Canción del escriba de pie |
1. No yo no soy el escriba ni el pintor yo no soy el que manda en las palabras. Mi nombre no fue encerrado en tinta mortal mi nombre nunca fue borrado de la piedra. Ni el nombre de mi madre con su pubis de barro ni el nombre de mi padre con sus venas colgando debajo del sol. No soy el escriba que ensudoró sus nalgas: yo no puse en las fibras aplastadas las oraciones secretas ni los humosos cánticos ni las cifras erróneas del trigo ni el frescor equivocado de la carne de buey ni el mandato que lleva a la guerra ni las frases que traen el dolor ni las órdenes que levantan lentas pirámides ni las figuras ilusorias de oro o lapislázuli ni el decreto de dar eternidad a un manoseado cuerpo de mujer. Nunca escribí la apariencia de otros nombres: nadie puede ser nombrado fuera de sí. Nunca he conocido rostros de príncipes descarnándose ni pechos de aceitosas concubinas ni ejércitos secándose en la arena ni tetas de efebos ni corrupción de desdentados funcionarios ni culpas de sacerdotes ni crímenes de estado ni balanzas fraudulentas ni orinadas túnicas de rey. Nunca escribí lo poco de mi nombre: dos sonidos solos combatiendo por un sitio en el aire de metal: cuatro letras solas como huellas de polvo en una boca nueva sin lluvia y sin sed. 2. "Las manos siniestras y derechas dejaron sus uñas muy en lo adentro de las aguas sagradas que crecen desde las rojas alturas del sur. Y la barca con su pluma blanca su blancura vertical como aquella mujer irguiéndose entre los olores de la última sombra. Y las garzas sometidas al verdor calcinado que vibra apegándose a la orilla que las oscurecidas tierras construyen." Yo no soy el escriba de estos signos y colores nunca extendí los rollos rutinarios para que en ellos entrara mi cálamo o mi recto pincel. Tampoco describí los artificios del primer arquitecto no anoté las voces de la primera canción. No soy responsable de que los astros tuvieran vómitos de humo y fuego negro ni de que la noche encerrara al mundo en su abrazo inalcanzable. No soy el escriba ni sentado ni en cuclillas: apenas balbuceante apenas de pie. Simplemente no pude mentir. 3. "La barca blanca con su alta pluma iluminada las garzas transparentes apoyándose en un gas enrojecido que siempre llega de los alzados abismos del sur y los labios de un asno de ceniza metidos en las sabrosidades de la espuma y las patas de bestias escondidas que lastiman burbujas de limo diluido que tronchan las luces de pálidos peces que remueven acumuladas regiones de estiércol." Pero yo no soy el escriba que viaja por estos ríos las tablas de cedro no mojan mi calzón y nada habrá de nuevo en las ensalivadas palabras que navegan en la falupa blanca: una consonante envejece junto a su sílaba muerta y un trazo cualquiera se gasta en la tinta o en la piedra. Y la palanca de madera impenetrable -con mano diestra de patrón y con mano izquierda de terrestre marinero- aparta las crecientes gelatinas que enferman el agua. Y la vela única emplumada por las tensiones del viento ajusta su reflejo en los cabellos y las ropas extranjeras. Yo no soy quien navega no soy el que moja sus enhuesadas manos: nadie puede escribir sobre las viejas burbujas que simplemente recomienzan a pasar. 4. "Si miramos el desierto como un cuero de camello aplastado por la luz no podremos ver cada partícula que a cada instante abandona su grano de arena. Y el polvo así formándose con quemados elementos de planetas de veloces deyecciones y de tronchadas médulas llegará sin fatiga a tocar las garras de la más inmóvil dueña del miedo." No yo jamás escribí ni pinté el discurso de ningún viajero ni mencioné las ruinas imperiales ni escuché las preguntas que sólo un rey de pupilas arrancadas pudo responder. Dime tú que lavas los pasos en la espuma triturándose: ¿qué hombre preguntará con la voz de todos los hombres? ¿qué mujer gritará contra el destino de su vientre? ¿qué cantor contra el silencio metido en su canción? Solamente aceptemos en la noche las respiraciones congeladas de una serpiente que no puede dormir. 