Con Ton y Son
Camaná, una historia para contar

Luis D. Gutiérrez Espinoza
Arequipa - Perú

Recordado socito:

Vierausté cuánto deseo irme por allá pa’ que a luz de lumbre, aunque sea hasta que las velas no ardan y el sol nos queme la frente, pudiéramos conversarnos harto de las cosas de nuestro terruño.

Oigasté, cómo ha progresado, ¿no? Pero, si así debe ser, caminar junto con la vida y los tiempos, echando siempre pa’delante, poniendo el granito de arena pa’ que’l mundo vaya cambiando y quienes tengan el seso duro, aprendan a aceptar la realidad, ¿acaso no es pa’l bien general?

Socio, por la purita verdad, ¡vé!, con estos dedos en cruz, ‘toy con ganas de arrancarme cruzando chacras y bordos pa’ llegar hasta el río, chimbar y meterme por lo pampallo, maber si cojo camarones, d’esos taca gorda y prepararnos una capizca como pa’ que’l Obispo pida le convidemos, ¿usté qué dice? O, a lo mejor habrá por ahí un lechoncito bien cebado pa’ una chicharroneada o una frijolada con plato hondo que dizque lueguito luego ventilan el fundillo... tanto será el aire que los pantalones solitos andan y la fragancia entibia el ambiente a punta de anís.

Yo sé que vos preferís un chupe matalambre o un tallarín de chocas, nimporta, lo asentamos con un tremendo pisco cagafuego remojado en pan mollete o siquiera con allullas pa’ poder darle gusto a la nostalgia y embravecer la voz, mismo mar en amanecida cargando cariño de atarraya plena a alguna zambita picante y apachurrable, ¡ujujú!, entonces entonando algún Huachanaco… a la manera y modo de Camaná/ recio me pongo a cantar/ digamos que pa’ relatar/ un poco de lo que tenemos acá… crece la sandía esa donde parió la chancha colorada y recién pa’l destete salieron las crías buscando un mayor espacio.

Pucha socito, si es pa’ no creerlo, acuérdese nomás cuando llegó el primer avión y avisaron que’l motor tenía nosecuántos caballos de juerza, ¿qué no trajeron un montón de forraje pa’ sustentar a las bestias? Cómo será de fregada la gente que a uno le achacan falsos, fíjese usté, decir además que las camanejas con pechugonzotas porque las guaguas cuando maman, soplan.

¿Será justo?, como si las cuestiones fuesen al revés. Dese cuenta, usté que nadita tiene de lerdo, todito lo difunden y lo confunden por molestar, pa’ que uno haciéndoles caso pueda servirles de cuerda y risa, en fin… agora si usté los pone en sus cabales, llévelos por la playa y enséñeles cómo al cabo del anzuelo, viene ensartado muy bonito el canto de alguna sirena invitándolo a Las Cuevas pa’ admirar el tesoro de los piratas o saborearse un sudadito de machas, d’esas que están corre que te corre y ya no hay.

Vea usté, la identidad del camanience es especial y diferente, que si se les distingue por el habla, que si por el arroz, que si por la pinta salerosa de las muchachas, que si por los gallos (sea a pico o navaja, van criando fama y alcurnia), que si por lo ancho y corrido de sus orillas donde el verano es sano e inolvidable… qué le voy a contar si usté lo sabe mejor que yo y tienusté fresquecito y al pié los bienhechores de la tierra, mas, ¿qué falta pa’ que ninguno olvide el pasado ni las perspectivas del mañana?

Palabra socio, ¿quién no añora su lar querido?, apenas llega uno y ya quiere darse una vuelta por el valle entero, pa’ reconocerlo y llenarse los ojos con el verde verde de las sementeras, limpiarse los pulmones y el alma con el vientecillo de sus días refrescando al sol, que muy atareado tarde a tarde se reposa en el horizonte y ahí que le alcanzo mi saludo y mi homenaje con estos mis versos al ritmo propio y estilo nuestro, "Con Ton y Son" - Camaná, una historia para contar - que ojalás le gusten y disfrute, como quien dice pa’ que enseñemos a los que vienen y a vuelo de pájaro quienes fuimos y quienes somos, un poco de la reseña y la cultura popular de nuestra patria chica, paisano.

Mirando así, le digo y me digo, ¡salud socio! Recuerde que’l progreso no es solo festejos y palabra florida en aniversarios, sino y principalmente, obra continua oteando el futuro, gratitud de hombres honradamente trabajando y apoyando el trabajo.

Salud mi hermano y que viva y que beba.

Te abraza, Lucho.

A la manera y modo de Camaná

recio me pongo a cantar,

digamos que pa’ relatar

un poco de lo que tenemos acá.

 

Imploro a Dios y mi garganta

me concedan larga data,

pa’ que junto su bendición

yo cabal cumpla tal ilusión.

 

Que aquí con poesía celebro

lo bueno que tiene el cerebro

pa’ rememorar el ayer

y con fe, tamién en él creer.

 

Y si mi palabra no es maldada,

mucho menos malhablada,

a ustedes estos versos brindo

que yo interminable no me rindo.

 

Que’n este valle mis padres nacieron

y de en edad en edad su sangre curtieron

más aún si los suyos a él se debieron,

tanto, que en vida y saber florecieron.

 

Si antes el sol era la deidad

y agora la cruz es el signo

ante ellos me inclino digno,

hijo puro de única calidad.

 

Que soy de América y peninsular

y sangre de dos continentes

yendo al par y vuelta vernacular

conjugan ambas vertientes.

 

Y nadies ha de negar lo evidente

que’n mestizos nos convierte

mejor si pasado y hoy al paso van

y sin rencor ni distancia están.

