Notas sobre ensueños
Un rêve d'eunuque (El sueño del eunuco), de Jean Lecomte du Nouÿ, 1874. |
Los ensueños han sido explicados distintamente según las épocas. Desde el alcance profético que antiguos misterios y religiones les daban hasta la interpretación actual que tiende a explicarlos como un fenómeno puramente psicológico y, quizás de acuerdo con alguna teoría, a anularlos como fenómenos que tengan su individualidad. Hervey de Saint Denis parece ser, en efecto, de esta opinión al afirmar que el ensueño es « la representación a los ojos del espíritu de los objetos que ocupan nuestro pensamiento.» Dos grupos de teorías podrían hacerse con las que en estos últimos tiempos han intentado explicar los ensueños: unas; que no lo conciben sino como una nueva forma de la actividad normal; las otras que creen sean algo radicalmente distinto de los estados de vigilia, con carácter propio. (Y habría que dejar de lado las ideas más literarias que científicas que ven en el ensueño la penetración del espíritu en el mundo exterior de un modo más completo que en la realidad. ) Del primer grupo unas no ven en ellos otra cosa que la influencia de los pensamientos del estado de vigilia (Maury) « la realización de un deseo » ( Freud ) y en general explican el ensueño por la continuación del estado de vigilia bajo aspectos especiales. El otro grupo admite una individualidad determinada en el ensueño. « El sueño os la vida mental completa, con la ausencia de la tensión, el esfuerzo y el movimiento corporal. Lo que exige esfuerzo es la precisión de coordinación. Y este esfuerzo falta al durmiente. » ( Bergson ). La impresión que dejan no solo las doctrinas sino el análisis de los hechos en que se fundan, es que todos se han esforzado por el estudio del ensueño de un modo superficial, partiendo nada más que de su contenido aparente, y por analogías, sin intentar el análisis más hondo y en todos sus aspectos, del modo como pudo formarse ese contenido. Hay a menudo demasiado intento de buscar las relaciones con las últimas imágenes de la realidad, lo que transforma un poco el recuerdo, y se piensa que el ensueño ha de ser una actividad psíquica que continúe la actividad de la vigilia, y aún aquellos que lo conciben como un modo distinto en que se presentan los fenómenos, no pueden concebirlo sino como actividad independizada. Yo creo que los ensueños no son producto de nuestra actividad psíquica corriente, es decir, que no entraría en ellos nuestra personalidad activa, por lo menos esa personalidad nuestra que va integrándose y asimilando nuevos elementos, pero en cambio serían como el sedimento de todos nuestros actos de vigilia, adaptación del psiquismo inferior a la producción de estados especiales. No hay en ellos ningún estado que pueda tener independencia sin la vida onírica, y si en ésta aparece es porque ya lia aparecido antes en la actividad espiritual corriente. Mientras en la vigilia habría actividad, el ensueño no sería sino la pasividad que permite el desarrollo de lo ya vivido aunque presentándose por asociación o mecánicamente con un aspecto de cosa nueva. Cuando se analizan muchos ensueños se encuentran gran variedad de estados concretos, extravagancias y pesadillas, que difieren en apariencias de la realidad, aunque no sería difícil encontrar su punto de partida en algún estado que permaneció en segundo término en la realidad, olvidado en el estado de vigilia y que dentro de las formas habituales de asociación, modificada más o menos por las perturbaciones cerebrales actuales, ha hecho nacer el ensueño. El ensueño tendría vida con todos aquellos materiales que olvidamos corrientemente o que no van al centro de nuestra atención. Así el ensueño no sería el fantaseo, puesto que éste es una forma de manifestarse el yo consciente y pueden surgir de él toda la cantidad de sentimientos que predominan en la normalidad, mientras que en el ensueño hay una separación entre el yo y los fenómenos, estos últimos, fisiológicamente podrían ser como un trabajo (?) de equilibrio celular, sin que haya esa orientación del fantaseo sin tendencia determinada ( no un fin en verdad ). No hay, tampoco en el ensueño esa influencia directriz del mundo exterior ni la leve actividad volitiva del fantaseo, aunque el mundo exterior puede obrar como impulso inicial, pero de un modo más mecánico. Se decía antes que en el ensueño el espíritu era pasivo, mientras en la realidad era actúo. Si se quisiera buscar una frase gráfica, habría que expresar que los ensueños no son sino moldes que han contenido en la realidad emociones y