Deseo y Complejo de Edipo. |
“
L’inconscient-drôle
de mot!”
[1]
Jacques Lacan |
Entender
y trabajar el concepto de Deseo implica siempre una importancia ética en
la construcción de un espacio clínico, o más allá de este. Debido a
esto, creo que es fundamental ahondar sobre este tema e instaurar una crítica
sobre las concepciones psicoanalíticas que presentan esta noción en su
forma negativa, creando, de esta forma, un espacio micropolítico de análisis,
pues como nos trae Baremblitt:
“…la
imagen del Deseo en la cual uno cree, o que asume como propia contiene,
implícita o explícitamente, valores que tienden a conducir la
existencia, en un determinado sentido o en otro
”.
Pensando
en la importancia de este tema vemos como el desarrollo que toma el
complejo de Edipo en el decorrer socio-histórico, luego de su aparición
en los escritos de Freud ha tomado una importancia relevante ante las
distintas concepciones sobre el Deseo cumpliendo una gran función en para
la constitución de este (el Deseo).
Pero,
¿que es esto que Freud denominó Complejo de Edipo? Según J. Laplanche y
J.-B- Pontalis, Freud va a descubrir el complejo de Edipo en su autoanálisis,
pero este no va a ser
teorizado
en forma completa hasta 1923
[2]
.
Proceso por el cual el Deseo va tomando así, su forma.
Partiendo
de la explicación de Bleichmar, podemos encontrar en Freud, 3 momentos en
la conceptualización del complejo de Edipo, según la época en que fue
desarrollado. En una primera etapa, podemos ver a un Freud, que descubre
que existen una serie de sentimientos, actitudes, de emociones y de ideas
- los llamará complejo - que marcan y orientan la relación del niño con
sus padres. En niño, en función de sus impulsos, se va a orientar de
determinada manera frente a sus padres. En esta primera teorización, lo
biológico es un campo fundamental para que este Edipo actúe, aunque no
es, en si, una sexualidad ya constituida solo por las condiciones fisiológicas.
En esta primera conceptualización, la biología va a funcionar como un
determinante para la orientación de la sexualidad y del Deseo junto con
la acción de los padres. Según Bleichmar: “El complejo
de Edipo en esta etapa, esta centrado en el niño, este se supone
como un ente constituido en su sexualidad, cuya evolución, de naturaleza
biológica y predeterminada, lo hace dirigirse hacia sus padres. Esta
conceptualización no describe como su sexualidad se constituye ni como
sus deseos se construyen, ni el papel que los padres tienen en la
construcción de esta sexualidad.”
[3]
Este
primer Edipo que analiza Freud, Bleichmar no lo ve como estructura, pero
retoma la idea de estructurante en el sentido de que trae como
consecuencia la constitución del inconsciente a través de la represión
por la cultura de los deseos incestuosos y hostiles que entran en juego en
el seno de una situación edípica. Esto le permite a Freud establecer la
concepción de represión y censura como mecanismos que depositan fuera de
la conciencia aquello que le repugna, estructurando el sujeto en el
sentido de la primera tópica.
En
un segundo momento, este Edipo va a tomar reformulaciones que van a ser
fundamentales para la constitución de Deseo del sujeto. Es la época de
“Psicología de las masa y análisis de Yo” y “El Yo y el Ello”
donde la identidad sexual de este ser deseante no esta dada de formal
natural, por meros determinantes biológicos, sino que esto va a sufrir un
cambio: “Como consecuencia de lo que sucede en el complejo de Edipo, el
sujeto sale con determinadas identificaciones, ya con su identidad
sexual”.