 

Que así y azá somos

unidos como hermanos

y más tuabía si siendo peruanos

asimos brazos y juntos andamos.

 

Entonces y así, a lo llano

ahí que le alcanzo mi mano,

bien como pa’ agasajo del alma

o parejito pisquearnos con calma.

 

Y si esto no es harina de otro costal

cuerpo y verbo están en su garbanzal

y mejor en cuanto a recordar se refiere

que’l seso así su poder nos confiere.

 

Lo cuento de pecho y memoria

tal vez errando en historia,

formal otro corrija después

la ignara letra y el traspiés.

 

Huacapuy la vio renacer

como hispana y cristiana

hecha a ser y florecer

siempre noble y galana.

 

Camaná afirman significa:

"El que manda desde la cama",

yo aclaro que es por señorío

y no por atontador flojerío.

 

Sí pues, que’n este suelo el sudor manda

y nadies con ocios se anda

que cada cual y a su gusto la sufre

pa’ sanamente obtenerse lo que nutre.

 

Y si no es lo mismo Juana que Chana

hay que establecer la diferencia

que muchos creen, sin más referencia

que aquí se vive cual su real gana.

 

Usté nomás abra el entendimiento

a esto que’l alma recita

que nuestra provincia necesita

mucho de’l y más atrevimiento.

 

Sí, que’l progreso no viene a desgano

que tenaz uno ha de poner la mano

pa’ avanzar y ver otro porvenir,

que’so a los hijos ha de convenir.

 

En el lugar de mi origen

mi valle crece al pié del mar

y tiene la verde imagen

de la tierra que sabe dar.

 

Como el verbo es veraz y apologal

ruego tendamos el corazón

a la amistad y la razón

que la madre merece este ganancial.

 

Aprovecho esta ocasión

pa’ trinar mi voz camaneja

que pa’l día de mi difunción

anhelo irme sin una queja.

 

Que yo no quiero lamentos

ni ajeno ni propio ni conocido

por cuanto en esos momentos

yo estaré más lelo que comedido.

 

Y agora a vuestros oídos invoco

se olviden de tonos y compás

que yo con estos versos provoco

vueltas de tiempo y un poco más.

 

Y pese con la guitarra no soy ducho

yo que me llamo Lucho,

Gutiérrez Espinoza pa’ más señas,

alzo mi lírica y oyen hasta las peñas.

 

Y puesto que la noche se me hace día

y tiempo falta pa’ festejar al terruño,

este mi sentir y la vida mía

pido con tesón forjen un nuevo cuño.

 

Y entonces con mi copa en alto,

sin que ninguno sea caído del palto

y pareciendo un poco letrado

rápido contaré lo antaño y lo añorado.

 

Por mi padre he heredado

el tono y son del Huachanaco

como pa’ que cualquier convidado

le preste oídos al mismo Baco.

 

Siendo así, déjenme estar en su mesa

que soy una muy tranquila ave de paso

y como mi lengua no puede estar tiesa,

me obligo a refrescarla con este vaso.

 

Era la parra vino,

dulzor del arte decimero

que prende follaje palabrero

aquí, al borde del camino.

 

Y cómo me gusta gozarlo

que pa’ quitapenas nada lo supera

más si una Eva ha de acompañarlo

pa’ saborear todo lo que nos espera.

 

Su atención nomás un ratito,

ni me oscurezcan el pensamiento

que preciso la luz del silencio

pa’ hacerles grato este momento.

 

Estas coplas nacieron

a la sombra de un sauce silbador

y así jué como me convirtieron,

dizque un poquito cantador.

 

Que la vida así me ha premiado,

temple y nervio pa’ andar contento

y sin pretensiones de ser un portento

corro suelto y libre y hasta envidiado.

 

Muchos juran cada gallo canta en su gallinero

falso refrán digo yo que canto donde quiero

y no por malcriadez o hacer alarde

sino que así es esto que en mi pecho arde.

 

Y si quien mucho abarca poco aprieta

bien pegadito a la mocha prieta

a la luna le cuento con esta mi voz

todo lo lindo que nos damos los dos.

 

Recuerdo si la noche era galante

partir de ola en ola, ebrio y picante

por ahí, avizorando el instante

¡zás!, entrar y agarrar alguna bacante.

 

El divino más me favoreció

con esto que me aconteció,

designome una buena mujer

y díome cobijas de buen ver.

 

Con razón yo me pregunto

sino será de justicia

que con algo de malicia

yo la quiera al punto.

 

Me dicen que tengo suerte

y siempre debo estar sonriente,

¿cómo voy a estar satisfecho

si tuavía nada tengo hecho?

 

El sendero tirará largo,

habrá piedras en qué tropezarse

ella de la fe se hará cargo,

yo de que la mala no nos alcance.

 

Iremos donde nos lleve el trabajo

que pa’ eso mi madre me trajo

me enseñó a ser comedido

y con el licor ¡ajajá!, muy medido.

 

Presumo ya habrán advertido

de lo que sanamente intento,

a Camaná dedicarle mi contento,

a su atención, muy agradecido.

 

El grillo y su rústico violín

de negrito saltarín

sobresalta en los caminos

a fieros ladridos caninos.

 

Modesto Ventruís pasa,

dispuesto a encender la brasa

de alguna moza pinta ‘e pava

que de sapa no solo besos daba.

 

Sobrado de rienda y galope

y a filo de puro jarro

como pa’ combatir el catarro

¡ay!, que andaba golpe tras golpe.

 

Este era el hombre,

famoso salteador y bandolero

que un Subprefecto a luz de lumbre

metió en la boca un balazo artero.

 

Tal crimen en La Deheza se cometió

el verano de 1903 y en plena oscuridad,

Juan Caballero se llamaba la autoridad

y un solo disparo dijo lo que sucedió.

