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dialogo patriótico Entre Ramón Contreras, gaucho de la Guardia del Monte, y Chano, capataz de una estancia en las islas del Tordillo Bartolomé Hidalgo |
CHANO ¿Qué
dice, amigo Ramón, qué
anda haciendo por mi Pago en
el zaino parejero? CONTRERAS Amigo,
lo ando variando, porque
tiene que correr con
el cebruno de Hilario. CHANO ¡Qué
me cuenta! Si es ansí voy
a poner ocho a cuatro a
favor de esté bagual, mire
amigo que es caballo que
en la rompida no más ya
se recostó al contrario. CONTRERAS ¿Y
cómo jue desde el día que
estuvimos platicando? CHANO Con
salú; pero sin yerba; desensille
su caballo, tienda
el apero y descanse. Tomá
este pingo, Mariano, y
con el bayo amarillo caminá
y acollarálo. ¡Mire
que de aquí a la Guardia hay
un tirón temerario/ CONTRERAS Y
con tantos aguaceros está
el camino pesao, y
malevos que da miedo anda
uno no más topando, lo
güeno que yo afilé a
mi gusto el envenao, !e
hice con las de domar cuatro
preguntas al zaino, y
en cuanto lo vi ganoso y
que se iba alborotando, le
aflojé todo y me vine, pero
siempre maliciando... Velay
yerba, amigo viejo, iremos
cimarroniando. CHANO ¿Y
cómo ya con la Patria que
me tiene con cuidan? Ayer.
unos óficiales cayeron
por lo de Pablo y
mientras tomaban mate, lo
asentaron, y mudaron, leyeron
unas noticias atento
del rey Fernando, que
solicita con ansia por
medio de diputaos ser
aquí reconocido su
constitución jurando. CONTRERAS Anda
el runrún hace días, por
cierto no lo engañaron: los
diputaos vinieron, y
desde el barco mandaron toda
la papelería a
nombre del rey Fernando-, ¡y
venían roncadores... la
pu... los maturrangos! Pero,
amigo, nuestra junta al
grito les largó el guacho y
les mandó una respuesta más
linda que San Bernardo. ¡Ah
gauchos escribinistas en
el papel de un cigarro/ Viendo
ellos que no embocaban, y
que los habían torniao, alzaron
los contrapesos y
dando güeltas al barco, se
jueron sin despedirse... Vayan
con doscientos diablos. CHANO Mire
que es hombre muy rudo el
amigo Don Fernando: lo
contemplo tan inútil asigún
lo he figurao, que
creo que ni silbar sabe,
como yo soy Chano. De
balde dimos la baja a
todos sus mandatarios, y
por nuestra libertá y
sus derechos sagraos nos
salimos campo ajuera, y
al enemigo topando, el
poncho a medio envolver y
el alfajor en la mano, con
el corazón en Dios y
en el santo escapulario de
nuestra Virgen del Carmen, haciendo
cuerpo de gato; sin
reparar en las balas ni
en los juertes cañonazos, nos
golpiamos en la boca y
ya nos entreveramos; y
a éste quiero, a éste no quiero, los
juimos arrinconando, y
a un grito: ¡Viva la Patria! el
coraje redoblamos, y
entre tiros y humadera, entre
reveses y tajos, empezaron
a flaquiar, y
tan del todo aflojaron, que
de esta gran competencia ni
memoria nos dejaron. De
balde en otras aiciones les
dimos contra los cardos; y
si no que le pregunten a
Posadas el mentao cómo
le jue allá en las Piedras, y
después allá en los barcos. Diga
Tristán... Mas no quiero gastar
pólvora en chimangos, porque
era Tristán más triste que
hombre pobre enamorao. Muesas
en la del Cerrito; Marcó
flojo y sanguinario en
la afición de Chacabuco, Osorio
es hombre fortacho allá
en los Cerros de Espejo en
la pendencia de Maipo. Hable
Quimper y ese O'Relly y
otros muchos que ahura callo. Todo
es de balde, Contreras, pues
si conoce Fernando que
aunque haga rodar la taba culos
no más sigue echando, ¿no