[4]
La sexualidad que antes
parecía ser algo determinado por la constitución de un cuerpo fisiológico
va a ser algo que debe ser asumido y que puede desarrollarse en sentidos
distintos a los que la naturaleza parecería determinar. Aquí Freud
introduce la noción de superyó, que como él mismo afirma, va a ser el
heredero de complejo de Edipo y a través de él, se van a cambiar las
catexis de objeto por las identificaciones que determinaran el Deseo del
sujeto más allá de su constitución biológica. El superyó juega otro
papel fundamental que es el de determinar el carácter del sujeto
internalizando en él las prohibiciones. Freud, en su conceptualización
del complejo de Edipo dada en el “Yo y el Ello”
[5]
nos va a decir que en el varón, se produce una investidura de objeto
volcada hacia la madre, esta comienza con la investidura
sobre el pecho materno; y en seguida, del padre, él se
apoderará por identificación. Luego, cuando se ve enfrentado a su padre
por compartir el mismo objeto de deseo, ente niño entra en una relación
de ambivalencia con respecto a él. La identificación con el padre va
tomando otro sentido, siendo visto como rival, el niño va a adquirir una
tonalidad hostil con respecto a éste, ya que su deseo es de eliminarlo
para poder tomar su lugar junto a la madre. Estas características de
ambivalencia hacia el padre y ternura hacia la madre van a caracterizar lo
que Freud llamará complejo de Edipo positivo. Al final de complejo de
Edipo, el niño debe resignar su objeto de deseo y para esto toma dos
salidas: identificación con la madre o refuerzo de la identificación con
el padre, esta última sería descrita por Freud como más común y
afirmaría el carácter masculino del niño. Sobre este complejo de Edipo
positivo, va a surgir también un Edipo negativo donde el niño va a
manifestar una actitud tierna hacia el padre y una identificación con la
madre que pasaría a ser su rival. Estos dos complejos, que se van a jugar
juntos en la sexualidad infantil y que le van a dar su carácter de
bisexualidad van a ser denominados como Edipo completo. Al final de este
complejo de Edipo, como ya habíamos dicho antes, la identificación va a
jugar un papel fundamental en la formación del superyó que no solo va a
direccionar el deseo del niño hacia su masculinidad (en los casos que
Freud describe como más normales) sino que va instaurar también la ley
de prohibición. Hablando del superyó Freud va a decir que “Su vínculo
con el yo no se agota en la advertencia: ‘Así (como el padre)
debes
ser’, sino que comprende también la prohibición: ‘Así (como el
padre)
no te es lícito
ser’,
esto es, no puedes hacer todo lo que él hace, muchas cosas le están
reservadas”.
[6]
Siguiendo nuestro estudio de la obra de Bleichmar, podemos ver en los
textos de Freud un tercer período, que se va a caracterizar por la
diferenciación del complejo de Edipo según el sexo y también por la
importancia que toma la castración, convirtiéndola en el centro de este
complejo.
A
estas teorizaciones algunas nuevas interpretaciones van a ser hechas por
Lacan, que va a comprender esta teoría, introduciendo como tema a la
madre, partiendo ya no solo del niño sino, visualizando una situación en
la cual el niño esta incluido. En Lacan podemos ver que el desarrollo del
complejo de Edipo va ser dividido en 3 movimientos.
Como
primera etapa, el niño se encuentra en una relación de indistinción con
respecto a la madre. Esto supone una relación fusionada en la cual el niño
trata de identificarse con el deseo de la madre, quien sostiene esta
situación debido a su propia falta y toma al niño como el objeto que la
completa (falo).
Lacan introduce la
importancia del complejo de Edipo en la madre, como este juega para poder
convertir a la mujer en madre, en deseo de serlo en completud con este niño
que simboliza aquello que en ella parece no estar y que desea buscar como
objeto perdido. En este primero tiempo del complejo de Edipo el deseo de
sujeto queda sujetado al deseo de la madre. “Lo que el niño busca es
hacerse deseo del deseo, poder satisfacer el deseo de la madre, quiero
decir “to be or no to be” el objeto del deseo de la madre (…) para
agradar a la madre (…) es necesario y basta con ser el falo”.
[7]
Esta
relación fusionada entre el niño y su madre, solo va a ser posible en la
ausencia de algo que funcione como intermediario, como tercero en una
relación dual.
Una pregunta que se debe hacer
con respecto a esta madre es: ¿Qué es el niño para esta madre? La madre
conserva en si, la envidia al pene como dice Freud. Esta envidia al pene
es fundamental para la introducción del sujeto en el Edipo. Es así como
la relación Madre-Niño esta siempre articulada por el Falo, que pone al
niño en el lugar de este objeto perdido. El niño se pone en el lugar de
este falo y engaña a la madre haciéndola creer que puede colmarla, pero
el falo es siempre ausencia. Pero ¿Qué será entonces la Madre para este
niño?
La madre
esta para colmar todas sus necesidades, es ella que le da sentido a los
enunciados del niño. El llanto por hambre recibe como respuesta el seno
real que lo alimenta, pero que también lo frustra, ya que ella, este
seno, se ausenta de su presencia, por lo que el niño pasa a imaginarlo.
Este juego dialéctico de presencia y ausencia es lo que irá construyendo
en el niño la realidad. Así va formando sus primeras impresiones del
cuerpo propio y el cuerpo ajeno, a través de las primeras desilusiones.