5. "En la espalda del escarabajo hay oscuras humedades como pétalos de petróleo florecido. El rostro del animal se apoya en una redonda almohada de cacas en fermentación. No descansa como un dios porque no supo o no sabe todavía o ha olvidado que debe conducir los movimientos del visible mundo. Los ganchos de antenas y brazos se calientan con el primer amanecer que la noche postrera extrajo de sus óvulos de plata marchitándose. Y la pelota de purificadas inmundicias empieza a marcar su órbita entre un hálito polvoriento que palomas y chacales calcinaron. Y la bola rueda ajustándose a los tropiezos de una esfera de terregales y rocas inmedibles de humanas griterías y lodo podrido de imperiales construcciones y flacos alimentos de palanganas de alabastro y ladrillos quebrándose." Pero que oiga el que nunca escucha que lea o adivine el de los ojos innumerables: tampoco ahora soy el escriba el notario el escribiente el pendolista el amanuense. Sí puedo palpar el frío deteniéndose en un corazón que se contrae entre cáscaras y élitros negros. Y los sudores incontados del día se revuelven entre hierbas y máquinas y excrementos preparando otra vez su regreso de fuego. 6. "Escucha tú a quien siempre hemos llamado tú tan solamente solo y tan solísima como estás en cualquier ribera de esta madre de casi todos los ríos: agua es sólo organizándose que simplemente transcurre dando quietud a cada pulsación a cada flujo a cada advenimiento a cada latido a cada golpe a cada borboteo a cada vértigo para que su cuerpo inabrazable viaje y se aparte del cambiante cauce o envase o cartucho o vaina de arrastradas sustancias que pretenden contenerlo: Escucha tú que fumas entre los blancores de la niebla tú que despliegas tu chilaba perturbada por las sudoraciones del día inicial mientras en los dátiles enrojece un pellejo amarillo y otras pieles como sangrando acaban de oscurecer: Oye tú que aún no encuentras una casa sonora para los ecos de tu boca subjetiva ni cinco huecos en un tubo de hueso o de caña o de barro para que una lengua se disponga a soplar: Dime tú si hay un tiempo que respira desde todo lo lejos en los trigales muertos." Y yo niego otra vez con gesto de cálamo o pluma que esconde su escritura que nada transcribí de cuantas figuraciones y objetos y frutas pudieron ser imaginados. No soy escriba de nadie ninguna orden se introdujo en esta mano ni en mi bolsa el precio de lo incierto ni en mi oreja el mojado susurro de la tentación. Soy débil con toda mi fuerza y mis cuartillas y papiros se agrisan y se agrietan como las verdades que no supe escribir. 7. "La mujer enviejada se mueve adentro de su túnica y sus paños pintados con el color de la luz que está detrás de la luz. Dos manos se desprenden de la imagen que los vapores del fulgente aire multiplican y deshacen. Y los dedos estiran sus uñas coagulosas hasta el impuro blancor de la gallina que alguien ofrece a aquella madre destetada con los ademanes del cansancio inaugural. Y las uñas son empujadas por la sangre mugrosa de otras carnes que ya conocieron el suplicio. Las ollas de barro abren sus neblinas vegetales la cebada se adensa en luces redondas como bollos de harinas imperfectas el pan del sol es tocado por lenguas impalpables el dios de los piojos bebe la primera sangre del dios que estaba entre las venas de la usada mujer y el dios de la mosca chupa la sudoración de los dioses que refrescan su piel bajo las palmeras de todo el mediodía." No soy el escriba no soy el presunto señor de la veraz palabra. Nada pinto ni dibujo ni grabo ni escribo ni hablo. Sólo veo una mujer polvorienta y objetos distintos y ajados mercaderes y pájaros que nadie compra ni bautiza ni recuerda: solamente veo estos gatos y perros en su viva sarna de granito estos asnos y bueyes y vacas de basalto y pellejos partidos estos descuerados huesos de gentes que nunca transportaron entrañas frescas de estatuas o de momias estos chacales que todavía fornican entre hierbas y juncos de piedra. 