Una perfecta tormenta de estupidez |
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“El cielo alborotado revela el dolor que siente.” Estos versos fueron escritos por Henry Wadsworth Longfellow en su poema “Copos de Nieve”, publicado en 1863 junto a su célebre poema épico “La cabalagata de Paul Revere”. Gran parte del parloteo informativo de esta semana se centró en el desafortunado comentario de Sarah Palin acerca de la historia de la famosa cabalgata de Revere en abril de 1775. Revere estaba en una misión clandestina de medianoche para alertar a los revolucionarios estadounidenses sobre un inminente ataque británico. La versión incorrecta de Palin indica que Revere, montado a caballo, hizo sonar una campana y disparó un arma como advertencia para que los británicos se retiraran. También es lamentable que los medios hayan gastado horas y horas en habar de la noticia de una serie de indiscreciones sexuales en Internet del congresista de Nueva York Anthony Weiner. Para aumentar el sensacionalismo–y entre comerciales de las industrias de petróleo, gas, carbón y energía nuclear-, se ve una noticia tras otra acerca de eventos climáticos extremos. Aquí reside el verdadero escándalo: ¿Por qué los meteorólogos de la televisión no acompañan cada noticia acerca de “condiciones climáticas extremas” con las palabras “cambio climático”? Necesitamos un Paul Revere de nuestro tiempo, ecologista, que advierta a la población sobre esta inminente amenaza. Quién mejor para cumplir esa función que Bill McKibben, que ha hablado y escrito sobre el cambio climático y ha impulsado una organización a nivel mundial para combatirlo desde hace más de dos décadas. Le pregunté recientemente acerca de la vinculación entre las condiciones climáticas extremas y el cambio climático: “Lo que sucede es que estamos haciendo de la Tierra un lugar más dinámico y violento. Eso es en esencia de lo que se trata el calentamiento global. Hemos retenido más energía solar dentro esta delgada capa atmosférica, y eso ahora se está expresando de diferentes maneras. No tenemos la certeza de que cierto tornado en particular haya sido provocado por el cambio climático. Siempre ha habido tornados. Pero sí sabemos que somos testigos de grandes niveles de actividad de tormentas eléctricas, inundaciones, sequías, de todas las cosas de las que los climatólogos nos vienen advirtiendo”. McKibben, fundador de 350.org, una organización de base de acción por el clima, critica la cobertura que hacen los medios de los desastres climáticos: “Usted vio las fotos de Queensland en Australia, porque en Queensland, Australia hay mucha población blanca y cámaras de televisión. Pero no se han visto fotos similares de Sri Lanka, de Vietnam, de Filipinas, del noroeste de Río en Brasil, ahora tampoco de Colombia, lugares que han sufrido grandes inundaciones similares”. Cuando McKibben habla de la Tierra como un “lugar más dinámico y violento”, se está refiriendo al clima. Pero el cambio climático podría provocar cada vez más violencia política real. Esta semana tuvo lugar en Oslo la Conferencia Nansen sobre Cambio Climático y Desplazamiento, en la que expertos de diferentes países se reunieron para trabajar sobre el creciente problema de los refugiados climáticos. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Antonio Guterres, advirtió de dos amenazas: los desastres de evolución lenta, como las sequías y la desertificación, que llegan a “un punto de inflexión en el que las vidas y el sustento de las personas se ven seriamente amenazados hasta tal punto que no tienen otra opción que abandonar sus hogares” y “los desastres naturales que desarraigan a grandes cantidades de personas en cuestión de horas”. Una de las principales preocupaciones es que a esos millones o quizá miles de millones de personas, que son o serán desplazadas, se les negará un refugio seguro. Como Naomi Klein, una verdadera Paula Revere, advirtió recientemente: “El cambio climático es la mayor crisis de todas, y mi temor es que si no somos cuidadosos, si no planteamos una visión positiva de cómo el cambio climático puede hacer que nuestras economías y nuestro mundo sean más justos, habitables, limpios y equitativos, entonces esta crisis será explotada para militarizar nuestras sociedades, para crear continentes fortificados”. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados ha advertido también que la mayoría de los refugiados climáticos serán desplazados en sus propios países. Y no hace falta ir a Pakistán para ver pruebas de ello. Esta semana en Estados Unidos, la gente se vio obligada a huir de tornados en el oeste de Massachusetts, de inundaciones en Iowa y Colorado, e incendios forestales en Arizona. En Washington, D.C. y Texas los niveles históricos de calor están amenazando la vida de la gente, cuando aún no han llegado los meses más calurosos del verano. No muy lejos de Oslo, en Bonn, Alemania, más de 3.000 delegados de 180 países se encuentran reunidos para definir un plan de trabajo de cara a la Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU, que se realizará en Durban, Sudáfrica en diciembre. En el discurso que pronunció en el encuentro, Tove Ryding, de Greenpeace dijo: “De lo que estamos hablando aquí es de hecho de millones de puestos de trabajo ecológicos, de transformar a nuestras sociedades a sistemas de energía seguros, estables y basados en energía renovable y eficiencia energética”. Esa iniciativa, dejar de depender de los combustibles fósiles y de la energía nuclear para volcarse a la energía renovable, está siendo apoyada cada vez por más países, especialmente tras el desastre de Fukushima. Japón acaba de confirmar la fusión de los núcleos de tres de los reactores nucleares de Fukushima. Suiza y Alemania anunciaron que eliminarán progresivamente la energía nuclear. China, Alemania y Japón, tres de las cinco economías más importantes del mundo, están adelantándose a invertir en la investigación y utilización de fuentes de energía renovables. El irrisorio financiamiento del gobierno de Obama para investigación en energía renovable es opacado por las decenas de miles de millones de dólares en subsidios a las industrias del petróleo, el carbón y la energía nuclear. El clima mundial está cambiando, y los seres humanos son la principal causa. Nosotros, en Estados Unidos, el mayor contaminador histórico del mundo, ¿haremos caso a las advertencias de nuestros Reveres ambientales, o el cielo alborotado, como escribió Longellow, revelará cada vez más el dolor que siente? |
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna. © 2011 Amy Goodman Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur. |
Por
Amy Goodman
de Democracy Now!
Publicado el 9 de Junio de 2011
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