es una barbaridá el
venir ahura roncando? Mejor
es que duerma poco, porque
amigo, a sus vasallos el
nombre de Libertá creo
que les va agradando, y
como él medio se acueste, cuanto
se quede roncando ya
le hicieron trus la vaca, y
ya me lo capotiaron. CONTRERAS ¡Ah
Chano, si de sabido perdiz
se hace entre las manos! Cuanto
me ha dicho es ansina y
yo no puedo negarlo; pero
esté usté en el aquel que
ellos andan cabuliando a
ver si nos desunimos del
todo, y en este caso arrancarnos
lo que es nuestro y
hasta el chiripá limpiarnos. CHANO ¡No
toque, amigo, ese punto porque
me llevan los diablos! ¿Quién
nos mojaría la oreja si
uniéramos nuestros brazos? No
digo un Rey tan lulingo; mas
ni todos los tiranos juntos,
con más soldadesca que
hay yeguada en nuestros campos nos
habían de hacer roncha; pero
amigo, es el trabajo que
nuestras desavenencias nos
tienen medio atrasaos. ¡Ah
sangre, amigo, preciosa tanta
que se ha derramao! ¿No
es un dolor ver, Contreras, que
ya los americanos vivimos
en guerra eterna, y
que al enemigo dando ratos
alegres y güenos los
tengamos bien amargos? Pero
yo espero desta hecha saludar
al Sol de Mayo, en
días más lisonjeros, unido
con mis hermanos. Y
ansi no hay que recular, que
ya San Martín el bravo está
en las puertas de Lima con
puros mozos amargos, soldadesca
corajuda, y
sigún me han informao en
Lima hay tanto patriota que
Pezuela anda orejiando, y
en logrando su redota ha
de cambiar nuestro Estado, pues
renace el patriotismo en
el más infeliz rancho. CONTRERAS Sí,
señor, dejuramente. ¡Ah
momento suspiran! Y
en cuanto esto se concluya al
grito nos descolgamos con
latón y garabina, a
suplicarle a un tapao que
largue no más lo ajeno, porque
es terrible pecao contra
el gusto de su dueño usar
lo que no se ha dao; y
en concencia yo no quiero (porque
soy muy güen cristiano) que
ninguno se condene por
hecho tan temerario. CHANO ¡Eso
sí, Ramón Contreras! ¿Se
acuerda del fandangazo que
vimos en lo de Andújar cuando
el general Belgrano hizo
sonar los cueritos en
Salta a los maturrangos? Por
cierto que en esta aición (sin
intención de dañarnos) hizo
un barro el general que
aún hoy lo estamos pagando; él
quiso ser generoso y
presto miró su engaño, cuando
hizo armas en su contra el
juramentao Castro, que
quebrantando su voto manchó
su honor y su grao. Estas
generosidades muy
lejos nos han tirao, porque
el tirano presume que
un proceder tan bizarro sólo
es falta de justicia; pero
esto ya se ha pasao, y
no será malo, amigo, si
por fin escarmentamos. Por
ahura saque el cuchillo, despachemos
este asao y
sestiaremos después, para
ir a lo del Pelao a
ver si entre su manada está,
amigo, mi picazo, que
hace días que este bruto de
las mansas se ha apartao. Comieron
con gran quietú, y
después de haber sestiao ensillaron
medio flojo, y
se salieron al tranco al
rancho de Andrés Bordón, alias
el Indio Pelao, que
en las pendencias de arriba sirvió
de triste soldao, y
en Vilcapugio de un tiro una
pierna le troncharon. Dieron
el grito en el cerco, los
perros se alborotaron; Bordón
dejó la cocina, !os
hizo apiar del caballo; y
lo que entre ellos pasó lo
diremos más despacio en
otra ocasión, que en ésta ya la pluma se ha cansao. |
Bartolomé
Hidalgo.
Cielitos y diálogos patrióticos
Te escaneado por mi, editor de Letras Uruguay, en febrero del año 2003. echinope@gmail.com Twitter: @echinope
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