Entendiendo la diferencia entre el seno Real y el seno que es Imaginario. En esta relación reciproca Madre-Hijo, se engañan haciéndose creer que uno es todo para ese otro. “Junto al niño, para la madre siempre esta el falo, al exigencia del falo que el niño simboliza o realiza más o menos (…) El triangulo es en si mismo preedipico, introducida por la dimensión del Edipo.” [8]
Esta
constante referencia al falo de Freud según Lacan, no puede confundirse,
como Jones lo habia hecho como una castración peniana,
[9]
pero sino, como una referencia al padre que mediatiza la relación de la
madre
con el niño. Es así que Jones
confunde conceptos usando a la Privación y Castración en un mismo
sentido. Pero Lacan nos alerta de que estos no pueden ser lo mismo. La
naturaleza de la falta en esos dos sentidos no es la misma. Mientras la
Castración es una falta simbólica en el imaginario del sujeto, la
Privación es la falta real de un objeto que simbolizaba esa falta.
Esto
nos conduce directamente al segundo movimiento del Edipo lacaniano, donde
la intermediación paterna va a jugar un papel fundamental como figura que
introduce la Privación sobre esta relación “dual” (con un tercer
elemento que es el falo), privando a la madre de su hijo. “La
experiencia nos prueba que el padre, considerado como aquel que priva a la
madre de ese objeto, esencialmente del objeto fálico de su deseo, cumple
un papel absolutamente esencial…”.
[10]
Así, esta privación estaría marcada por un acto real de algo que
funciona como representante fálico (simbólico).
Esta experiencia de intercepción del padre sobre esta relación
Madre-Hijo va a ser vivida por el niño como Frustración ya que lo que
intercepta aquí es la satisfacción de un impulso sobre un objeto real,
la madre, que era el referente imaginario de lo que satisface sus
pulsiones.
El
niño debe luego de esto, renunciar a su posición de Ser falo para esa
madre. Así, lo que se pone en juego en esta realidad imaginaria es el
pasaje del objeto fálico de eso que él era para su madre hacia eso que
posee el padre conduciendo al niño a encontrar la Ley del padre. Esto
pone en juego en el niño una relación dialéctica que lo va a hacer
pasar del Ser este objeto de deseo para este otro, a querer Tener este
objeto de deseo. Este padre Real que aparece como representante de la ley
va a ser investido por el niño con una significación nueva, la de
poseedor del objeto de deseo para la madre convirtiéndose así en padre
Simbólico. ”Esta Ley fundamental es sencillamente una ley de
simbolización. Esto quiere decir Edipo”.
[11]
Entonces el niño es forzado por la función paterna a aceptar que no es más
el objeto de deseo para esta madre y sobre todo, no es capas de ser
poseedor de este objeto, que la madre parece buscar
allá
,
donde este supuestamente va a ser encontrado. De esta manera se introduce
al niño en la Castración, donde este objeto imaginario va a perder su
referente Simbólico, desplazándolo por esto que el padre parece tener
pero que él no puede alcanzar.
El
paso a ser dado para que este niño pueda llegar a ser poseedor del falo
nos lleva al tercer momento, en el cual el niño, ya resignado de ser
objeto de deseo pasa a querer tenerlo, lo que nos conduce directo al juego
de las identificaciones. Según el sexo, el sujeto se va a inscribir en la
lógica identific
atoria donde el niño, al
renunciar a ser este falo materno se identifica con el padre, poseedor del
falo. En la niña, esta relación es distinta, como nos trae Lacan:
“Para la mujer la realización de su sexo no se hace en el complejo de
Edipo en forma simétrica a la del hombre, por identificación a la madre,
sino al contrario, por identificación al objeto paterno, lo cual le
asigna un rodeo adicional.”
[12]
Ella entra en al dialéctica del tener sobre la forma del no-tener, pero
sabiendo que eso se encuentra ahí, al lado del padre.
Antes
de seguir debemos cuestionarnos, que es esto del Deseo para el psicoanálisis
y cual es la función que cumple el complejo de Edipo para la construcción
de un determinado deseo.
Así,
podemos ver, en un caso del propio Freud y retomado por Lacan como el
deseo se va formando en el sujeto, o, va formando el sujeto en si mismo.