estados de conciencia. Sería así el ensueño producto de la pura elaboración subconsciente que adquiriría carácter de consciente en la realidad. Esto parece surgir principalmente de aquel curioso caso en que intervino Hervey de Saint Denis, del sujeto que creyendo no haber soñado jamás recordó, sin embargo, ensueños cuando se le insinuó cual podría ser el que habría tenido. El estado de ensueño sería tal como es nuestra actividad subconsciente. No en verdad la continuación de nuestra vida psíquica de vigilia, sino que empezaría donde ésta termina. En todos los ensueños que he observado siempre había que buscar el origen en algún hecho, palabra, o pensamiento olvidado ( a veces pasó fugaz por el espíritu sin detenerse ) y que era el punto de partida del ensueño. En el estado de vigilia no se le había dado mayor importancia al detalle y en el ensueño ocupaba el centro de la vida espiritual. Y aun en aquellos casos en que el origen del ensueño se encontraba en un hecho que hubiera preocupado hondamente, no era en lo que fue único objeto de la preocupación sino en un aspecto del mismo asunto, en una forma o en un detalle al que no se le había dado importancia fundamental mientras se estaba despierto; como si la vida de los ensueños no se alimentara de otra cosa que del residuo de la vida corriente, modificada desde luego por las impresiones actuales o por el estado actual de los órganos, etc, única intervención de la actividad común como tal actividad en esta producción de fenómenos. Hay en vigilia asociación de palabras que se unen sin preocupación por el sentido, trabajos que no emplean nuestra conciencia, y ni a eso podría compararse el ensueño en uno de sus aspectos. «Machine travaillant a vide > se dijo del Víctor Hugo de las últimas obras, y ese calificativo vendría maravillosamente al espíritu durante los ensueños. Diversos casos pueden comprobar y completar estas notas: una señorita de elevada cultura sostenía a Sante de Sanctis, que no tenía costumbre de soñar escenas emocionales «agregó que soñaba muy raramente y que sus sueños se refieren generalmente a sujetos de su vida de un orden secundario y de naturaleza indiferente» ( citado por Vaschide. Le Sommeil et les réves. ) En todas las experiencias de Maury, los casos observados se condicionan por el temperamento del sujeto, y siempre aparece en ellos algo del espíritu aventurero: un viaje al Cairo y aventuras, las jornadas de 1848, un buque cuya Santa Bárbara se incendia, la cuchilla de la guillotina en su cuello, etc. Esas ideas debían formar como el fondo permanente de sus pensamientos, quizás febrilmente romántico, a pesar de la normalidad de su vida, una especie de hábito mental que serviría después como productos de ensueños. Los continentes de la vigilia pasan así a contenidos y continentes a la vez en el ensueño. Cuando en mis ensueños aparecía algo de lo que me había preocupado en la realidad, esto no tenía el carácter que yo le había dado sino que era una particularidad que no la había tenido en cuenta. Freud (Interpretación de los Sueños ) cuenta el ensueño de un amigo magistrado que soñó se le arrestaba por haber cometido el delito de infanticidio y preguntado por el empleo del día anterior contestó que lo había pasado con una mujer casada y que se había sentido preocupado por las precauciones adoptadas para evitar la fecundidad. Freud analiza sutilmente el ensueño y da como explicación final aquel verso de Lenau «que emplear los preservativos equivale a un infanticidio», de ahí, para él que haya habido tal ensueño. Posiblemente no sería ésa la explicación más aceptable. ( Freud preocupado con su teoría de que el ensueño no es más que un deseo no satisfecho y que se realiza en ese estado, trata de explicar aquel caso, naturalmente, así). Habría allí una continuación del proceso mental detenido, o un desarrollo, partiendo de la idea que existió en vigilia pero que ocupó el segundo plano: el grave inconveniente que representaba para el sujeto el nacimiento de un hijo. Parece en la obra de Freud que lo importante lo que preocupaba eran las precauciones, la idea del infanticidio, surgió en el ensueño, de los detalles. El hábito predominante ( era un magistrado ) en la vida corriente hizo lo demás. Aparece claramente desintegrado el yo, de la actividad onírica, y ésta funcionando separadamente en todos aquellos casos de ensueños en que el sujeto cree ver desarrollarse escenas en que él no interviene, pero conoce, como un espectador de la obra teatral que se representa a sus ojos, lie tenido varios ensueños de esta clase que, por