 

Aseveran la cuchara jué la guía

justo cuando el hombre comía

y el metal sus brillos daba,

Modesto ¡pum!, que’l gatillo jalaba.

 

Dijeron que la venganza jué la causa

que a golpes y azotes sin pausa

en la cárcel como a mártir lo pusieron

por unas vacas que solitas lo siguieron.

 

Luego el taimado murió

d’un lampazo que’l cumpa le dio

porque no hubo acuerdo al repartir

el botín que debían compartir.

 

En consecuencia, a lo hecho, pecho

que así y con mucho derecho,

a Dios rogando y el mazo dando

y ya verá usté cuánto sale ganando.

 

Eso de en campo ajeno rastrojar

es tratar a uno de estropear,

mientras para unos es la sudada

pa’ otros, toditita la entrada.

 

Apuesto que ninguno de los presentes

sabe lo que son las huarachas,

son las chozas vigilantes pa’ los hachas

que tamién usaban de socapa los amantes.

 

Porque pa’ estas licencias el peón

gusta disfrutar los calores

y machote se alegra en amores

aunque sea con la hija del patrón.

 

Había que recomponer la espalda

de los trasiegos de la hinchaca,

qué mejor que mujer pa’ la arreglada

así aliviaba, dándose al toma y daca.

 

Como ven, en esta virtuosa jugada

ambos ganan y ni quien se queje

pero si usté alarga a otra la mirada

¡ayayay!, quizás a un capón se asemeje.

 

Que pa’ lo de los celos y otras vainas

pucha, que las socias son bien bravas

ninguna se anda con tontainas

y menos con que solo pelan habas.

 

Así que así, santo y por la sombrita,

agora si usté tiene su hembrita,

el pecao téngalo bien guardadito

como pa’ que se lo goce solito.

 

Sí paisa, que lo de andar de atrevido

y más tuabía con la cabeza caliente

y el corazón cual tea ardiente

que’aí quede y nunca sea sabido.

 

Por tanto y sin mucho pregonar

ni dudoso o preciso de faldas alardear

viva cual discreto caballero

matando solo y haciéndola de torero.

 

Que cada cual maneja su redil

y sin parecer macho cerril

siempre a lo cauto tienda su laso

pa’ que nunca le corten el brazo.

 

Y si vemos que potro saltón y loco

del pasto solo come poco,

ya sabemos que no hay que desesperar

cuando a la baya tenga que esperar.

 

Los malos tratos de la vida

hay que tomarlos con paciencia

que así ganamos experiencia

y güelta no dejar la jeta tendida.

 

Si todo nos juera fácil

todito lo veríamos difícil,

bonito es lomiarse duro

pa’ luego saber salir del apuro.

 

Y sin morder más de lo que puede mascar

camine usté limpiamente,

caso contrario se puede atascar

y olvidarse transcurrir decentemente.

 

Y pa’ eso de lo justo y lo sereno

bueno es la devoción lo ayude,

La Candelaria pa’ quitarle lo veneno

y La Asunta que a las súplicas acude.

 

Y con estos dos Detentes

más el del Señor de los Milagros

como si del alma jueran presentes

adentro luzcan y verán qué logros.

 

Amén y sanseacabó dirá usté,

pero no y un poquito piensusté,

que una cosa es la rezada y el seso

y otra, la de verdad vivir sin peso.

 

Me dirijo a mis coterráneos,

a los que años fincan fuera,

antes que usté lejos muera

venga y conozca a los foráneos.

 

Que tengan nuestro aplauso y hermandad

porque impulsando un citadino andar

han promovido tamién la prosperidad

des’ta Camaná que atrás no se va quedar.

 

De repente no esté enterado

que mi gente es gente de trabajo

por eso le echa tremendo ajo

al que arribe y sea aflojado.

 

Pande irá el tunante

que se aprovecha del ignorante

¡ja!, cuentas tendrá que rendir

al varón que las venga a pedir.

 

Yo no sé de ‘onde remonta la fama

pero críela y túmbese a la cama,

eso sí socito es muy cierto

le sugiero andusté bien dispierto.

 

Digo esto pa’ que no lo sorprendan

quizás de que algo hubo, hubo,

las agarradas retratan lo que se tuvo

reconozcámoslo y a nadies reprendan.

 

Qué jarana cuando me cuentan

un chacotero chiste camanejo

de’sos que a la sesera calientan

¿acaso nomás son nuestro espejo?

 

Lo de certificar, por ejemplo

que la mujer tiene su pechonalidad

así de grandaza que ya tiemblo,

que pa’l crío soplar es su habilidad.

 

Como quien dice

aquí al resve son los cuentos,

al final se coloca érase

y al inicio, los fundamentos.

 

No hay mejor cosa pa’ poner remedio

que saber tirar pa’ delante,

teniendo como mira y medio

todo lo que sea progreso y dignificante.

 

Vale haberse el gato rengo

cuando los motivos aparecen

era la ciencia del Chango

contra quienes piensan más merecen.

 

Que’n las cosas de’sta vida

cada cual se las tiene por sabida

y peor si cree que de’ella ha de servirse

pa’ trepar y sobre otros subirse.

 

¡Ay! jijunas, l’otra noche nomás

juí a cuidar las sementeras,

estaban pallapando tres o más

yo me guarecí en las esteras.

 

Vide, cosa que te disgustaría

¡cómo creían me hacían el sonso!

presta l’arma arregló su puntería,

alharaquiando echaron un responso.

 

Saca tu cuenta socio,

encorajina te piensen necio,

medrosos zafaron por los bordos

pa’ eso no fueron mancos ni lerdos.