8. "El desierto es el gran vacío que estuvo en el principio sin comienzo de todos los fuegos: es la gran vaciedad donde nace la arena: aire de ceniza contra aire de sol rocas de fierro contra roca fugaz viento de polvo contra viento de luz granito enrojeciendo basalto encendido albanene deshecho mármoles pintados alabastro vulnerable yeso disuelto cuarzo ahumado roquedales de cristal amatista oxidándose y granos de sangre desprendida derrumbada disuelta y estiércoles de chacales huyentes y cartílagos de sandalias marchitas y redes sin peces ni espuma y picos de garzas o grullas desdentándose y ojos de cocodrilo con su coágulo terrestre y médulas de infante fermentando entre lirios debajo del lodo inundado. Las nadas del desierto fecundan la confusa sequedad flotante: sus colmillos quemados se muerden se hinchan se deshacen. Y las finísimas semillas de piedra se mueven entre los labios de quien nunca será el nombrador de las puertas del templo ni el dibujante de mensajes muertos ni el señor posible de alguna o ninguna palabra." Y tú que oyes solamente las ligerezas del paladar la liviandad del verbo: escúchame sí ya que siempre hablarán otras gargantas antes o después de tu más mudo silencio. Pero nada diré delante de orejas que no te pertenezcan: no soy el dueño de los felices vocablos o términos que nombran el color indoloro del mundo: no estaré jamás en medio de los elegidos: sólo me nombrarán cuando mi única voz se levante entre ajenas salivas como un simple árbol cuando yo me nombre propiamente según mi deseo y mi desprecio. En el desierto vacío nacen también pedazos partículas fragmentos fulgores de palabras que hemos hablado que no conocemos que nos dan nuestro nombre y nuestra sombra. Y ellas me siguen escarban entre sonidos enterrados olfatean su rastro de tinta insaciable. 9. "El cielo se alimenta en este día de las calientes luces engendradas por el sol. Y hay otro sol que es el mismo viajando más allá de las aguas visibles de la ennegrecida tierra: un solo astro como fuego negro soltándose del vientre de la noche que se inclina con su repetido temblor sobre las órbitas de todos los mundos. Pero el cielo desconoce las palabras y nosotros aquí queremos su boca de lodo translúcido para que pueda hablar desde los otros hombres para que nos guíe en tiempos de nubes enmohecidas de langostas con sus alas de fierro de un destino de pegajosas plumas y de inevitable oscuridad. El dios del aire nunca ha tenido columnas ni inscripciones ni templos. En él hay otros fuegos y las mieles recién cosechadas se amustian se enarenan y hay grietas en los frutos y los cerrados jardines desfallecen y el verbo del dios borra la entera palabra del hombre y el verbo incompleto del hombre borra las palabras del dios y de los hombres. Y en el aire transitan los ruidos del Nilo celeste pequeños ruidos como alguien gritando lejanamente desde una barca blanca. Los patos cantantes las claras palomas los adensados cuervos los pájaros totales son también voces en el curso espumoso del sol que en cada punto de su nueva luz nace con más fuerza y se nutre de sí mismo y de las sordas emanaciones de su mundo." ¿Debo ahora negar toda escritura? ¿Debo gritar que no soy ni seré el señor de ningún verbo ni el dueño de paletas y pinceles y pinturas ni el maestro de las ordenadas oraciones ni el propietario del martillo y el cincel? Mi alimento es el pan de cebada cocinado en las manos del sol mi bebida es jugo y burbuja de los granos rojos mis ungüentos y aceites salen de este cuerpo terrestre el olor de mis lomos o de mis ingles o de mi pelo es el olor del Nilo sin morir que navega en el clima poderoso de sus días. No hay tintas ni colores sagrados en esta mano duplicándose: solamente la marca de un anzuelo una canasta un remo una olla una espada un azadón una flecha una vasija una cuerda un fusil. Y más adentro de la piel que los perros conocen está el peso de otra piel con sus suaves raíces largamente acumuladas. Y esa cálida tela envuelve mis huesos para que no giman ni griten para que puedan renacer en su propio silencio. 