lineal, está dirigida
por una voz que se identifica con el autor/niño: en la realidad, éste
tendría diez u once años cuando el copamiento de Pando (llamada Salvo en
la novela, así como Montevideo es Montenegro). La voz conduce y rememora,
aunque es una voz que se desdobla en otros "tempos" narrativos;
a veces, es impersonal, no representada, y al entretejerse con las voces
de los múltiples y no pocas veces fugaces protagonistas, configura una
polifonía general que otorga al relato una presencia donde historia y
ficción se sostienen y enriquecen. Es indudable el tono crítico de la
novela en cuanto a presentar a guerrilleros, militares, policías y cómplices
o colaboradores de todos ellos, así como a gente metida en los acomodos
de la politiquería local y eri las cimas castrenses (éstas vinculadas
con siniestras agencias yanquis), lo que otorga al autor la libertad de no
embanderarse ideológicamente, ni tampoco caer en la sacralización de la
guerrilla (como sucediera con algunos escritores en los 60 y 70, y tal vez
aun hoy...). Pero sí, es nítido el cuestionamiento durísimo a la
brutalidad represiva profascista y a las hipocresías de los poderes políticos
y religiosos. Y todo planteado por medio de un humor muy conosureño, ácido
hasta la médula, que acentúa aún más, por si fuera poco, la
sorprendente propuesta de Caras extrañas, cuyo título alude a Carlos Gardel y su letrista
Alfredo Lépera, entre las incontables y sutiles referencias literarias y
culturales que saturan creativamente estas páginas insoslayables. Rafael Courtoisie, Caras
extrañan, Ed. Lengua de Trapo, Col. Nueva biblioteca, Toledo, España,
2001, 190 pp. Distribuye en México: Océano. DOS:
Pasa sobre nosotros es el primer
libro que leemos de Aurelio Pastori, cuya obra anterior está ubicada en
dos poemarios editados en la década de los 90 en Montevideo: Los inesperados y Bajo la ambigua luz. A primera lectura los textos
de Pastori no dejan de sorprendernos por su asentado lenguaje, su concisión,
su extrema cautela formal, su ruptura no violenta con respecto al verso
tradicional, su claridad metafórica, su nitidez en el desarrollo de la
idea poética. Si bien se apega a cierto medio tono, propio de la lírica
uruguaya y tal vez rioplatense, el autor prefiere la búsqueda de
representaciones de la realidad cotidiana sin efectos trascendentalistas
(tendencia que aún sobrevive es ésta la de la trascendencia vacua), según
señala Antonio Requeni en la contraportada, aunque agregando una hondura
reflexiva inusual que se da muchas veces a mitad del poema tanto como en
el o los versos finales. Esto no sugiere que estemos ante una
propuesta de poesía filosófica, sapiencial o esencialmente discursiva.
Se trata de un poeta que ha alcanzado a estructurar una determinada visión
del mundo, de su mundo; una especie de "imago mundi" personal e
impregnada de soledades urbanas y rurales. En tal aspecto, se da en estas
páginas el encuentro, poco frecuente también, de las resonancias de los
ámbitos citadinos con los del campo (campo que en Uruguay siempre
sentimos como un gran vacío verde: "Podemos mirar en cualquier
dirección./ Sabemos que no hay nadie.") Y si mencionamos la soledad,
es quizá la referencia sustancial que subyace, con evidencia o no, todo
el poemario. Dejamos al lector la búsqueda de
ejemplos. Quizás este libro plantee, no al modo de las epopeyas o
los relatos heroicos, un tópico asimismo relevante: el viaje. La voz poética,
que suele comprometerse con el yo lírico, nos conduce a movimientos
constantes dentro de un equilibrio aparencial. De tal modo, se viaja por
la casa, por la pantalla del televisor o la computadora, por calles y
plazas montevideanas, por ciudades y lugares de otros países, por campos
y arroyos y haciendas; y sobre todo, se viaja hacia adentro, hacia el ser
humano de cada instancia, pero sin vagares místicos ni exageraciones egocéntricas.
La versificación, entonces, toma otros ritmos, sin renunciar a un
vocabulario directo que ratifica una honda percepción de la realidad de
afuera en conflicto con las realidades interiores. Vieja lucha, se dirá. Y es así, pero el
poeta la plantea de manera particular, con una dicción no intercambiable. Y es tan particular que el libro admite no sólo una
adecuada división en cuatro partes, sino una pretensión abarcadura de
diversos temas y subtemas (infancia, rutina laboral, forja de personajes
diversos, desencanto, estados anímicos, sugerencias de ensoñación,
visiones de ruinas y derrumbes, leves insinuaciones metafísicas,
desajustes sociales) que son desarrollados casi sin vacilaciones. Cerremos este comentario con los últimos versos del
poema que da título al libro: "El sol sostiene su bendición/ y
cantan los alegres pájaros/ pero nos vuelve a cruzar la sombra/' y sólo
en la sombra nos fijamos". Aurelio Pastori. Pasa sobre nosotros. Ediciones Aldebarán. Col. Hermes. Montevideo, 2001. 70 pp. |
Saúl Ibargoyen
El Entrevero (México)
Año 8 Nº 53
julio / agosto 2003
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