Patria perdida |
Un hombre con ropas cansadas camina sencillamente por las duras calles -que suponemos húmedas- de Londres. Debajo de su barba dispuesta para sólidos retratos silenciosa ante los hijos muertos deshecha en el taller generoso de las revoluciones la corbata anuda una flor solidaria y un corazón trabaja bebiendo las voces de Europa las miserias y luchas totales que explican y cambian el mundo. Sabemos que es fácil embriagarse con los múltiples vinos y obras y cantos humanos pero Carlos Marx -así se llama quien así estudia las húmedas calles de Londres- se apoya con sus pasos profundos en claras avenidas en mares tumultuosos que empiezan a derramarse a llegar hasta nosotros. Página a página exilio a exilio fue hecho este camino como creciendo de una hermosa barba descuidada cuya raíz es una flor o una corbata. El hombre camina hacia el sillón dulcemenete agazapado entre libros y cartas y papeles que el polvo de grandes tormentas armoniza y desordena. Carlos Marx tal vez no sabe que es un 14 de marzo de aquel Londres donde el oscuro signo de Piscis poco puede importar en su cansancio. Camina simplemente hacia su vieja tumba de Highgate donde su compañero Federico verá para cada siempre nacer y crecer y nacer la hierba nueva. |
Saúl Ibargoyen
Patria perdida
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