A (la memoria de) Fernando Beramendi
1.
Caía un aguacero irremediable
todas las páginas llevan a ti
desde nombres a plegarias
lectura precipitada
por la piel serena de nosotros
una historia repartida en capítulos era
donde cada uno es el fin
y la lluvia el pretexto que me escribe.
Fue Nochebuena y me dijiste chau
te quiero
las grutas acentuaron verbos
confusos pretéritos
sonaban atemporales y nacimos
una noche
ese día
la voz del otro lado del hilo
el cable a pasos de tu boca
tu alma yéndose como un ala
yo esperando llegar
súbita
al vuelo intenso de un abrazo.
No podemos ya
decir lo que no dijimos
perpetrar huecos desde un sitio vacío
requerirnos público desde otro escenario
elegirte entre los muertos
como a flores en el campo más santo
pedir un café que no sea el último
cuando la campana esté sonando.
Sólo podremos morir como los trenes
a ráfagas de vida
a cargas con sensibles certezas
alegres de vivirnos o llorar
un poema en la voz del contestador
una palabra tierna en el laberinto
la foto de un beso
para no decirnos el adiós.
2.
Los pronombres no están en orden
se confunden los textos
los géneros
las almas
quién sabe
nuestros propios secretos
(hoy me trajeron un atril para posar la inocencia
el día de la muerte
una alfombra donde volar)
tú, yo, no somos más que cabos
de un pasado inmortal
el inicio de la memoria
ovillo que no acaba ninguna o ningún olvido
el silencio de la palabra dicha
temblorosa como una lámpara increíble
lo que miramos juntos
en el fondo de cada uno
tristes y amigos
detrás de un vidrio transparente.
A una niña indígena
(México)
madre pequeña
hija de mi raza rebelde
donde las plantas brotan
en huaraches de tierra
madre tibia
perfume de café con canela
milpa tierna
el niño crecido sobre tu espalda
cómo olvidarte madre
si las raíces prenden siglos en los cerros
tu lumbre es la mía
el maguey incendia los pliegues de la selva
y el canto del quetzal habita un poema
amasado entre tus manos pequeñas.
A (la memoria de) Macedo y Marosa
Quiero abrazar el cuerpo de alguien
entristecerme hasta morir
un ojo de aquí a la ausencia
divaga palabras
breves como el sol
en este invierno
versos de un hermano desconocido
o de alguien enamorado
se van
el poema por escribir
la nada y las madreselvas
quiero abrazar todos los cuerpos
callarme la pena
la voz de una mujer rota
la locura del siglo
durar una y otra vez
el hombre que corre a su encuentro
las rojas diademas
los boliches
morir triste
toda vez que huye
el cuerpo porfiado de la poesía. |