Adicción
Gustavo Hellbusch Maldonado

por fin mis labios,
piedras inquietas
te han encontrado.

fluyes en mi sangre,
eficaz dosis.

Tu efecto es un trueno cuyo rayo la noche se ocupó de ocultar,
pero lejos está de aturdir mis oídos y alterar mi pulso.
Es una sinfonía de notas únicas, de instrumentos
que aún no se han inventado,
y que no se inventarán jamás.

me transportas a mundos multicolores.
Detienes al asesino de agujas opresoras que,
pese a ser condenado por un gran héroe antes de la tempestad,
continúa, eternamente avergonzado,
con sus sutiles crímenes.

Que difícil es describir tus manos, 
alas de roja seda.

Me tomas del brazo izquierdo.
y me llevas mas allá del cenit.
Vuelo fugaz...

Allí nos esperan tus hadas azules
y tus arlequines amarillos,
inquietos malabaristas.

Corremos volando, atentos,
entre brillos
y hermosas pinceladas.

Cuando el tirano mas temido
se cuelga de mis pies e impide mi respirar tranquilo,
lo ahuyentas con tu mirada de armadura.
Y con un silencio de mil palabras,
me alejas saludando
a aquellos individuos sonrientes que saben vivir.
Flotamos hacia otro paisaje,
cuya frescura aun no es dividida por pequeñas grietas.

Millones de ojos de estatua
contemplan nuestro desfilar,
entendiendo que.....
me has proclamado
Rey de los Cielos
los Aires
y los Vientos

Porque la tierra es y será siempre
solo para mortales.

Gustavo Hellbusch Maldonado 

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