10. "Eres perfecto en el interior de tu apartado corazón: en él estuvo desde el inicio la acostumbrada carne en él se reúnen todavía la piedra y la sombra en él continúa asentándose tu muerte de ayer. Mientras la misma barca conducida por cambiantes remeros como un camello del agua traspasa las venas del Nilo celeste y abre los arenales donde aúlla el hambriento escorpión y el lagarto recoge sus patas calcinadas. Eres perfecto como un estandarte que señala el sitio de la guerra: eres exacto como cada rueda de cada carro fabricado para el veloz combate y la traición: eres intocable porque te sientas a la orilla izquierda del padre de todos los ríos del padre que lanzara su esperma en medio del caudal que con él mismo creció. Y así viste flotar la verdosa dolencia del agua inmortal y las plumas ahogándose y los peces envejecidos y el cocodrilo supliciado y los otros ríos que navegan como arterias insondables en el cuerpo del Nilo celeste. Y allí sentado en la raíz de la curva del sol perfecto en tus lágrimas quisiste sollozar." No soy el funcionario no soy el copista no transcribo ni apunto ni manuscribo ni compongo ni cambio ni corrijo ni redacto ni garabateo ni subrayo. Los dioses de la mosca perturban el plasma destilado de la siesta. El dios de las ladillas excava en las ingles que ventiló el probable amor. ¿Cómo ser el escriba de conjuros y anales y dictámenes de cifras y tarjetas y folletos para provecho del dios de los turistas para lucro del dios de la banca global para beneficio de los dioses de plástico con todo su famélico poder? Es pobre mi discurso cuando la lengua canta los tonos y las cosas que ensucian los colores del mundo. Pero no hay en mis rodillas ni arena descompuesta ni pétalos carcomidos ni cenizas de incienso ni polvos de ningún metal. Estoy de pie y escucho cómo caminan las aguas sedientas del Nilo celeste. 11. "El halcón extiende las fronteras del aire sus vuelos los golpes de cada pluma son un viaje inacabado que las golondrinas reciben con dolor. Y la sutilísima libélula con cualquier pico o cualquier uña clavados en la espalda muerde la cintura de las moscas del agua cuyos restos como nervios herrumbrados caen sobre las cinco pieles terrestres aferradas todavía a los trazos temblantes de este pincel. Debajo de las quemadas cáscaras del cielo nadie termina de pintar las telas blancas ni de pulir la última sonrisa de la estatua ni de grabar los nombres y títulos de cada señor del poder en la última piedra ni de llenar el frasco con la tinta sagrada ni de completar a pura saliva las enseñanzas llegadas de lo alto ni de alzar la vasija o la botella con su cerveza roja ni de ajustar el remo o el motor de la barca que nunca se cansa. Y el trigo en las ollas tendrá frío y calor en sus cuerpos fragmentados y el humo quedará coagulándose en los techos como un nuevo dios de todas las hambres y de todo lo corrupto." Nada escribiré según lo ya escrito: no soy el que escribe sentado en el lomo de una nave arrancada de las vísceras de árbol ninguno. No me siento ni me acuclillo ni me inclino entre los muslos del trono de nadie. Nadie dirá que soy "un perro empobrecido" por no saber ladrar cuando sale la piedra amarilla de su casa de sombras. Soy escriba de pie y ante mí: escribiente cajista plumario mecanógrafo reiterador calígrafo sudatinta copiante pinturero. Pero he tocado a punta de mero hueso la leche fluyente de la madre y el padre de todos los ríos. Y de pie en la orilla donde el escarabajo enfría su planeta de estiércol levanto ojos y vidrios y poros y pelos y gases y párpados: porque huelo y escucho las mugres del mundo y me niego a llorar. |
Saúl
Ibargoyen
De "Hentropía"
El Cairo/México DF, IX-XII 1998
Ir a índice de poesia |
Ir a índice de Ibargoyen, Saúl |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |