AMY
GOODMAN: Volvemos a nuestra
entrevista con Noam Chomsky. Hablamos con él la semana pasada en el
jardín del Centro Rey Juan Carlos I de la Universidad de Nueva York.
Allí le pregunté sobre WikiLeaks.
NOAM
CHOMSKY: Creo que nada de lo que
WikiLeaks publicó constituía un verdadero secreto. Es decir,
WikiLeaks es un servicio a la población. Assange debería recibir un
premio, una medalla presidencial de honor. Toda la operación de
WikiLeaks ayudó a informar a la gente sobre qué hacen los
representantes electos. Eso debería considerarse algo muy positivo,
además de interesante. No se reveló nada verdaderamente
extraordinario, aunque es interesante saber, por ejemplo, que,
cuando el gobierno de Obama en los hechos apoyó el golpe de estado
en Honduras que depuso al gobierno democrático y designó lo que
viene a ser un gobierno respaldado por los militares, sabía
exactamente lo que estaba haciendo. Porque, según sabemos por
WikiLeaks, la embajada en Honduras había presentado un análisis
detallado justo al comienzo del golpe que expulsó al presidente,
donde se decía "Sí, es inconstitucional, es ilegal". Así que sabían
exactamente lo que estaba haciendo, cuando Obama y Clinton dijeron:
"Bueno, no es tan malo. Todo va a ir bien".
O por ejemplo, el tema de Anne
Patterson, la embajadora en Pakistán, una de las revelaciones más
interesantes. Patterson apoya la política estadounidense en AfPak,
Afganistán y Pakistán, pero también avisó que la estrategia de los
asesinatos y las presiones sobre Pakistán suponían un peligro real.
Suponen el peligro de la radicalización de Pakistán –donde la
oposición a esta política es enorme- y además crean la posibilidad
de que los elementos yihadistas tengan acceso a instalaciones
nucleares. Es decir, están creando un peligro enorme. De hecho,
Pakistán es mucho más peligroso para la seguridad de EE.UU. que
Afganistán, que en realidad no supone ningún peligro. Es bueno saber
que tenían esa información. Se la daban los analistas, gente que
escribía sobre ese tema y lo conocía, pero el hecho de que la
consiguieran por intermedio de la embajada es importante cuando uno
piensa en cómo esa estrategia se intensificaba. De hecho, es
sorprendente ver cómo se aplican todas esas políticas, como si
conscientemente estuvieran tratando de aumentar el peligro.
Pensemos, por ejemplo, en el asesinato
de Osama Bin Laden. Estoy entre las pocas personas que piensan que
eso fue un crimen. Considero que no se puede tener derecho a invadir
otro país, secuestrar a un sospechoso (recordemos que sigue siendo
un sospechoso aunque uno crea que es culpable) y, una vez que está
apresado e indefenso, asesinarlo y tirar su cuerpo al océano. Los
países civilizados no hacen ese tipo de cosas. Hay que tener en
cuenta que se estaba corriendo un gran riesgo. El grupo de
operaciones especiales Navy Seals tenía órdenes de salir de allí
peleando si había algún problema. Si hubieran tenido que pelear para
salir de allí, habrían tenido cobertura aérea y probablemente se
habría producido una intervención militar. Podríamos haber entrado
en guerra con Pakistán, un país que cuenta con un ejército
profesional dedicado a proteger la soberanía del Estado y que no se
habría tomado algo así a la ligera. Una guerra con Pakistán sería un
desastre total. Es una de las grandes instalaciones nucleares que
tiene vínculos con elementos islamistas radicales. No son un
porcentaje elevado de la población, pero están en todas partes. Y, a
pesar de todo, lo hicieron. Después de ese incidente, cuando
Pakistán estaba totalmente indignado, hubo más ataques con aviones
no tripulados. Es asombroso cuando uno analiza esta estrategia,
además de la criminalidad que implica.
AMY
GOODMAN: ¿Qué opina de que el
presidente Obama recurra cada vez más a aviones no tripulados para
atacar a personas en Pakistán, Afganistán, Yemen, Somalia y otros
países?
NOAM
CHOMSKY: Recuerdo un muy buen
análisis de Yochi Dreazen sobre ese tema. Era el corresponsal
militar del periódico Wall Street Journal; ahora es analista militar
para otra organización. Después del asesinato de Osama Bin Laden,
que por cierto él aprobaba, señaló que existía una diferencia
interesante entre Bush y Obama. Lo digo con mis propias palabras, no
con las suyas; yo hubiera dicho algo así: si al gobierno de Bush no
le gustaba alguien, lo secuestraban y lo enviaban a un centro de
tortura; si al gobierno de Obama no le gusta alguien, lo matan para
no tenga que haber centros de tortura en todas partes.
