El barrio parece estar desierto.
No circula ningún auto por el bulevar; raro. 12.30 AM puede ser que se deba a la lluvia y al frío de Mayo.
Es hora de salir a la noche que por más que nos salva por un rato de la congoja, lo más probable es que este momento dedicado al vodka y a los excesos, termine a la mañana siguiente en cualquier otro lugar menos en el que empezó hoy el ruido. Es seguro que ésta llegue a su fin sin habernos aportado nada mas que una lista nueva de historias de vida patéticas contadas con repetitivas frases en circulo abombado y poco normal dichas cada vez con idéntica devoción de psicópata muy fan.
Así la noche pasa.
Quizás aparezcan esta vez rostros nuevos, algunos muy desgastados, otros como vivos testimonios de los años que pasan con honda huella, camino de mulas.
Habremos pasado de la euforia a la serenidad varias veces llegando luego hasta la misma melancolía de punta filosa. Con ganas de auto castigo que nos deja por un rato en profundo silencio que de golpe se corta con el sonido de una voz que llega desde en frente: ¨cerveza?¨- dice. Y ahí ves la botella marrón delante de tus ojos idos, extendida, esperando.
Al terminar la noche, ésta también puede dejarnos una resaca de distinto nivel dependiendo de nuestro grado de entrenamiento en la cuestión.
Recordar viene después, o no.
Dentro del Bar, se alcanzan a ver en gran número los ojos de muchos que se creen astutos. Se han dedicado hoy a salir ellos, todos juntos, buscando una fama que no tienen ni nunca tendrán.
Los cuentos y las charlas se vuelven puros desvaríos y la mentira flota en el ambiente con ganas de llorar. Hay Humo y todo está oscuro de manera de ver apenas y esconder un poco más.
En la puerta del lugar, dos punkies borrachas que no pudieron entrar enfundadas cada una en su negro uniforme punk, quieren pelearse con cualquiera mientras se hacen mutuamente agujeros en las medias de nylon obligatorias de los punks.
Nos vamos del lugar.
Mas adelante por la misma cuadra, un adolescente tirado sobre su vómito púrpura de vino lija sin comida duerme sin frío descansado sobre la anestesia de las pastillas. Probablemente cerca o muy lejos de allí alguien lo espere a dormir, pero es muy probable también que ya no lo espere mas nadie porque hace rato que no acostumbra volver ni los viernes ni mucho menos los sábados. El nunca vuelve y esto es normal.
Seguimos por la misma calle y tirados en el jardín de una casa, dos jóvenes apurados y sudados todos rojos a pesar del frío, se aman como pueden porque sus cuerpos piden mientras sus cabezas gobernadas por el humo y el vaho etílico ya no quieren pensar nada mas… Por favor, solo por hoy, no pensar…
Seguimos. Llegando casi a la calle principal, un joven que se cree hippie nos pide ¨una fuerza¨ para el boleto del bus. Seguimos caminando pero él insiste pesado y borracho y camina con nosotros un par de cuadras más hablando sin que nadie lo escuche mientras se ríe sólo con una mezcla insoportable de violencia y soledad.
Teniendo en cuenta que ya son casi las 6 de la mañana, caer o seguir haciendo realmente nada, nos da igual.
Por eso decidimos ir a ver qué pasa en el
Bar - Cueva que sabemos que está abierto las 24 horas.
Solo 3 mesas están ocupadas cuando llegamos al Bar. Allí 2 mozos pálidos y un dueño colorado y gordo desde atrás de la barra nos miran sin ningún gesto en la expresión de sus caras, están cansados y no sabemos si ríen o lloran, si nos quieren ahí o nos odian en silencio por molestarlos en su estática posición atrás de la barra que no quieren cambiar.
El resto del plantel está borracho y de a ratos están todos muy callados y de a ratos gritan todos juntos muy alto. A nosotros nada nos conmueve y lejos de todo todavía seguimos hablando y hablando sin parar.
Hace rato ya que se hizo de día.
Nos vamos y aunque no estamos seguros de que el dueño del único auto puede manejar subimos igual.
Desde la ventana vemos pasar gente por la Rambla que ha salido a caminar.
Ya no hablamos más. Solo queremos llegar. |