En una oportunidad, Freud observó un niño de 18 meses, el cual
jugueteaba con un carretel atado a un piolín, arrojándolo debajo de su
cama haciéndole desaparecer, repitiendo un “o-o-o-o” al cual se le
atribuye el significante “Fort” (se fue), y luego recuperándolo,
tirando del piolín seguido de un “Da” (acá esta), acción a la cual
le atribuía ser causa de mayor placer. Este juego demostraba, según Freud, los importantes resultados del orden cultural obtenidos por el niño sobre su deseo, que, como renuncia pulsional lo ayudaba a admitir la ausencia de la madre sin presentar oposiciones. Freud va a analizar aquí como el niño cambia de actitud frente a la pérdida, pasando de ser pasivo a activo. “El acto de arrojar un objeto para que “se vaya” acaso era la satisfacción de un impulso, sofocado por el niño en su conducta, a vengarse de la madre por su partida; así vendría a tener este arrogante significado: “Y bien, vete pues no te necesito, yo mismo te hecho”. [13] Freud observa como, en el juego, si el niño tiende a repetir algo desagradable es debido a una obtención de placer de otra índole. Es a partir del juego que el niño toma control de la situación, abandonando él a su madre en forma simbólica, construyendo así el proceso de control por su parte. Antes era la madre que se ausentaba, ahora es él quien la ausenta arrojando el carretel. “En la vivencia era pasivo, era afectado por ella, ahora se ponía en papel activo repitiéndola como juego, a pesar de que fue displacentera.” [14] Estas representaciones simbolizadas en los juegos de niños tienden a repetirse, sin desvincularse de las experiencias más dolorosas, produciendo en el niño, como dice Freud, un “elevado goce”. Y así, bajo el principio del placer, el niño crea un medio para poder representar los recuerdos, aunque estos sean de por sí displacenteros. Frente a esta misma situación, otras interpretaciones son realizadas por Lacan, quien ve este duelo como la oportunidad de acceso al lenguaje simbólico (es necesario que la cosa se pierda para ser representada [15] ). Según el psicoanalista francés este juego articula de forma simbólica las primeras frustraciones producto del par presencia-ausencia, que realiza el primer agente de la frustración que es la madre Real (como ausencia), que suscita a la introducción en el niño de la primer palabra, denominada por Lacan como S(M) [16] como primer símbolo de la frustración. Este tipo de juegos le permiten al niño hacer el pasaje de la frustración en la ausencia del objeto real, que deja marcas en el sujeto, conectando esta realidad con la relación simbólica.
Es
a partir
de aquí donde el niño
es capaz de pasar del ser objeto de deseo, al poseerlo. “Para dar un
sustituto a esa vivencia en el ser, el niño deberá acceder a la dimensión
del tener”. A partir de aquí es necesario que el niño pase de ser
objeto de deseo para constituirse como sujeto de deseo para ese Otro.
“Si no podemos tener la cosa (objeto perdido), la matamos simbolizándola
por la palabra”
[17]
. Este proceso consiste en
transformar un Significante
[18]
antiguo en uno nuevo haciendo pasar al antiguo por la barrera de la
significación. Este nuevo Significante, que viene a sustituir al
significante del deseo de la madre es designado con el titulo de Nombre
del Padre. “Así, el símbolo se manifiesta en primer lugar como
asesinato de
la cosa, y esta
muerte constituye en el sujeto, la eternización de su deseo.”
[19]
Nombre
S2
.
S´
= S2
I
Nombre
Del Padre
.
Deseo de la Madre
=
del Padre
A S´ x s1 Deseo de la Madre significado al sujeto Falo [20]
(Falo)
A través de estas dos interpretaciones dadas por dos de los mayores exponentes del psicoanálisis podemos ilustrar como las dos concepciones de este deseo tienen una tendencia volcada hacia la muerte, hacia la inmutabilidad. Ya sea la de Freud, quien ve esta actividad no como sometida al principio del placer, que tiende a sustituir un estado penoso a un estado agradable ya que repetiría un estado desagradable, sino como una tendencia de la vida a volver a su estado inorgánico, también llamado como pulsión de muerte. Sobre esto Freud escribe: “Las pulsiones orgánicas conservadoras han recogido cada una de estas variaciones impuestas a su curso vital, preservándolas en la repetición; por ellos esas fuerzas no pueden sino despertar la engañosa impresión de que aspiran al cambio y al progreso, cuando en verdad se empeñaba meramente por alcanzar una vieja meta a través de viejos y nuevos caminos. Hasta se podría indicar cual es esta meta final de todo bregar orgánico. Contradiría la naturaleza conservadora de las pulsiones el que la meta de la vida fuera un estado nunca alcanzado antes. Ha de ser más bien un estado antiguo, inicial, que lo vivo abandonó una vez y al que aspira a regresar por todos los rodeos de la evolución. Si nos es lícito admitir como experiencia sin excepciones que todo o vivo muere, regresa a lo inorgánico, por razones internas , no podemos decir otra cosa que esto: La meta de toda vida es la muerte ; y, retrospectivamente: Lo inanimado estuvo ahí antes que