El desarrollo en blanco y negro |
Ciertamente el ser humano tiene el corazón a la izquierda, pero la cabeza bien al centro. Es decir, ella de por sí constituye el equilibrio y lo razonable, el ideal del balance que posibilitará un proceder sino perfecto, sí perfectible. En este contexto el Hombre, debido su ser intrínseco, emocionalmente tiende de manera natural hacia la izquierda y como un efectivo y oportuno contrapeso, el centro de su intelecto debido su ubicación y altura, tiende a la proyección y la previsión, a lo objetivo, racional y realista. Por tanto y en estos nuevos tiempos, ya no podemos hablar de antípodas y opuestos, “la izquierda y la derecha”, ni de los extremos tipo “los de arriba y los de abajo” o “humillados y ofendidos”, por cuanto el sistema mundial imperante del capital, la producción y el comercio, la ciencia y la tecnología a todos por igual nos avasalla y paradójicamente también nos impulsa y une, bajo condición que sepamos insertarnos en él, sin perder nuestras propias características y perspectivas, propuestas y posibilidades y no subyugarnos ni marginarnos, so pretexto de autonomía, independencia y soberanía. En el buen sentido, el sistema y la globalidad ya establecida prácticamente propicia nos vayamos interrelacionando y hayamos de ir promoviendo pluralidad e interdependencias. De allí que el conocimiento, la capacidad y la educación en y para el desarrollo, deban ser nuestras metas y principal objetivo, generador de esa especial dinámica que caracteriza a toda nación deseosa de salir adelante, porque un proyecto país necesariamente pasa por la educación, la capacidad y el conocimiento, lo demás es poner piedras en el camino y perder la obligatoria visión de presente y futuro que todos debemos asimilar, máxime considerando nuestras carencias y nuestros requerimientos regionales y nacionales. En tal concepción, la política y el hacer política jueguan un rol preponderante y decisivo en las ideas, metodología y acción que hayan de tomarse para plantear, implementar y coadyuvar la consecución de logros y proposiciones de cambio, dirección y camino. Entonces es cuando evaluando nuestras formas de gobierno y de gobernar, universalmente aceptadas y experimentadas respecto la Democracia, vemos que las variantes son: 1) Democtaduras, gobiernos dictatoriales que disfrazados de democracia y amparándose en la demagogia, el resentimiento y el populacherismo, el asistencialismo y la polarización, detentan el poder y usando y abusando de él, trabajan su perpetuación y mesianización. 2) Democretinos, gobiernos débiles e incapaces que exhibiendo comprensión, tolerancia y entendimiento, dialogizan el poder y claudicando o desentendiéndose de él, simplemente van con la corriente y contrarrestan a conveniencia la oposición y la insatisfacción popular. 3) Democrateros, gobiernos complacientes, seudoplurales y horizontales, que amparándose en el querer estar bien con todos, acaban no estándolo con nadie o solamente con un sector, por cuanto más les preocupa su imagen y protección de los derechos, que los deberes y las obligaciones generales con vistas a que los dejen maniobrar y acabar su periodo. 4) Democreibles, gobiernos realistas y concretos que apuntando a la razonabilidad y la historia, la justicia y la necesidad, promueven la inclusión y la participación ciudadana bajo un reto y proyecto país, que viabilice y optimice, garantice y agilice el desempeño y la distribución de los recursos y el poder mismo. Todo esto se da si consideramos que merced nuestro voto y nuestras facultades para elegir y ser elegidos, resulta que constituimos a nuestros Representantes o Mandatarios y por esta pequeña triquiñuela constitucional de “Mandantes” automáticamente nos convertimos en “Mandados”, porque nos sujetamos al poder que nosotros mismos les conferimos y originamos el surgimiento de los “Mandones” y los “Mandaderos”, que al rebasar sus funciones y atribuciones, se hacen los más reacios al sistema ya que entornillándose en él, ni dan pase a la capacidad ni son capaces de vivir y trabajar el desarrollo. Así que… |
Luis
D. Gutiérrez Espinoza
Diario Arequipa al Día
18 de diciembre de 2006
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