La vida en clave de Já |
Un día, cuando nació el Escepticismo, lógicamente comadreada por la Desconfianza, la tierra entera se llenó de Suspicacias y entonces, la Prevención habitó entre nosotros. Aparecieron los refranes, como ese: “no todo lo que reluce es oro”, los dices: “¿será verdad, será posible?”, incluso las sentencias: “no todo santo es devoto” y hasta, las máximas: “en política no hay que ser ingenuos” o “hecha la Ley, hecha la trampa”. Así las cosas, la Vida comenzó tranquilamente su andar y el mundo, de tan redondo que es, se hizo llano y parejo y como “ejo”, es el terminal de la viveza y la criollada, el hombre se convirtió en pendejo. Cosa que no es ofensa ni mala palabra, siempre y cuando traduzca ingenio, propiedad y prontitud y no mala entraña, perjuicio ni malicia. Pero, resulta que prevaleciendo este último criterio, por obra y gracia del cruce entre el ibérico conquistador y el quechua subyugado (como afirman los historiadores y los augures), tal mestiza aptitud y conveniente actitud se elevó a los altares y se constituyó en suprema deidad de peruana devoción y peruanísima característica. Deidificación y tipicidad que indudablemente es constante fuente de inspiración y admiración de propios y extraños, tanto, que un ceviche a la peruana, sino lleva choros, no es ceviche y mejor aún, si por ahí sobresale un peje distraído y algún otro negro marisco, que acabe por redondear la idea de cuán dura y gruesa es la caparazón que nos protege de señalamientos y verdades. Infundios, calumnias, difamación, suele llamarlo la gente. Sí, precisamente esa, la auroleada con tan brillante terminativo “eja” y que siempre lloriquea, mordisquea y se queja y se apura por tapar el sol con un dedo. Y como aquí de tapar no se trata y sí más bien, de descubrir e inquirir, aconsejable sería que poniendo las barbas en remojo y la cabeza en agua fría (para no calentar neuronas ni propiciar tergiversaciones ni neuróticos modos), sopesemos acciones y apreciaciones, motivaciones y gestiones, por ejemplo, todas esas referidas a corrupción y austeridad. ¿Qué el plato preferido de los políticos, es el ceviche?, nadie lo duda. ¿Qué los políticos mucho se sirven y poco sirven?, tampoco es materia de duda. En consecuencia y siendo uniforme la opinión, una suerte de cleptocracia y maniática codicia como que los signa y los arrebaña, al extremo que hay que legislar para medirles sus ingresos y pararles la mano. Es que dentro la tipología y amplia variedad de la politocracia vigente, existen los que viviendo en ella, por ella y para ella y en su rango de menor jerarquía representativa por cuanto son elegidos como Mandantes o Apoderados, no como sus Mandones, de una provincia o un distrito, están los Alcaldes. El Varayoc del pueblo que ha de conducirlos hacia un mejor destino respecto, principalmente, calidad de vida, desarrollo urbanístico, progreso social, condiciones de sostenibilidad, seguridad y promoción ciudadana, etc. Resulta y es hecho general y comprobado, que la gran mayoría carece de gustos espartanos y adolece de encefalofecalitis aguda, máxime que no saben en qué gastar ni cómo gastar. Me explico, sobre todo en la cuestión de la “capacidad de gasto”, que simplemente se concreta y resume en proyectos y elaboración de proyectos, a fin de no permitirse ejecutar obras innecesarias (los clásicos elefantes blancos) u obras mal hechas. Muestras hay mil y en nuestro medio, una reciente: el by pass de la Avenida Parra en proceso de corrección. Yendo al principio, a la fecha y con lo del Decreto normando los Emolumentos edilicios, no sueldos ni salarios, Alcaldes y Regidores, Consejeros y Presidentes Regionales, Congresistas y hasta el Presidente de la República, no tienen CTS, gratificaciones, vacaciones o cualquier otro beneficio laboral, ya que su cargo proviene del voto popular y no de un Contrato de Trabajo. ¿Y ahora? Bueno, no os aflijeís, vosotros soís muy creativos y seguramente guardaís un as bajo la manga y cual grandes cevicheros, sus mercedes ya hallarán cómo medrar y contentarse, así que a quien San Pedro da, Dios se la bendiga… |
Luis
D. Gutiérrez Espinoza
Diario Arequipa al Día
26 de marzo de 2007
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