lo vivo .” [21] La interpretación de Lacan no se aleja tampoco de estar marcada por la muerte, ya que como el mismo expresa, “la palabra es la muerte de la cosa”. Haciendo que todas las singularidades tomen el orden primordial dado por el Significante, aplastando así, toda posibilidad volcada hacia nuevos universos caóticos. La interpretación estructural del sujeto elimina los caracteres creativos de éste. “El orden simbólico pesa como una capa determinista... La eternización del deseo, mentada por Lacan, es una petrificación” [22] del Deseo. Sobre estas dos interpretaciones, podemos empezar a ver que es lo que constituye el deseo para el psicoanalisis, llevándonos a pensar que, como ya se sabe, el Sujeto del deseo, el que desea, es una parte separada de lo que se conoce como yo conciente y voluntario, por una barrera llamada represión. Pero, en si, lo que este sujeto inconsciente desea es un Objeto, que no existe en la realidad. El deseo para el psicoanálisis tiene como fin formar una representación, una metáfora de este Objeto, construyendo un mundo de fantasía que le permita llegar al estado de “placer”, que no es más que la ausencia de una carga displacentera, eliminando así el Deseo inconsciente, que es tomado como algo incomodo molesto. Según Freud “...la acumulación de excitación es percibida como displacer, y pone en actividad al aparato a fin de producir de nuevo el resultado de la satisfacción, en esta, el aminoramiento de la excitación es sentido como placer. Una corriente de esa índole producida dentro del aparato, que arranca del displacer y apunta al placer, la llamamos deseo.” [23] Podemos ver así, como el deseo, para el psicoanálisis, esta marcado por un sentimiento de culpa que pretende eliminar el deseo en si mismo, parar de desear. El sujeto debe aceptar que no posee objeto real y su completa realización es imposible, generando así un ser totalmente en falta. Vemos aquí, como el deseo se produce por una falta, el ser que carece es el ser del Deseo, que nada más desea una representación, su deseo no tiene objeto en lo real y debe ser simbolizado. La castración sería en este caso, la introducción del sujeto al mundo del Deseo, que es nada más una metáfora de éste, y, sometido a la ley del Padre, no puede hacer más que carecer y girar en torno de representaciones. Un ejemplo de esto está dado por Freud en su caso “El hombre de los lobos”, de donde despliega una gran cantidad de metáforas siempre arrastradas hacia el lugar trascendente del Significante, que dictamina lo que debe ser escuchado, interpretado, lo reprimido primordial, [24] proceso por el cual el psicoanálisis aplica un verdadero coup d´Etat al inconsciente. Pero si Freud no entendía nada de lobos [25] , mucho menos de niños. Todo lo heterogéneo, las distintas multiplicidades reflejadas en este Fort Da se homogeneizan por la predominancia de este Significante despótico que se instaura con el advenimiento del Nombre del Padre como estructurante del deseo del sujeto. Aquí vemos como el complejo de Edipo juega un papel fundamental para el registro del deseo a través de una triple falta, ya sea castrado por la falta simbólica de un objeto imaginario, o frustrado por la falta imaginaria de un objeto real, o privado por la falta real de un objeto simbólico. Siempre es la falta, con su triple movimiento, la encargada de inscribir la ley en el deseo, arrastrando consigo toda una cadena de representaciones. El poder se separa de la multiplicidad y se configura a través del Significante (N. del P.). Surge aquí un código, que permite inscribir en el lenguaje su función meramente simbólica. Así, estamos completamente de acuerdo con Deleuze y Guattari cuando escriben que “es preciso hablar de castración en el mismo sentido que edipización, pues aquella es su coronación: designa la operación por la que el psicoanálisis castra el inconsciente, inyecta la castración en el inconsciente. La castración como operación práctica sobre el inconsciente es obtenida cuando los mil cortes-flujos de maquinas deseantes, [26] todos positivas, todas productivas, son proyectados a un mismo lugar mítico, al rasgo unitario del significante.” [27] En este sentido Edipo esta siempre al final de la producción cumpliendo una doble función, por un lado castra al deseo, luego lo registra, imponiéndole un representante manejado bajo el orden de lo reprimido primordial encargándose de llevar su repetición hasta el infinito. La asociación libre, en ves de abrirse hacia la sumersión caosmica de este inconsciente productivo, se petrifica en una representación teatral, condicionada por el Significante despótico. Edipo se apoderó de todas fuentes de deseo, como si el Deseo hubiera surgido de él.
No
pretendo con este trabajo, cuestionar la existencia de Edipo, pues el
principal problema es que éste funciona. Funciona como centro en el cual
se apoya toda institución familiar como aparato represivo, ya que como
nos recuerda Engels: “
Famulus
quiere decir esclavo doméstico, y
familia
es el conjunto de los esclavos pertenecientes a un mismo hombre.”