otra parte no son raros entre los casos que se citan en obras que estudian el asunto. Se conocen las ideas y sentimientos de los personajes como si alguien lo dijera: 110 se adivinan en sus gestos ni en nada que sea exterior, pero se saben, y esto tiene una marcada analogía con lo que ocurre en las novelas y cuentos literarios, en los cuales no se pueden deducir de ciertos hechos el carácter del sujeto, pero siempre alguna nota del autor se encarga de indicarnos lo necesario aunque no surja de la acción. Y es en el caso de una lectura que iba realizando por períodos que había quedado interrumpida y que soñó sabía un episodio más, que iba desarrollándose, sin que al despertar pudiera explicarme como había sido yo fs-pectador, sentía que aquello era continuación de lo leído, era espectador forzosamente, y, sin embargo, me dominaba el espanto ( las escenas eran un poco macabras. ) No intervenía y, sin embargo tenía interés en aquello, todo lo cual debe ser resultado de la vida espiritual que se hace, en que ocupa gran parte la asimilación y conocimiento por lecturas, procedimiento un poco peligroso por asociar estados de conciencia a hechos, y que, en cambio, facilitan esas cosas que se saben sin objetivarlas y ese interés por personajes de fantasía que tienen vida principal en nuestro espíritu. Así serían explicables los ensueños en que se es simplemente espectador. Experiencias de un carácter especial parecen en cambio que pudieran hacer imposible explicaciones parecidas a las que han dado de los ensueños: «A propósito de esta teoría ( la que explica la vivacidad de los ensueños por la existencia única de los estados secundarios y desaparición de los primarios ), que indudablemente seduce, como todas las explicaciones muy simples y precisas, hace tiempo que vengo haciendo, por medio de interrogaciones, cuestionarios, etc. observaciones tendientes a verificar «i las personas en que faltan las imágenes o representaciones de cierto sentido, sueñan alguna vez con datos de ese «sentido; por ejemplo: si una persona completamente incapaz de representarse un color, sueña algún vez viendo; si una persona que careciera de aptitud de representarse sonidos, podría oírlos soñando, etc. Y, como sucede casi siempre, aunque en pocos se confiese, me dirigía la idea de refutar la teoría por la comprobación de algunos casos positivos de este orden, idea sugerida por el mió personal, que se me presentaba como decisivo en tal sentido ». ( Vaz Ferreira. Ideas y Observaciones. ) Las observaciones que se presentan de inmediato en la obra citada, parecen demostrar la imposibilidad de explicar únicamente por lo que ocurre en el estado de vigilia, la producción de los ensueños. Win embargo creo no pueden ser aceptadas esas observaciones como concluyentes en tal sentido. La preocupación, más o menos intensa que guiaba al observador inutilizan experiencias cuando se trata de ensueños y hasta se llegan a sistematizar observaciones que en un asunto como éste resulta muy peligroso. En ocasiones basta una simple preocupación pasajera para que se cambie el carácter del ensueño. En el caso citado antes de Sante de Sanctis, la joven soñó de inmediato con escenas fuertemente emocionales ante la sola posibilidad pensada mientras estaba despierta de que eso podría ocurrir. Por tanto las observaciones que podrían ser decisivas cuando no se presentaran en tales circunstancias, estudiadas con la preocupación de comprobar una idea pueden ser deficientes y engañosas. Si fuese posible, sería el ideal observar los ensueños sin que se pensara en ellos antes de que se produjeran. Pero descartado todo esto que podría ser simple cuestión de método de estudio, creo las observaciones del Doctor Yaz Ferreira, en que ha sentido sonidos y colores en los ensueños, no teniendo imágenes representativas de los mismos durante el estado de -vigilia, no pueden servir para rechazar las teorías clásicas y tampoco harían imposible las ideas apuntadas antes. Los tipos motores, como los visuales y auditivos no están en absoluto imposibilitados de representarse las cosas de un modo distinto del que las representan comúnmente. Lo que hay es que un hábito determinado, puede inhibir otros modos de representación, sin que éstos dejen de existir subconscientemente, o en potencia, es decir, en la posibilidad de manifestarse. El estudio mismo, o el simple hecho de pensar y observar el modo como corrientemente se producen los estados de conciencia y cómo se representan las imágenes, pudo ser una educación subconsciente de esas facultades auditivas y visuales que