De que trata "Vientos de tierramar"
Sergio Gutiérrez

Aventura y ficción, miedo y muerte, de matiz filosófico, por momentos místico, se dan la mano en este libro de relatos, dividido en tres partes. En la primera, como una pequeña novela, los Cuentos de la costa muestran, en retahíla, un hilo conductor que se va presentando dentro de su inseparable escenario: la costa montevideana.

Cabe agregar que el mismo paisaje es el lugar donde trabajan los protagonistas (guardavidas). El narrador no centra su vista en ello, sino que se distiende en sus alrededores, y rescata aquellas pequeñeces que luego ofrece al lector.

Algunos personajes de paso irrumpen como el Pampero o una tormenta de verano, dejando tras de sí una marejada o una cálida brisa que antecede a la salida de la luna. El mar, como un grano de arena en la carne de la ostra, va pulimentando la "arqueología psicológica" de los personajes, y los hace transitar por la línea peligrosa y variopinta de la locura. Ahora, es una locura, como dijera el Cuate, "esférica", una locura que se define por rebelarse ante las formas angulares que el ritmo de la vida moldea en los seres humanos.

El Flaco Naso, Pedro y el marino Cuate, también el Niño, son personajes esféricos que oscilan entre la tierra y el mar, produciendo estados de humor cambiantes y antagónicos.

En "Naturaleza de ángeles", uno de los personajes expresa: "El mar se te mete adentro como a una botella vacía... por más que uno se empeñe en poner la botella boca abajo, romperla si es necesario, el agua cae pero el salitre queda adherido a las paredes. El mar exige mar."

Más adelante el narrador continúa reflexionando: "¿Qué poder misterioso nos vuelve reverentes ante él?"

En la segunda parte, los Cuentos salpicados de mar, comienza con una trilogía que describe al último de una familia de pescadores, tío abuelo del narrador, cuando una mortal enfermedad lo reduce a la cama de un sanatorio y en la que, juntos, narrador y personaje, comienzan a meditar acerca de la importancia del mar en sus vidas.

Luego continúa salpicando el libro en "¿Qué apostamos?", historia de dos compañeros de cantina que esperan ansiosos un acontecimiento, para con un rudimentario método, medir quién tiene razón.

En "La cruz" se describe la trágica historia de un pescador artesanal que se ve atrapado por un Pampero, mar adentro, en una chalana que hace agua y sin motor. A merced del mar, el protagonista ve impotente cómo desaparece un grupo de pescadores aficionados que estaban en un islote, cuando el embravecido oleaje comienza a trepar por las rocas.

Por otra parte, el narrador cuenta como es una temporada de verano acompañado por "Saeta", un perro escuálido y sarnoso al que ve agonizar, pero que con un puñado diario de caricias y comida, salva.

El "Joven dormido" es un vuelo contemplativo entre el mar, los torpes cargueros que se desplazan por el horizonte, una historia, dos manos de arena, palomas, el arte y el yo del narrador.

La tercera parte, Cuentos con olor a mar, son relatos breves, casi fotografías; reflexiones sobre esos efímeros y simples momentos que pueden dar como resultado el cambio de rumbo en la vida de un ser humano.

El libro culmina con el "Encuentro" del destino del narrador. Aunque sin respuestas a la locura, ahora que ha regresado de una de las etapas del gran viaje, con una mirada más profunda que le ha dado el mismo recorrido, se percata de que en realidad, como dijera Morosoli, "El viaje recién empieza cuando se llega".

"Vientos de tierramar"
Sergio Gutiérrez

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