[28]
P ero debemos entender que entre sus tres ángulos estallan constantemente los flujos del Deseo hacia nuevos lugares, y sobre esto, el psicoanálisis nada puede hacer, más que tratar de filtrar toda producción deseante y llevarla hacia un mismo lugar mítico, donde prevalece la Ley. Entendemos entonces, que Edipo, siempre se trató de una cuestión política. Siguiendo a Reich: “El padre es, por así decirlo, el portavoz y representante de la autoridad estatal en la familia. Es una especie de sargento: subordinado en el proceso de producción, jefe en su función familiar; mira desde abajo a los superiores, se impregna de ideología dominante (de aquí su tendencia a la imitación) y es todo poderoso con sus inferiores; no se limita a transmitir las ideas de la jerarquía y de la sociedad, las impone.” [29] Edipo funciona como fórmula institucional del aparato de Estado, es el encargado de encerrar el deseo dentro de las dimensiones institucionales impidiendo el surgimiento de los caracteres creativos que giran entorno de la producción inconsciente. Pensamos que existe, anterior a la Verdrängung [30] y a la propia Urverdrängung [31] una represión general, social, por parte de un aparato de Estado que nos conduce a desear la represión en si mismo como bien supieron plantear Spinoza y Reich. [32] Pero creemos siempre en la existencia de algo más, creemos en un nuevo Deseo, que ya no desea por falta, ni por represión; sino, por el propio impulso afirmativo de la vida que tiende a reproducirse en una lógica de Eterno Retorno. [33] “El polo revolucionario del fantasma de grupo aparece, al contrario, en el poder vivir las propias instituciones como mortales, en el poder destruirlas o cambiarlas según las articulaciones del deseo y el campo social, al convertir la pulsión de muerte en una verdadera creatividad institucional”. [34] El problema que planteamos aquí no es el de Ser tal o cual tipo de humano, para lo cual como dice Lacan “el complejo de Edipo es esencial…” [35] , sino que, nos planteamos la posibilidad de Devenir inhumano, descubriendo las distintas poblaciones, las zonas de intensidad que atraviesan los cuerpos.
Es
interesante ver como las memorias de Schreber están repletas de pueblos,
razas, sexo, Dioses: teoría de un pueblo elegido por Dios, alemanes
amenazados, por judíos, por católicos, eslavos; una serie de devenires,
metamorfosis, presidente, muchacha, alumno, mogol. Schreber es hombre y
mujer, padre e hijo, sujeto indefinido de forma trans-posicional. Pero más
interesante resulta encontrarnos con las palabras de Freud, en donde ningún
punto parece resistir al gran referente. Todo queda aplastado bajo los
tres ángulos de un Edipo que parece volcar todo sobre el padre, Dios. Las
razas, las culturas, las mutaciones, todos parecen ser aquí meros
sustitutos de un padre ausente. Nietzsche declara, “Soy todos los
nombres de la historia” aunque parece que para el psicoanálisis él único
nombre que produce historia es el nombre paterno desplazado. Hablando del
hombre de los lobos Lacan nos dice que: “El significante entonces, será
dado primitivamente, pero hasta tanto el sujeto no lo hace entrar en su
historia no es nada. El deseo sexual es, en efecto, lo que sirve al hombre
para historizarse,
en tanto que es a
este nivel donde por primera vez se introduce la ley
”
[36]
.
Pero en el caso de Schreber (y podría ser también el caso de Nietzsche),
la ausencia de Edipo es interpretada por el lado de la falta del padre,
falta de la ley. Un agujero en la estructura que nos deriva al otro lado
de Edipo (preedipico), el de las identificaciones imaginarias en lo
indiferenciado materno ¡Ya no hay forma de escapar!
De un lado a otro se nos
pasa,
lo que es repudiado en lo simbólico, reaparecerá en lo real bajo la
forma alucinatoria. Por lo tanto, todo el contenido social, histórico,
político, racial del delirio es interpretado como un conjunto de
identificaciones imaginarias ya no dependiendo de la falta edípica, sino
de lo que falta para dejarse edipizar. Entonces vemos como el analista
funciona como un aliado de la familia. Si la función de la familia es
distribuir la carencia e instaurar la represión, el analista es el
encargado de doblar este rito. En palabras de Freud: “La rectificación,
con posterioridad (
nachträglich
),
del proceso represivo originario, la cual pone término al hiperpoder del
factor cuantitativo, sería entonces la operación genuina de la terapia
analítica”.
[37]
Aquí radica uno de los principales problemas del psicoanálisis, en lugar
de catexizar el campo social, buscando las distintas conexiones de los
flujos, sus cortes, sus intensidades, sus atravesamientos, sus
composiciones (maquínicas), este sigue en busca del mito, tratando de
hacer aceptar al inconsciente las leyes de la carencia y promoviendo un
sujeto construido en base a una deuda infinita. Análogo al proceso del
capitalismo, el psicoanálisis actúa promoviendo esta deuda, como base
del proceso de producción, instaurando la falta como eje de la producción.