si se manifestaron solamente en el acto del ensueño es porque en el estado de vigilia el yo comente[1] dirige la conciencia e inhibe los modos no usuales de manifestarse. En el sueño ese yo desaparece dejando libremente manifestarse las formas subconscientes de la actividad que han estado adaptándose en esa educación del estado de vigilia. Así que si algo podría surgir de esas observaciones es una comprobación de la influencia del hombre despierto sobre el hombre que sueña, siendo la actividad de éste, resultado de la actividad habitual. Mis observaciones personales me inducen a aceptar estas ideas. Tipo motor, también, he pensado durante mucho tiempo en la posibilidad de completar las representaciones normales con representaciones visuales y auditivas, y sin que se me hubiera ocurrido siquiera hacer experiencias sobre ensueños, una vez soñé con colores, ( un mueble de un brillante color verde ) que vi claramente, con intensidad y extensión, lo que me interesó al despertar muchísimo, habiéndose repetido sueños análogos, en varias ocasiones. Después he podido en el estado de 'vigilia representarme muy a menudo colores unas veces con más facilidad que en otras; pero cuando lo intento hacer voluntariamente, con esfuerzo, por lo regular fracaso. En cuanto a sonidos hay una tendencia a manifestarse, aunque todavía no se definen claramente. No es, por tanto imposible que ese cambio del carácter de los ensueños obedezca a cambios previos en el estado psicológico del sujeto que no se transparentan corrientemente por las razones que di antes. Por otra parte en aquellos casos en que el yo del sujeto cambia de un modo radical no deja de producirse una variación concomitante en los ensueños. Charcot estudia un caso interesantísimo en ese sentido. Es el del negociante X----que por preocupaciones graves se trastornó por completo el espíritu desapareciéndole la memoria visual que había sido hasta entonces muy fuerte en él, y agrega Charcot: Un detalle interesante es el de que, en sueños, Mr. X.... no tiene ya, como antes, la representación visual de las cosas. Sólo le queda la representación de las palabras y éstas pertenecen casi exclusivamente a la lengua española» ( citado por W. James. Princ. de Psicología cap. XVIII ). Aun no queriendo aceptar el modo de interpretación de hechos dado anteriormente, habría que llegar a que en casos como el citado por Charcot, el estado normal del sujeto tiene una marcada influencia en la producción de los ensueños. Lo que ocurre posiblemente es que esa actividad durante el sueño es de un psiquismo inferior ( en la forma ya indicada del desarrollo pasivo ) con tendencia a ser hechos entre psíquicos y fisiológicos, y quizás el recuerdo de los ensueños se haga más por la persistencia de las modificaciones fisiológicas, lo que explicaría por qué se recuerdan comúnmente nada más que aquellos ensueños que están muy vecinos al momento del despertar ( no en la forma absoluta que pretende Goblot, a mi modo de ver erróneamente ); y que cuando la impresión ha sido fuerte pueden aún ser evocados mucho después del despertar, pasando al carácter de conscientes. Hay entonces asociaciones espontáneas de cosas que vemos, con algo que existió en el espíritu y que luego aparece con vida únicamente en el ensueño: a veces recordamos así un simple detalle, una nota aislada y sin más trascendencia, en otras ocasiones episodios truncos, pero lo cierto es que después del despertar y no como recuerdo de éste, sino de todo el período de sueño, perduran los rastros de una actividad distinta en realidad de la corriente, aparentemente la misma. Ese carácter de pasividad en el modo como surgen los ensueños, podría hacerlos base para observaciones sobre la actividad normal y para lo que podrían servir, principalmente de auxiliar por el análisis de los conceptos e imágenes, para el estudio de los estados afectivos y mecanismo de los mismos. Nota: [1] En este caso como en otros en estas notas, me lie visto obligado a usar expresiones que podrían ser discutidas desde otros aspectos psicológicos. Como aclarar cada uno de los términos me llevaría muy lejos, los he dejado creyendo que al darse se comprenderá por los hechos, la idea que quise expresar. |
Ensayo de Profesor Antonio M. Grompone
Publicado, originalmente, en:
Revista de la
Enseñanza Secundaria y Preparatoria Año I
Montevideo, Julio de 1917 Tomo I- N° 2.
Link del texto: https://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/65455
Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)
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