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La revolución
no te ha agradecido,
la Patria mexicana, tampoco.
Mujer combativa
Solidaria y creativa.
Te nombro con profundo respeto:
¡Oh! Soldadera,
Reina de la Revolución.
Dejaste todo atrás,
siguiendo a tu Juan
a los campos de batalla,
cocinando, lavando, luchando.
No importaba tu vida,
marcada por la generosidad,
en tu amor a la patria,
la ofrecías
y a tu hombre seguirías.
Símbolo perenne de la mujer mexicana,
cuando la Patria te ha llamado
y te ha necesitado
tu valor y tu hidalguía
han sabido responder.
Pasa el tiempo…
y la deuda del pueblo contigo se acrecienta.
Te quisiera en una estatua
no de granito frío,
sino cálida como tú
que salude cada día
la salida del sol.
Estarás,
frente por frente
al monumento a la revolución.
Soldadera,
símbolo de la gloria revolucionaria,
ejemplo del ayer
para el hoy.
Augurando con tu mirada
tierna en el horizonte
un mañana de justicia
sobre el territorio patrio.
Ese que regaste con tu sangre,
de “Adelita”,
“Marieta”,
“Juana Gallo”,
“María Pistolas”
y tantas
heroínas anónimas,
que escribieron capítulos enteros
de ese gran libro de victorias
que fue la Revolución Mexicana.
Madre abnegada y esposa,
líder femenil, pero ante todo
compañera guerrillera.
¡Oh! soldadera,
reina de la revolución.
Como el águila mexicana,
llegaste a las cumbres más elevadas
de la nación,
mostrando una entrega sin igual,
luchando tras un magno ideal.
El amor a tu México,
Patria amada que con tu vida
contribuiste a mejorar.
Y que muy pronto seguramente
podrás mirar orgullosa
desde tu glorioso altar. |