 

Y hay bastantes que creen

que’sto no es bien logrado,

aunque muchos de envidia se meen

la plata, a buena ley ha entrado.

 

En el río un ya lejano día

había un montonal de camarones,

y ¡mierda!, esta es la mía,

desaparecieron con tantos tragones.

 

Así jué como me familiaricé

con gente de alma méritos,

d’ellos saqué esto que agora sé,

mi tributo a esos momentos.

 

Aprendí a descubrir errores de otros

que a la legua brincaban como potros,

tamién aprendí a recibir un consejo

mas que sea viniera de un conejo.

 

En las "Tradiciones Peruanas"

que nada tiene de enanas,

Palma sentencio: "Camanejo y no cejo",

dice de terco y hasta se nota en el dejo.

 

Es un tono especial y distintivo

que algún andaluz instituyó

y de algún modo constituyó

carácter, numen y calificativo.

 

Como de raza le viene al galgo

aquí el alma provinciana contiene

humor y travesura que ya es algo

pa’ ver esto que la identidad tiene.

 

¡Ah! y otra cosa saltante es

lo del hígado, la bronca y los cortés,

que como a cualquiera sucede

pasa que nos incita cuando puede.

 

Y ahí le cuento lo que pasé

por andármelas de paseandero

que sin querer testifiqué

líos de cuernos y burladero.

 

Pues los tragos son mal compañía

tanto que hasta nos tuercen la vía

que uno se hace pa’ irse derecho,

buenito, sin darle cara al despecho.

 

Y si el hombre no nació pa’ recular

es correcto plantarse de frente

y sin parecer servil o prepotente

deje claro que usté no es flojo ni regular.

 

No faltó quien con los vinos

se acordara de los agravios

y a punta de puño pelao,

se trinchara con el Mamao.

 

Con pendencia se abre el ruedo

pa’ peliar hasta decir no puedo,

los dos se miran a matar

¡carajo!, qué rico se van a dar.

 

Jacinto largó un puntapié

el otro sarandeó un zurdazo,

replica como flechazo

un cabezazo que parece pié.

 

La baraunta se agranda y alarga

no hay cuando termine,

los pechos sudan, resoplan y a la carga

¡mi madre!, es el despepine.

 

Algo además se gritaron

de una mujer y una esquina,

tan feroz jué la inquina

que hasta los testigos callaron.

 

No se ven más que brillos,

es que refilaron los cuchillos

mostrando en ambos hombres

cómo lavar honor y nombres.

 

Pero pronto una voz detiene

lo que de bravo cada uno tiene,

cada cual envaina su coraje

y un ¡bah!, posterga el viaje.

 

Conciente hácese campo la razón

apaciguando a la pasión,

agora güelven a brindar

por los quiñes que pudieron dar.

 

Otrora pa’l tinterillaje

Camaná jué zona de pastiaje

y por cuestiones de linderos

se liaron muchos entreveros.

 

De resultas hubo quienes

que nada de lampa sabían,

se encontraron con que tenían

hartas chacras, hartos bienes.

 

Como moscas a la miel

llegaron intrusos sin hiel,

no faltó los que se frenaron

cuando duro los enfrentaron.

 

Con el rabo entre las piernas

se fueron largando pa’ otro lao

ninguno se había quedao

siquiera pa’ recoger sus prendas.

 

Y muerto el perro acabó la rabia

que así dice una conseja sabia,

mejor a otras tierras irse

antes que’n estas pudrirse.

 

Tamién hubo tiempo de abijeaje

¡cómo abundó ese pillaje!,

de las majadas con carabina

se alzaban hasta a la china.

 

Qué finas bestias las de entonces,

altas briosas, cabezas levantadas,

su gasto recuperabas con creces,

buenas reatas, bien ensilladas.

 

Pa’ que oigan todos los presentes

y aún la legión de ausentes,

San José, Boca del Río se llamaba

morada de gentes antes esclavizada.

 

A Francisco Cabré se debe la variación,

que’n misión con otros Curas Recoletos

y luego de poner a todos absueltos,

con el nuevo nombre afinó la devoción.

 

Las viviendas eran de quincha y barro

o de adobe y techo moginete,

por las lluvias traedoras del catarro

que las agüelas curaban a puro mate.

 

Atrás del San Cristóbal, cazabas

y qué lindas lomas habían,

de su embrujo no escapabas

por el güen pasto que tenían.

 

Quién no se habrá bajao

al pelo y galope desde la cumbre,

hasta el río llegaba el hombre

riendo la cansada que había gozao.

 

Así me lo ha contao mi viejo

apuestas iban, incluso algún consejo

quien más y sin lamentos

tiraba pa’ abajo lleno de contentos.

 

El yeguarizo se juntaba

pa’ la trilla del frijol,

al irse el sol que animaba

ahí sí que corría el alcohol.

 

Luego mermaban el ollón de capizca,

con llatán y mucha papa sancochada

del bitute no sobraba ni una pizca.

y la guata quedaba bien hinchada.

 

En esos tiempos no se conocía

hambre ni tanta fatalidad,

hoy la adversidad

cómo abunda, mi agüela decía.

 

Cuando el río enconchaba

se levantaban las izangas,

entonces la mar anzueleaba

ricos pejes pa’ fritangas.

 

El río, ancho y caudaloso,

recostándose a la derecha,

desde años que soy memorioso

divide al valle como una brecha.

 

De banda a banda y muy creador,

dando sus aguas al surco y al riego

convierte la tierra en un pliego

con pinta de verde y cielo soñador.

 

Y en épocas de avenidas

los desbordes ganaban las riveras,

las corrientes no eran contenidas

ni por caballetes ni por rezadoras.

 

Que más podía la naturaleza

que la divinidad que invocaban,

así pues y cada una con su realeza

porfiadas por su cuenta andaban.

 

 

Pero hablemos de gracias y sustentos

que’l vientre necesita sus fundamentos,

igual la gente sus aires y sus sabores

y la olla quien le rinda sus honores.

 

Y en combados hornos de barro y adobe,

empanadas, molletes, allullas o bollos,

pancitos de lonja y manteca de chanchos,

engordaban la vida, te ponían al sobe.

 

¡Ay!, ni faltaba ni sobraba

la gente sí que papeaba,

queso, cuajada, requesón,

el que menos paraba a sazón.

 

Mas agora y como puede verse,

con ruidos de máquinas y motores

y aunque no quiera creerse

se jué lo antiguo tan lleno de amores.

 

No es que’sté mal, el progreso digo

y al que yo mucho bendigo,

sino que nos olvidemos

qué juimos y a dónde miremos.

 

La pobre vieja se acordaba

de lo que ni rastros quedaba,

solita ella renegaba

del naranjal que ya finaba.

 

Notician era semilla valenciana,

su fragancia al mondarla

revivía en la noble anciana

al novio yendo a casa a sacarla.

Sin remilgos ni prudente delicadeza

la hubo de aupar al anca,

llegó a la iglesia y con rudeza

silbó al Cura, al potro ató a la tranca.

 

De’sa forma y estilo se casaron

felices con buen pié comenzaron,

doce hijos tuvieron

y los dos harto que se quisieron.

 

Hoy día con ceremonia la piden

le ponen color a la función,

en el ara dicen sí con mucha unción

pero a solas peliando ni se miden.

 

Señor, hay cosas que ya ni sé si existen

y no por sabor o ignorar en qué consisten,

esos oquendos, esos alfajores, esos tamales

que de probarlos usté curaba sus males.

 

Buñuelos, maicillos y chicharrones

eran codicia al estar en su punto

y en avalancha caían los comelones

¡ah!, mi tierra… ¡qué tal fruto!

 

Nomás gane conocimiento y pregunte,

delicias del paladar le informarán

y como en nos su olorcito persiste

pa’ repetir, ¿cuántos no rogarán?

 

Valga esta oportunidad

pa’ relatarles cierta historia

pues hay necesidad

la guarden en la memoria.

 

La relación va triste y a brevedad

y más si se ajusta a la verdad,

con esta no tengan cuidado

que nadies se siente calumniado.

 

Prevengo al que anide encontrones

porque la desgracia sea dicha,

que no soy manco ni chicha

y decidido l’entro a los peleones.

 

El la falda del cerro de La Pampa,

allá por 1923 un crimen se cometió

y ninguna autoridad ajustició

a Adalid que escapó de la trampa.

Blanca y guapa doña Felipa Pino

llegaba recién de confesarse,

ha tiempo el hombre juró su destino

y quiso con la muchacha alzarse.

 

Felipa se opuso potente

en forcejeos no la ganaba,

ella quería quedarse con quien amaba

él, dárselas de muy valiente.

 

 

Subió al zaino sabiéndose vencido,

reconoció por las puras había venido,

a la postrera amenaza de’l,

rebelde miró a lo lejos el vergel.

 

La carabina sin tanto remordimiento

dispara y toca en el corazón

abriéndole un tremendo boquerón

y ahí la deja sin ningún miramiento.

 

Y corriendo desesperado

con los cascos a la jineta,

pareciendo un poso enfangado,

él que se fue hecho un locumbeta.

 

Fugó metiendo harta espuela y ruido,

no faltó quien lo escondió,

pesaba la familia y eso, naides lo vio

después en Acarí refugiose el huido.

 

A los años, pueblo y ley olvidaron,

El asunto además lo empolvaron

El padre Juez y Vocales amigos,

¿hubieran valido acaso los testigos?

 

Nunca, ni por ira podré decir

ojo por ojo, diente por diente,

pero si La Biblia me deja mentir

no es pecao juzgar al delincuente.

 

Con los tiempos Adalid regresó,

trajo mujer y parentela hecha,

ninguno la antigua huella pisó

ni recordó lo que hizo su derecha.

 

Sea precisa esta ocasión

pa’ brindarles mi recomendación,

al repasar lo ya pasado,

aprende, nada dejes postergado.

Como no pretendo hastiarlos

media güelta al motivo principal,

no es mi deseo aburrirlos

ni tampoco cortar el historial.

 

En la cabeza me están retumbando

quiquiriquís de gallos gladiadores,

que a navaja o pico se andan matando

con bulla y aliento de apostadores.

 

Gane el jiro, gane el cenizo

igual se pierde, igual se bebe,

el hombre hizo lo que quiso

y el bolsillo queda al debe.

 

Si mestiza es la heredad,

se cruzó ya en antigua edad,

¿por qué no reconocer la certeza

y no florear nuestra cabeza?

 

De inga y mandinga tenemos

por eso todos ya ni tememos

nos llamen zambo, trigueño o acholado,

que’ Perú es así, bien matizado.

 

Y un ejemplo chiquito nomás,

negro, negrito el corazón

que de’so ya no hay más

y hasta mi tierra perdió la sazón.

 

Yepayá, Yemayá, Yeyandé,

círculo bailarín de yunza

hacha, machete, ya te ablandé

caete arbolito, gozaré mi danza.

 

Regalos tantos cuelgan tus ramas

que’l mayordomo llenó generoso,

rendite, quiero esas armas

vos callate, patarrajada borrachoso.

 

En qué lugar no habrá habido

cuentos de brujas y aparecidos,

de tapaos y asaltos a los que han tenido

o muertes aleves hechas por bandidos.

 

Como esa tan mentada de los Contreras,

padres y prole, todos tasajeados

sin importar lloren hincados

orando, orando, no sean calaveras.

 

Cierto, muy cierto y así lo confesaron

quienes los mataron y robaron,

luego en la cárcel purgaron

el delito y el daño que provocaron.

 

Retornando los arrieros a sus sitios,

alforjas llenas y varias compras hechas,

en Bandurrias o Palo Parao quedaban misios

por más que a los maleros soplaran quenchas.

 

Y cuántos no habrán dejado

sus esqueletos sin sepultura,

que hasta los cerros han gritado

les llegue la paz desde la altura.

 

Verbigracia los ocho cuerpos esos

Que en Jahuaí quedaron tiesos

pa’ delicia de buitres y alimañas

bastantes gozadoras de’stas mañas.

 

Muchos hablan de tesoros escondidos,

¡sabe Dios dónde estarán refundidos!

pero de verdacito se ven lumbreras

que desde lejos señalan tapaderas.

 

Y cuentan que a lomos de mula

sin ni un ardid que disimula,

los Astorga sus riquezas cargaron

y ahí ocultaron lo que na’ embarcaron.

 

Y eso en virreinal época pasó

cuarenta bestias y el oro por entero

nunca se supo dónde quedó

ni nadies marcó con mísero florero.

 

Jué que los Jesuitas en su escapada

trataron llevarse pa’ lucir su robada

y como el tiro por la culata les salió

ni uno jamás lo recordó ni más vio.

 

Por la pampa o la quebrada

un torazo mostrenco fiero rondaba,

que al diablo ayudaba con su cornada

y al viajero en un ¡zas!,empitonaba.

 

Y hasta ahorita queda el nombre

en testimonio de’se jodido animal,

del que nadies supo cuál jué su corral

ni si perteneció a algún hombre.

 

 

Y como pa’ exigir su tributo

la Quebrada del Toro mucho se prodiga,

seco cae aquel que la maldiga

y el mal pa’bajo nos jala y a lo bruto.

 

Si viendo lugares y misterios estamos,

es hora de tratar cómo vamos

al contar desgracias y abusos

que’n esos tiempos andaban en usos.

 

Hay una hoyada que se conoce

como la Quebrada de la Horca,

al que mora allí que siempre rece

por la tanta gente que cargó la parca.

 

De allí brotan gritos de condenados,

de los que con mano propia murieron

que por tercura de los tonsurados

jué la tumba, dicen, ellos eligieron.

 

Presto le informo donde queda

luego de tomarme una agüita serenada,

a espaldas del Cementerio Provincial

donde igual están el peón y el general.

 

Fueron estos braceros,

cruzando ansiosos el océano,

que de lamperos o bodegueros

buscaron porvenir de peruano.

 

Y a su verdad de casi esclavos

poco a poco se acostumbraron,

hicieron familia y afincaron

pa’ gusto y servicio de oligarcados.

 

Un fulano de mucho pisto y fuete

quiso asentar en su pago la ciudad,

lo balearon sin piedad

pa’ quitarle todo lo fuerte.

 

Era el mismo que a sus chinos

aseguraba a una estaca de huarango,

podían fugarse, eran ladinos,

había que contenerlos bajo el mango.

 

Samuel Pastor así se llamaba

y un distrito su nombre guarda,

recordando tremenda vaina armada

y cómo el poder se vanagloriaba.

En tiempos que los chilenos vinieron

a muchos de’llos murieron,

una niña que’ Chule uno quiso trincar,

¡fuá!, d’un tajazo el roto allá jué a dar.

 

Y en esas fechas al litoral defendía

el Huáscar que’n Quilca se guarecía,

hasta que la huesuda lo tocó

y su lucha en gloria trocó.

 

Cuarentaicinco días y cada noche,

la tropa esta sí que nos fregó

y si un poco más no se quedó

jué que los puyaron a troche y moche.

 

Hablando de sureños, ¿y el Tukapel?,

se fondeó como barquito de papel

en el mismo chiflón, la desembocadura

pa’ que la mar y el río lo hagan levadura.

 

Su trabajo era el cabotaje

cargaba todo lo que se fuera de viaje,

pero el mal agüero lo agarró

y a la muerte pa’ siempre se empató.

 

Agora de’l agua trepo a tierra firme

que tengo urgencia por irme

a lugares de mayor ventura

pa’ poder ver mejor desde la altura.

 

Había que tener cuidado

al tiempo de subir a Las Lomas,

en las majadas al más avispado

con zapallín le daban puras tomas.

 

Entonces ni cuándo pare la diarrea,

pronto debías soltar la correa

y pedir te den pura agua

curabas, sino seguías como guagua.

 

Dicen que’l forraje duraba de año a año,

pese que las lluvias hacían harto daño

pa’ ganado florecía mucho sustento

así que’l dueño orejeaba muy contento.

 

Muchos evocan habían algodonales

En lo que hoy es todo arrozales,

Los fardos por Quilca salían

y hacían chancaca cuanto podían.

 

Los cañaverales hasta ‘onde el ojo daba

y tupío monte d’onde el cimarrón se ocultaba,

con los años más los adelantamientos,

todito varió, hay pródigos aprovechamientos.

 

La tierra, cuentan se cultivaba

por arrendamiento o aparcería,

al partir poco se quería

el labriego era quien se perjudicaba.

 

Dándose vigores entre faena y faena

cómo alegraba su corazón

cuando saboreaba con satisfacción

el chupe traído por su zamba buena.

 

Quién con nostalgia no recuerda,

viñas, frutales y platanales,

vamos, dele a la memoria cuerda

y ya verá qué de cosas naturales.

 

Pero ¡ay!, un general y su militar gobierno

vinieron con cuestiones de reformas

pa’ bien o pa’ mal todo pareció un infierno

y juicios y líos mil cambiaron las formas.

 

La tortilla a la mala se voltió,

el antes peón se tornó patrón

y este, pobre se volvió

el otro, algo macho y más trotón.

 

Preferible y con mucho gusto

otro asunto arreamos y sin disgusto,

que pa’ dictaduras no está el alma

y más si nos atrae la calma.

 

Pa’nde ira la cría cuando es casquivana

si la vaca jué loca y vana,

escuela tiene pa’ aprender a embestir

por eso al potrero no puede resistir.

 

Mejor antes de enlazar la potranca,

fijarse si la yegua aguanta tranca

que las hijas se asemejan

a las madres que atinadas se manejan.

 

La moraleja dice: "Amigos

en tiempo de higos",

pero en mi cuna playera,

la amistad no pide higuera.

 

Ni me olvido de San Gregorio

ni de El Cardo, ahí‘stá mi raíz,

pa’ que entonemos con jolgorio

juntos la juerza de nuestro país.

 

Pucchún, San Jacinto, El Huarangal,

agora son como un paseíto frugal

cual hijo sin tiempo y apurado

pa’ compartir el fruto madurado.

 

Cuando le toque ser abuelo

cuente a los nietos dónde nació,

fórmeles sentido de suelo

pa’ que sepan cómo creció.

 

La patria mi amigo,

así se hace y defiende

que’l cielo es mi testigo

y ni’un antecesor se ofiende.

 

Por esos años el paludismo

provocaba gran orfandad

que dejaba en la orfandad

a los hijos del Cura mismo.

 

La gente con su quinina

que vendía la botica de la esquina,

íbase a tomar baños de sol y mar,

creían ya les volvería a dar.

 

A’l pueblo los del campo venían,

fiesteras ellas en sus burros con cerones,

ellos, a pié calzado parecían campeones,

en domingo se compraba, todo les ponían.

 

Era de resaltar la diferencia,

las matronas con sutil indiferencia,

mucho encaje y sombrero de plumas

en sus paseos incitaban solo espumas.

 

Y ya en temporada de amancaes

se iban enfilando por La Punta

muy orondas con sus acompañantes,

después el cutáneo armaba la yunta.

 

Pícaro juego que haciendo pareja

entrelazaba piernas sin queja,

ladera abajo rueda que ruedan

con besuqueos hasta que puedan.

 

Y era la flor suave ofrenda

pa’ que la dama ni se ofenda

del tiento y el atrevimiento,

¿qué querrá con tal acomedimiento?

 

Y como una golondrina no hace verano

el pretendiente cogiéndole la mano

ronco y con antojo a la amada decía

bajito y en osadía que lo comprometía:

 

Y a sus pies quedo rendido

con todo mi ser oprimido

y a Dios de repente le pido

me diusté todo lo querido

 

¡Ay! candela pa’ que me quemas,

tú mi amorcito ni temas

conmigo hayas de tener penas

si estas nomás han de ser ajenas.

 

Que yo vidita sabré cumplirte

y pa’ mayor consistencia

te juro con harta preferencia

al altar te llevo sin más exigirte...

 

Y con la cuestión ya bien conquistada

con toda la cosa sabrosa y aderezada

y al firmamento teniendo por testigo,

duro que al cuerpo le daban su castigo.

 

Aquí vale afirme algo muy acertado

sobre la palabra esa que hace casorios,

Amor la llaman y es tan llena de abalorios

cual gran ave que’n nubes ha anidado.

 

Y reitero y así digo porque la vida

con este arrullo nos endulza

dándonos un bonito pasaje de ida

pa’ que nunca nos sea triste ni insulsa.

 

Y antes que la lengua se me trabe

vuelvo a cantar la razón original,

porque aquí tuavía más cabe

Ton y Son que’n vino remoje su final.

 

Qué agüelo no recuerda el ventarrón

cuando el cielo rojazo y caliente

ocasionó terrible tribulación,

era 1948 y feo sol quemó el poniente.

 

Tatito Santo, el mundo que se arrasa

golpes al pecho la gente daba y daba

y ahí que la quemazón continuaba

ardiendo y brillando hecho una brasa.

 

Ni vientos ni pájaros se salvaron

con sus maromas a lo fogata

en picada abajo es estrellaron

pa’ gusto y bocao del panza calata.

 

Cómo habrá sido el fenómeno

que incluso el chueco Filomeno

rimó un son pa’ memoria futura

y ahí que narra toda la desventura.

 

Pero pior oigasté jué la saladera

cuando la mar arrojó su aguadera,

un maremoto temible y malvado

nunca antes visto ni soñado.

 

Y harta pena que’l grandísimo regó

de canto a canto mucha muerte dejó,

1868 que a la costa sin asco se comió

pa’ tristeza del que’n esos años vivió.

 

Y ha poco fíjese, igual cosa jué noticia

conste que no se lo digo como primicia,

sino que pensando en mayor ilustración

Dios en el 2001, repite la misma deflagración.

 

Previniendo la idea se me vaya

volvamos al tiempo lejano

no vaya a ser que luego no haya

quien cante y devele lo arcano.

 

Jué en Bodeguillas que se asentaron

los gentiles que su ser perfilaron,

raza que al tiempo jué desplazada

por ibéricos en plan de conquistada.

 

¡Caracho!, no es justo paisano

que estudiosos mete mano

se hayan llevado a otros lares

momias, cerámica y obra de telares.

 

Espero sea usté de’ste parecer,

propongo un Museo Provincial

que sirva para hacer prevalecer

el valor de nuestro historial.

 

Que aquí late la necesidad

y no porque haya necedad,

de conocer nuestro pasado

y más si eso es lo heredado.

 

Quédese sosegado por lo que digo

ya dije lo que he querido y podido,

corríjame pero jamás como enemigo

que así las coplas recuperen lo perdido.

 

Vos que hablais, cantais o escribis,

descuelga guitarra, ponele cajón

que’l Huachanaco recobre emoción

y al terruño, lo recibido, devolvís.

 

Yo que a raudo vuelo de cantor

la provincia natal recorrí,

solicito igual que otro autor

cuente con cariño lo que no vi.

 

Ya vayamos sabiendo que’l pasado

hay que verlo con los ojos del hoy,

pa’ merituar lo que no han legado

y en la urgencia gritar, ¡aquí estoy!

 

Adivino los estoy medio cansando

si así es, ya me voy levantando,

con cuidado y sin que resbale,

pueda ser algún fijón diga: mirale.

 

Como ya las velas no arden

y el sol ya se aparece,

esta es la hora que merece

pongamos las cuentas en orden.

 

Déjenme retirarme entonando

lo que aquí conté cantando

pa’ que no vayamos hermanando

y al futuro afrontemos trabajando.

 

Ojalás valoren lo que hoy supieron

y si algo de mi Camaná quisieron

que sea tamién su franqueza

porque aquí no entra la bajeza.

 

Y como el agua mucho tiene

pa’ que sanamente la bendigan,

a estas coplas conviene

estarse en bocas que las digan.

 

Serán palabras y voces cantoras

quienes quieran contar lo que falta,

que no será menester tenerla alta

ni tampoco con ínfulas canoras.

 

Y aquí acabo, para solaz y memoria,

con estos apuntes de Historia,

la partida y el calibre están dados

pa’ otros que’stén mejor enterados.

 

Una cosa más y pa’ no molestarlos,

ruego a sus oyentes no olvidarlos,

porque como ella me ha favorecido

yo les entrego mi verso agradecido.

 

De’ste modo termino, sencillo y llano

y pa’ que a vos no te quepa interrogante

tenga sumando a mi mano de hermano

estos mis cantares a paso de viandante.

 

Que así canto y sonriendo estoy

con todo esto que a la buena le doy,

pa’ que lo guarde y en mi tumba rece

por mi alma y por esto que ya crece.

 

Seguro que sí y vivirá y andará

y de boca en boca fructificará,

que así es el destino

de toda copla y un güen camino.

 

Y no seré mala sombra ni mal evocación

que ya está mi tarea cumplida,

máxime que’n las cosas de’sta vida

yo tamién forjé mi condición.

 

Entonces, adiós o hasta un día nuevo

que si vuelvo y el verbo no renuevo

será porque definitivamente acabé

de cantar lo que aquí canté.

 

Como pa’ ser luz, sal y fermento

del Huachanaco que fomento

con mucho interés y harto calor

que a nuestra vida darle mejor color.

 

A Camaná y a usté, muy reconocido

y siendo yo concreto y de sentimiento

sin más guaragua ni aturdimiento,

aquí concluyo y sincero me despido…

Glosario de Términos

 

Chimbar: Acción de caminar dentro de aguas poco profundas. Vg. La orilla del río.

 

Pampallo: Regionalismo referido a la poca profundidad de las aguas.

 

Fundillo: Sentaderas, posaderas, trasero.

 

Huachanaco: Copla que en cuarteto rimado de ritmo pareado o entero y a la manera de Décimas, ponían a prueba la habilidad versificadora de los contrincantes que improvisando y de modo espontáneo y satírico alegraban las festividades, especialmente los carnavales.

 

Rastrojar: Término agrícola par significar el recojo de las malas hiervas o los restos de lo cultivado y ya cosechado.

 

Bitute: Tentempié o alimento fuerte, frugal o pródigo plato de comida.

 

Huarachas: Construcciones temporales hechas de esteras que se usan para la vigilancia de los sembríos.

 

Hinchaca: Utensilio de carga hecho de chito o totora, muy común en las acequias, que debidamente es usado por los peones para el acarreo de las semillas o la cosecha.

 

Capón: Animal macho castrado.

 

Quencha: Maldición, brujería, maleficio.

 

Pallapar: Término agrícola para significar hurto o sustracción de cultivos.

 

Majada: Lugar de pastoreo y corrales del ganado durante la época de lomas.

 

Capizca: Plato típico preparado a base de camarón cocinado al hervor y que acompañado de papa sancochada, se degusta con llatán o ají picante.

 

Guata: Barriga, estómago, vientre, panza.

 

Izangas: Armazones cónicos de caña carrizo o callacaz que colocados contracorriente, se utilizan para la pesca o recolección del camarón.

 

Caballetes: Rústicas defensas ribereñas hechas de troncos cruzados y que se colocaban en el río durante la temporada de avenidas, a fin de aminorar la velocidad de las aguas y disminuir los riesgos de subsecuentes desbordes.

 

Orejeaba: Reír de oreja a oreja.

 

Cimarrón: Esclavo que al fugarse vivía oculto en el monte.

 

Cerones: Armazón de ramas de callacaz aseguradas con tiras de cuero y que se colocaban a lomos de los jumentos como instrumento de transporte de carga.

 

Amancae: Flor silvestre de grata presencia y aroma que crece en Las Lomas, cerros o planicies costeñas, debido a la humedad invernal y la bruma marina.

 

Tajazo: Aparatosa herida ocasionada por corte de puñal o de machete.

 

Gentiles: Término con que los conquistadores españoles designaban al natural no bautizado, es decir, el nativo o poblador aborigen de esta zona de Camaná que la historia oficial denomina como Changos.

 

Vos: Vocablo que reemplaza al pronombre "tú", muy en uso entre la gente de campo.