Deuda infinita por la cual el proceso de producción queda circunscrito a
la lógica que niega el Deseo en si mismo. Pero toda falta no es más que
producida, y así el psicoanálisis ha pasado de los objetos parciales
fragmentados a un sujeto separado del su objeto de completud. El proceso
inmanente de producción toma como resultado el producto trascendente
separado subsumiendo a la producción en el producto al cual nunca se
llega a alcanzar, pero es de él de donde nace todo Deseo
.
Así,
se forma, sobre el campo de Deseo (y llamamos aquí campo del Deseo, a
todo el campo social) una especie de superficie que opera capturando las
fuerzas del deseo entorno a representaciones que tienden a eliminar así,
todas las fuerzas de la diferencia, “
por
medio de amalgamas, de metáforas, de analogías mal controladas, se
dibuja el perfil de un pensamiento “reaccionario” que tiende con
apasionamiento a la inmovilidad de las cosas para garantizar el orden
precario del hombre
.”
[38]
Valentin
Guerreros
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Télévision”
, Seuil, Francia, 1974, pág. 15. a traduccion
posible podría ser « El inconsciente, palabra rara ». [2] FREUD, S. , “ El Yo y el Ello ”, tomo XIX, Amorrortu, Bs As, 1984.
[3]
BLEICHMAR,
H. “ Introdu
çã
o
ao estudo das pervers
õ
e
s”
Artes Médicas, Porto Alegre, 1984, pág. 13.
[4]
Ibíd.,
pág. 14.
[5]
FREUD,
S. “
El yo y el ello
”, Obras Completas, TomoXIX, Amorrortu, Bs As,
1986.
[6]
Ibíd.; pág. 36
[7]
LACAN,
J. tomado de DÖR, J. “Introdu
çã
o
a lectura de Lacan: o inconsciente estruturado como linguagem”,
Artes Medica, Porto Alegre, 1989. [8] LACAN, J. “Seminario 4, la relación de objeto”, Paidos, Bs As, 2001, pag. 59 y 83 respectivamente. [9] Ibid. pag 218 y siguientes .
[10]
LACAN,
J. tomado de DÖR, J. “
Introdu
çã
o a lectura de Lacan: o inconsciente estruturado como linguagem
”,
Artes Medica, Porto Alegre, 1989, pág. 82.
[11]
LACAN, J.
“
Las
Psicosis
”, Seminario III, Paidós, Barcelona 1985, pág. 122.
[12]
Ibíd.,
pág 244. [13] FREUD, S. , “ Más allá del principio del placer ”, Obras Completas, tomo XVIII, Amorrortu, Bs As, 1984, pág. 16. [14] Ibíd.
[15]
LACAN, J., en DOR, J., “
Introduçâo à Leitura de Lacan: o
inconsciente estruturado como linguagem
”, Artes Medicas, Porto
Alegre, 1989, pág. 90. [16] LACAN, J., LACAN, J. “ Seminario 4, la relación de objeto ”, Paidos, Bs As, 2001, pág 69. [17] LACAN, J., en DOR, J., “ Introduçâo à Leitura de Lacan: o inconsciente estruturado como linguagem ”, Artes Medicas, Porto Alegre, 1989, pág 91. [18] Lacan toma la noción de Significante de los textos de Saussure, para quién la lingüística estaría formada por signos que podrían ser divididos en significante y significado para lo cual el significante es el contenido material de lenguaje, y en Lacan podría representar el plano de lo simbólico. [19] LACAN, J., “ Escritos 1 ”, Siglo XXI, México, 1984, pág, 307.
[20]
Formula
de la Metáfora o de la Sustitución del Significante. LACAN,
J.,
“
Escritos: 2
”, Siglo XXI, México, 1984, pág. 538.
[21]
FREUD, S., op. cit., pág. 38.
[22]
GUATTARI, F. “
Caosmosis
”, Manantial, Bs As, 1996, pág.
93-94. [23] FREUD, S., “ La interpretación de los sueños ” Tomo V, Amorrortu, Bs As, 1984, pág. 588. [24] “La migración del material (escena primordial-historia del lobo- cuento de los siete cabritos) es reflejo del progreso del pensamiento en el curso de la formación del sueño: añoranza de la satisfacción sexual por el padre-intelección que esta condicionada a la castración-angustia ante el padre”. FREUD, S., “ De la historia de una Neurosis Infantil (el Hombre de los Lobos) ” Tomo XVII, Amorrortu, Bs As, 1984, pág. 41.
[25]
Referencia
al texto de Deleuze y Guattari, “¿Uno solo o varios lobos?”.
Ubicado en “
Mil Mesetas: capitalismo y esquizofrenia
”, PRE-textos, Valencia,
2000. “Ahora bien ¿Quién ignora que los lobos van en manada?
