El muro poema de Sara de Ibáñez del poemario "Canto póstumo" A Rafael Alberti y María Teresa León |
|
Ya ha pasado el incendio. Se apagó el turbio fuego; el de las torpes lenguas floridas de serpientes, el de las sucias rosas, el ángel miserable
que manchó sus cabellos y arrodilló su estrella. y la tromba de hiel que puso el cielo verde, el choque de los dientes y las manos cruzadas,
y el
olor de la carne sin amorosa tierra. las espinas furiosas y los ojos heridos, el lecho suspendido entre el viento y la sangre
y las mutilaciones del corazón alerta.
con la boca
entreabierta por los negros racimos.
pisando las agudas
gargantas de los héroes.
los sudores del hierro
que insultaba la hierba. de nubes limpias, de agua que no moja a los muertos, de ráfagas que mueven flores sin podredumbre
y cantos que no quiebran los ay es escondidos. ¿Pero puede salirse para mirar el cielo, para reconocer la pura voz del aire jugando entre las hojas con flamantes violines? ¿Vuelven, vuelven las manos azuladas de plomo
a sus callos de pan y a su manso banquete?
y corre el dulce grano
rumorean do su oro?
a embotar sus
guadañas de fatigado acecho?
como un cristal extraño
callado, bajo el polvo? y los dorados hombros, de castigado bronce
podrán llevar en andas al nuevo sol
de España? que todavía cuelgan brazos tristes y fijos
con un latido sordo que les quema las venas. sin incendio, sin lucha, sin laurel, sin paloma, medrando tenazmente como un hongo podrido
dentro de los bravíos corazones del pueblo.
y que ponga
en las plantas: huracanes y ardores. dos centellas que enfrenten sus flores repentinas. Ahora es el muro, el muro donde la sombra aprende los estremecimientos de un tigre ensangrentado. Ahora es el muro, el terco muro sin una brecha,
sin un ojo de aire, sin un
río secreto, solo, aislado, maldito. Isla desventurada,
perdida entre arrecifes de endurecido llanto. de miradas que muerden más profundo que el hierro; el muro en que reclinan sus altivas espaldas
los hombres que pudieron elegirse la muerte.
los finos arquitectos
de la sonrisa grande.
regados por la lumbre
más honda de la tierra.
los más iluminados hijos
de la esperanza. aún no canta el trigo ni la muerte reposa. |
Sara de Ibáñez 1940
del poemario "Canto póstumo"
Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación
Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)
Ver, además:
Sara de
Ibáñez en Letras Uruguay
Editado por el editor de Letras Uruguay
email echinope@gmail.com
twitter https://twitter.com/echinope
facebook: https://www.facebook.com/carlos.echinopearce
linkedin: https://www.linkedin.com/in/carlos-echinope-arce-1a628a35/
Métodos para apoyar la labor cultural de Letras-Uruguay
Ir a página inicio |
Ir a índice de poesía |
Ir a índice de Sara Ibáñez |
Ir a índice de autores |