El hada manzana 
poema de
Julio Herrera y Reissig

De "Las Pascuas del Tiempo"

(Es de noche. Su verde tocado de hiedra

Ostenta el Castillo. Como alma de plata,

Parece que piensa la triste laguna.
Haciendo tina rígida mueca de piedra

Se asoma la luna...
 

                         I
 

Aparece un espectro:
                              Yo he sido
La sexual unidad : 1 y 2 ;
El sabroso misterio de arcilla;
La palabra de carne

Modelada en la pluma de Dios!


Eva soy, la sagrada costilla,
La hostia de barro y el bloque de hueso

Convertido en estatua de Amor,
En la fiesta de un beso,
De un beso paterno del Rey Hacedor!

 

Nací una mañana. Su mágico efluvio

Vertía la joven locuaz Primavera.
Festejando mi casto connubio,
El sol derramaba en la alegre pradera,
Su fúlgido y cálido champaña rubio.

 

Timbal amoroso en la fiesta divina,
Sonó de placer mi floral corazón,
Al ver á mi lado
La forma de un sueño, de un sueño encarnado,

Un hombre perfecto y un Dios en botón!


Volaron las aves cual almas de flores,
Y serpentinearon las magas Auroras,
Llegaron riendo los ebrios Amores.

Bailaron su fuga las Horas,
Temblaron del Cosmus los ígneos andamios,
Y en sus húmedas lenguas sonoras,
Cantaron los ríos sus Epitalamios.

 

Adán me adoraba. Mi cuerpo de casta hermosura,

Formaba su artístico y único numen,
             Y el todo-resumen

De todo lo blanco de toda blancura.

 

Sus labios, cual puertas del rojo país del Rubí,

Sabían a jugos de rosa, besándome a mi;
Los míos rimaban cual versos de casto arrebol.
Él, Mago, leía en mi frente, de hinojos;
Yo, Diosa, miraba a través de sus ojos

La Ciudad de diamantes del Sol!

 

No sabiendo de impúdicos lazos,
Vivía desnuda y amaba dormida,
             Sin saber que los brazos

Representan las dos unidades de carne

Que forman el Todo, que forman la Vida.

No habiendo comido del fruto fatal de los sabios,

Del fruto que trajo la lepra del Mundo,
De dulces misterios y tristes verdades,
Yo besaba a mi Adán en [os labios,
Sin soñar en el beso fecundo

Que forma la cifra de tres unidades.
                        

                       II


Una noche... Vestía la Luna

            Su pálida veste;
Pensativo mirábase el cielo
Con su regia y eterna pupila celeste ;

 

Los sauces mostraban su manto al desgaire;
No había en la Tierra ni sombra de bruma;
Al compás de las violas del aire,
Bailaban las ondas,
Su loca y ligera gavota de espuma.


Charlaban de amores, en lengua aromática,

Dos novios jazmines con voz doctoral,

Bajo la pompa, de princesa asiática,
De un pavo real.

 

Luciérnagas de oro, llevando en sus arcas

Tesoros que hoy sólo se dan en Ormuz,

Temblando escribían, para las estrellas,
En hojas de rosas, mensajes de luz.

 

Orquestas de alondras y de ruiseñores,

Daban a los aires bellas barcarolas;
Y a un verde balcón de follaje, asomadas

Por vez primera, dos amapolas

Se miraban mudas y ruborizadas.

 

Un dulce granado mostraba sus frutos

De donde salían rojos aneurismas;
Mientras enseriaban, doctas mariposas,
A un enjambre de orquídeas y rosas,
Su regio irisado alfabeto de prismas.


                      III
 

De pronto sentíme agitada :
Crujieron mis huesos; mis carnes temblaron;
Fue noche en mis ojos; mis fuerzas flaquearon.,.
            Un Hada,
Graciosa y pintada como un embeleso,
El Hada Manzana, acercóse a mi boca
Y la dio un aromático beso.
            Sentíme turbada:
La nueva visita era joven y hermosa,
Su cuerpo era curvo, su cara fogosa,
Tenía las líneas que el Padre de Grecia

            Hubo más tarde prescripto

Sobre el mórbido mármol de Venus la Diosa,
Y las reinas durezas del hada de Egipto.
 

No pude oponer resistencia a los besos

Del Hada Manzana,
Quien díjome, toda teñida de grana:

 

«Amiga del alma! mi hermano, el Pecado,

«Que tiene la forma que admiran tus ojos,

«La misma ternura, los frescos y rojos

«Matices sangrientos que te han agradado,
«Concedióme esta noche permiso

«Para visitarte,
«Y heme en los dominios de este Paraíso. »


Dijo, prosiguiendo, la Reina Manzana :
«Como eres cumplida, te espero mañana,
«Quiero presentarte,
« En mi hermoso castillo encantado,
«A mi hermano querido, el Pecado.

                   IV


Desperté del sueño, Fuíme al otra día,
Y arrojóme a los pies, del Pecado:
Gallardo mancebo, rico y ataviado.
Declaróme su amor; yo sentía

A cada palabra, m¡ espíritu arder:
Crujieron mis huesos j mis carnes temblaron;
Fue noche en mis ojos; mis fuerzas flaquearon.,.
            Y a sus besos sentime Mujer!


                             V


Es de noche. Su verde tocado de hiedra

Ostenta el Castillo. Como alma de plata,
Parece que piensa la triste laguna.
Haciendo una rígida mueca de piedra

            Se esconde la Luna...

poema de Julio Herrera y Reissig 1900.

De "Las Pascuas del Tiempo"
Gentileza de los fondo de la Biblioteca Nacional de España
 

Ver, además:
             Julio Herrera y Reissig en Letras Uruguay

 

Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce   

Email: echinope@gmail.com

Twitter: https://twitter.com/echinope

facebook: https://www.facebook.com/carlos.echinopearce

instagram: https://www.instagram.com/cechinope/

Linkedin: https://www.linkedin.com/in/carlos-echinope-arce-1a628a35/ 

 

Métodos para apoyar la labor cultural de Letras-Uruguay

 

 

 

Ir a índice de poesía

 

Ir a índice de Julio Herrera y Reissig

 

Ir a página inicio

 

Ir a índice de autores