La confesión de la piedra de Carolina de Grinbaum - Buenos Aires, El grillo, 2006. 215 p. – por Miryam E. Gover de Nasatsky |
Tal
cual ocurre en una fábula, los elementos de la naturaleza adquieren
protagonismo en esta novela. Aclara el Prefacio
que “en su conjunto son partícipes del mundo y poseedores de vida anímica”.
Además, persisten a través de los siglos y son sabios. Todos ellos
quieren frenar la locura del mundo pero es la piedra la que lleva adelante
la acción continuando una creencia maya por la cual se destruían a las
consideradas vivientes. Bernardita, el personaje principal, tiene el don de hablar con las flores, de escuchar a la piedra y de ser abrazada por las ramas del sauce. Su vida fue marcada en la adolescencia por el ultraje sufrido al que se sumó un hecho nefasto que ocurrió frente al río como consecuencia del mismo. Los testigos desconcertados fueron las aguas, el aire, el tiempo y el cielo piadoso. A partir de ese momento, ella quedó detenida en el devenir como si el minutero se hubiera parado. Permaneció adolescente sin elaborar lo que tanto la había afectado. Lo mantuvo guardado en su inconciente hasta que la piedra, testigo de su pasado, le contó la verdad oculta. De esta forma, después de 37 años, estuvo en condiciones de unir las piezas sueltas existentes en su mente, reaccionar y confesarlo. Expresa la autora, “es una ausente que vuelve de un largo viaje de vida sin transiciones de edades” (147). Las animizaciones y las descripciones favorecen la localización espacial junto al río como “su refugio encantado, lejos de la mirada indiscreta de los demás” (31). Así, el ámbito natural constituye un escenario apropiado para la soledad y los pensamientos de la protagonista. La
trama policial narrada en tercera persona llega a una resolución gracias
a la confesión de la piedra, quien
asume el horror de lo ocurrido con la complicidad de “Chac, el dios de
la lluvia”. Simboliza una rebelión de lo creado ante la depredación
que los humanos provocan con sus intereses mezquinos.
Es una historia ejemplificadora para que el lector tome conciencia de
la carrera absurda en la que está inmerso. El intertexto con citas de
Adolfo Pérez Zelaschi, Platón o Antonio Porchia, convalidan su esperanza
de que la naturaleza se convierta en maestra del hombre. Carolina de Grinbaum, además de dirigir la revista de cultura El Grillo, es autora de cuatro libros de cuentos, poemas, ensayos y ocho novelas, entre las que se encuentran Violeta de las cuatro estaciones, En el Museo de Barro, El amor se cocina a fuego lento, La jaula de los pájaros, El séptimo retorno y La dignidad escamoteada. En La confesión de la piedra, con habilidad narrativa, pone de relieve una vez más su preocupación por ahondar en la psicología femenina y por el futuro del medio en el que vivimos. Representa una voz de esperanza frente a la negligencia de quienes no valoran las pequeñas cosas de la vida. |
Miryam E. Gover de Nasatsky
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