Día domingo o poema sin su título |
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Pequeña muchacha: yo sé que un hombre cualquiera puede escribir "pequeña muchacha" y que un varón cualquiera puede alcanzar un momento de fulgor carnal sobre tu camisa o tus sábanas o que una frase cualquiera puede habitar un sitio hirviente en tu piel o en tu memoria o ser también una simple región infectada de lágrimas o un gesto sin huellas como una hoja rechazada por su árbol. Pequeña muchacha: yo sé que hoy es muy domingo cada hora y que cada hora tiene una cifra de tiempos como gotas o granos del jugo de este mismo día nombrado domingo. Y puedo redactar también lo sé cada línea visible de tus pelos cuyas raíces de sombra o de calor todavía no huelo ni conozco. Pero escribir no es soñar con un vacío de orines o de fuego ni es chupar aquella íntima saliva tuya depositada en esta boca que sencillamente te da nombre como si escribiera otra vez "pequeña muchacha". ¿Por qué todo debe ser escrito? ¿Por qué no bastan la presencia de las suspiraciones el afán cotidiano de los cuerpos el silencio destripado en cada cielo de este mismo día tan domingo? Cualquiera escribe lo ya escrito debajo de esta tinta repetida: deben ser vejadas las palabras tronchados los recursos los cuadernos los papeles y que letras y pausas y espacios y jadeos sean nada más que cerradas sustancias o silenciosas iluminaciones. "Pequeña muchacha": que tus recuerdos de lo escrito te abandonen que nazcan o aparezcan otras vivas figuras en tu lengua imprevisible y que el aliento de estas sílabas pasajeras permanezca como un rápido nombre en toda tu boca. |
Saúl
Ibargoyen
De "Hentropía"
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