Nadie, salvo Freud. Lo que cualquier niño sabe perfectamente. Freud
lo desconoce”, pág.35. “Para él siempre habrá que reducirlo
todo a lo Uno: las pequeñas cicatrices, los agujeritos serán siempre
subdivisiones de la gran cicatriz o del agujero mayor llamado castración…”,
pág. 38 [26] “Maquina deseante: este es un concepto que Deleuze y Guattari acuñan e introducen en el Antiedipo en el año 72, como critica tanto al concepto de pulsión como a la idea de representación inconsciente. Con esta noción resuelven dos cosas: por un lado señalan como los objetos parciales inconscientes nada tienen que ver con una supuesta representación pulsional significante que luego se vendría a organizar bajo la representación de un objeto total. En esta oscura noción de pulsión se manifiestan tanto el idealismo como el familiarismo en Freud. A medida que su teorización avanza, irá imponiendo una organización familiar a los flujos del deseo que recorren el campo social bajo el imperio del complejo de Edipo. Por otra parte, esta nueva noción de “máquina deseante”indica que al no haber totalización de los objetos parciales bajo un significante que vendría a representar la ley del padre bajo la amenaza de castración, estos se componen siguiendo una lógica maquínica donde lo importante es el acoplamiento que viene a conectar un objeto parcial a otro y el sistema de cortes que se producen entre ellos. La “maquina deseante” entonces, revela el carácter material y afirmativo del deseo, en tanto este no es más que el acoplamiento “funcional “ o maquinico de un flujo (la leche) que parte de un objeto parcial, a la vez que material (la teta), que se verá a si mismo cortado por otro objeto parcial (la boca en este caso); el deseo no es otra cosa que el acoplamiento de objetos parciales, entre los que circulan flujos y se producen cortes. LANS, A., “ El Esquizoanálisis: una clínica en movimiento ”, Multiplicidades, Montevideo, 2003, pág. 61, nota al pie de página. Para más aclaraciones sobre esta noción del máquina deseante ver: DELEUZE, G.-GUATTARI, F., “ El Anti-Edipo: capitalismo y esquizofrenia ”, Piadós, Barcelona, 1998, capitulo introductorio, sobre todo pág. 15. [27] DELEUZE, G.-GUATTARI, F., “ El Anti-Edipo: capitalismo y esquizofrenia ”, Piadós, Barcelona, 1998, pág. 66. [28] ENGELS, F., “ El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado ”, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, S/F, pág. 64. [29] REICH, W., “ La revolución Sexual ”, Planeta –Agostini, Barcelona, 1993, pág. 96. [30] Represión. [31] Represión originaria. [32] “Por ello, el problema fundamental de la filosofía política sigue siendo el que Spinoza supo plantear (y que Reich redescubrió): “¿Por qué combaten los hombres por su servidumbre como si se tratase de su salvación?”…”Nunca Reich fue mejor pensador que cuando rehúsa invocar un desconocimiento o una ilusión de las masas para explicar el fascismo y cuando pide una explicación a partir del deseo, en términos de deseo: no, las masas no fueron engañadas, ellas desearon el fascismo en determinado momento, en determinadas circunstancias, y esto es lo que precisa explicación, esta perversión del deseo gregario”. DELEUZE, G.-GUATTARI, F., op. cit., pág. 36.
[33]
Para
una interpretación del Eterno Retorno aplicada en este trabajo ver
Nietzsche “
Asi hablaba Zaratustra
” cap. III. DELEUZE G. “
Nietzsche y la Filosofia
”, Anagrama, Barcelona, 2000, pág. 70 y
sig. También la noción de circulo vicioso en: KLOSSOWSKI, P.,
“
Nietzsche y el Circulo
Vicioso
”, Altamira, Argentina, 2000.
[34] DELEUZE, G.-GUATTARI, F, Ibíd., pág. 68-69. Para un ejemplo de este tipo de análisis considero importante tener en cuenta el texto de Pierre Klossowski ya citado anteriormente, pág, 170 y sig. En este texto encontramos una versión del Edipo en Nietzsche que estalla con todo intento de triangulación, donde el padre y la madre pasan a cumplir diferentes funciones de las propuestas por el psicoanálisis. Un texto recomendado para el análisis del Deseo desde otra perspectiva es el libro de Alfonso Lans “El Esquizoanálisis: una clínica en movimiento”, Multiplicidades, Montevideo, 2003. [35] “…para que el ser humano pueda acceder a una estructura humanizada de lo real” LACAN, op. cit., pág. 283. [36] Ibíd., pág. 225, el subrayado fue resaltado por mi.
[37]
FREUD
S., “
Análisis Terminable e Interminable
”, Obras Completas, tomo XXIII,
Amorrortu, Bs As, pág 230.
[38]
FOUCAULT,
M., “
Las palabras y las cosas
”, Siglo Veintiuno, Argentina, 2002, pág.
269. |
Valentin Guerreros
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