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Por el tren de la aurora
viajan hacia la luz los que agonizan
por grises corredores de hospital;
la muerte con su agenda muy mal disimulada entre las ropas,
pregunta por ramón, el que vendía rosas
y por maría morena planchadora
que antes de ayer
no vio el cambio de luz de los semáforos.
por el tren de la aurora
avanzan en la tos los que se van a ir ,
los que dejan su espacio mansamente o rabiosos
echando espuma o en la paz madura
de no querer más nada, de aceptar el silencio.
y la muerte entre azules evasivos
entre gasas sangrientas y ojeras profundísimas,
disfrazada de monja
le pregunta
a aquel viejito de la sexta cama
que como amaneció y ¿qué tal abuelo?
pero el la reconoce y se pone a llorar
como el gurí que fue hace mucho tiempo
y la muerte sonrie mientras finge rezar
y tacha un nombre de su gran coscha,
ciega una espiga y mastica musgo
y se transforma en pájaro
y sale humo y dolor por la ventana .
después el sol revienta los vitrales ,
los pasillos se llenan de zapatos
y una enfermera de años y paciencia
quita la ropa de dos o tres camas.
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