Invierno

poema de Sara de Ibáñez

del poemario "Las estaciones y otros poemas", 1956

 

                  I
Esa lágrima proscrita

que un orbe antiguo decora

y el párpado albar desflora

en una fuga marchita,

al crudo instante limita

los suspirados caudales,

y cuando en tímidas sales

muere su muerte extranjera,

se cuaja la luz austera

de tesoros espectrales.


Vibra el herrumbroso aroma

de un tímido sacramento,

y en su arrugado lamento

un pájaro se desploma;

grises copos de paloma

buscan alianzas de nieve,

y rota la pompa breve

que el vario fantasma inventa,

su delicada osamenta

pálidos adioses llueve.


Póstuma flor de la entraña

que en el angustioso nudo
consigo fundirse pudo

y en sí misma ser extraña.

Delgado ser que hoy empaña

la virginidad del hielo

sin reconocer el cielo

que el joven dios inaugura,

creador y criatura

de un temible retornelo.


                 II


Rompe un trueno de azahares

su leve piña sonora,

y rueda una ebúrnea aurora

sobre los beatos mares.
Lentos carmines polares

fraguan el rubor del día,

y alas de espuma sombría

cruzan hundiendo el paisaje

en el rasgado oleaje

de su eléctrica alegría.

 

Entre montañas secretas

abre el aliento divino,

y frisa un bosque hialino

con carámbanos violetas.

Salpican tiernos cometas

sus gozos desorbitados,

lumbre a lumbre flagelados
en voladora taujía,

sostienen la fiesta fría

de blanca muerte cercados.

 

Ondulan los asfodelos

un grave rumor de espadas,

y en corolas descuajadas

huyen los antiguos cielos.
La cerrazón de sus vuelos

roncas distancias consume,

y los ecos de un perfume

quemado en la flor del vino,

con silencio sibilino

la historia del aire asume.


                  III
 

En una vidriosa trisca

de violentos arrayanes

disloca sus ademanes

la sonámbula ventisca.

Estalla la nube arisca

que el divino paso embota,

y en la confusa derrota

de las cárcavas ilesas,

entre inmóviles pavesas

vuela una máscara rota.


Devora el humus jadeante

desdeñadas vestiduras,
y las desnudeces puras

estrenan su piel radiante;

la juventud del diamante

limpia las llagas del viento,

y con sabio vencimiento

de sus deleznables rosas,

de las fuentes tenebrosas

se aparta el labio sediento.


En reposo sensitivo

apura el germen isleño

la estricta gota del sueño

que hinche su horizonte vivo.

De su silencio cautivo

juega a la sombra su suerte

en el conmovido fuerte

donde el pensamiento vela

con la arrecida candela

lloviznada por la muerte.


                  IV
 

Retrocede la maleza

burladora del deseo

al tranquilo centelleo

de la sagrada cabeza.

Rudo pasmo de belleza

cunde en vivas espírales,

y en las lujurias lústrales
de lapidarios ciclones

sufren las encarnaciones

quebraduras celestiales.


Se inclina el rostro profundo,

flor de una cuádruple llama,

y un sol sin pausa derrama

por las médulas del mundo.

Salmodia el claustro fecundo

de la espiritual hoguera

y en la mañana primera

del fuego desnudo, brilla

la espantosa maravilla

tras la sellada frontera.


Relampaguea una rosa

su memorial por la frente,

y el clamor de un trigo ausente

busca la lengua gloriosa.
Uvas de luz cautelosa

oblicuan lívidos astros

en los tercos alabastros

donde la sangre renuncia,

y el blanco en el blanco anuncia

la dispersión de sus rastros.

 

                    V

 

Ciego, de olvido en olvido

su intacta estrella circula,
y las tinieblas vincula con amor jamás oído.
Pensó el espejo y ha sido

desterrado del espejo

que en paréntesis perplejo

abre la muerte y entorna,

y a su soledad retorna
vencido por un reflejo.


Retorna el dios sin hallar

al enemigo en que abdica,

desde él se busca y replica

doble ardor y guerra impar.

Cuando se quiere alcanzar

en la cima de sí mismo,

pudoroso cataclismo

la victoria escamotea,

y en implacable marea

se vuelve la cumbre abismo.


Sólo la flor de la nieve

que en ardiente simulacro

cautiva del aire sacro

corrige una ausencia breve.

Sólo la flor de la nieve

volcando el cielo cetrino,

y el latido cristalino

de una cósmica agonía.
La nieve y su flor impía

sobre el silencio divino.

poema de Sara de Ibáñez

del poemario "Las estaciones y otros poemas", 1956

Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación

Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)

 

Ver, además:
               Sara de Ibáñez en Letras Uruguay

 

Editado por el editor de Letras Uruguay 

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