En realidad, eso nos revela otra cosa.
Basta con pensar en el primer detenido de Guantánamo que fue a
juicio durante el gobierno Obama. “Juicio” entendido como una
comisión militar, que quién sabe qué son. El primer caso fue muy
interesante y revela muchas cosas. El detenido se llamaba Omar
Khadr. ¿Y qué delito había cometido? Su delito fue que, cuando tenía
15 años, había intentado defender su aldea frente al ataque del
ejército estadounidense en Afganistán. Ése es su delito y por lo
tanto es terrorista. Lo enviaron a Bagram y más tarde a Guantánamo;
en total estuvo ocho años en esos centros de tortura. Finalmente, lo
llevaron a juicio durante el mandato de Obama y le dieron a elegir
entre declararse inocente y quedarse en Guantánamo el resto de tu
vida o declararse culpable y pasar allí ocho años más. De modo que
sus abogados le recomendaron que se declarara culpable. Ésa es la
justicia que se administra bajo el gobierno de nuestro presidente
constitucional, para un chico de 15 años que defendió su aldea
contra el ataque de un ejército. Y lo peor es que no se dijo nada
sobre este caso.
Lo mismo se puede decir del asesinato
del clérigo estadounidense Awlaki en Yemen, abatido por aviones no
tripulados. Lo mataron a él y a la persona que estaba a su lado en
ese momento. Poco después, su hijo también fue asesinado. Se habló
un poco del hecho de que era ciudadano estadounidense: no se debería
matar a ciudadanos estadounidenses así nomás. Pero, por ejemplo,
cuando lo asesinaron, el titular del periódico New York Times fue
algo así como "Occidente celebra la muerte de un clérigo radical".
En primer lugar, no fue una "muerte" sino un asesinato. Y en segundo
lugar, occidente celebra el asesinato de un sospechoso. Al fin y al
cabo, era eso, un sospechoso. Hace unos 800 años se redactó algo
llamado Carta Magna, la base del derecho angloamericano, donde se
estipula que no se violarán los derechos de nadie sin un debido
proceso legal y un juicio justo y rápido. No dice que hay que matar
a un sospechoso.
AMY
GOODMAN: A su juicio, ¿los medios
de comunicación mejoraron en las últimas décadas?
NOAM
CHOMSKY: Creo que son mejores de
lo que eran. No soy un gran admirador de los medios de comunicación,
pero considero que, si los comparamos con los de los años 1950 y
1960, mejoraron considerablemente.
AMY
GOODMAN: El hecho de que exista
competencia y de que la gente tenga acceso a otro tipo de
información ¿supone una presión para los medios de comunicación
dominantes?
NOAM
CHOMSKY: No lo creo. En realidad,
ahora la situación está más monopolizada que antes. Creo que es
porque el país cambió. Ahora es un país más civilizado de lo que era
antes, es decir, si lo comparamos con la situación de los años 1960.
En primer lugar, hay que tener en cuenta los derechos de las
mujeres. A lo largo de la historia de Estados Unidos, hasta hace
poco, según la ley, las mujeres eran básicamente una propiedad. Eran
propiedad de sus padres y de sus maridos. En los primeros años de
vida del país, el argumento en contra del voto femenino era que no
sería justo porque los hombres casados tendrían dos votos, ya que,
evidentemente, la mujer tenía que hacer lo que le decían. Y, de
hecho, hasta los años 1970, el derecho de las mujeres de integrar un
jurado no estaba garantizado porque se consideraba que no podían
hacer ese tipo de cosas. En las universidades de comienzos de la
década de 1960, en la mía por ejemplo, solo había hombres blancos
obedientes y respetuosos. Todo eso cambió.
También cambió en otros aspectos.
Usted mencionó los derechos de los homosexuales. No hace muchos
años, ni siquiera se podían pronunciar esas palabras. Y había leyes
contra la sodomía, hasta hace muy poco, quizás todavía haya alguna.
En Inglaterra es igual. Allí hubo un caso muy dramático, no sé si lo
siguió. Uno de los grandes matemáticos del siglo XX, Alan Turing,
que además fue un héroe de guerra y fue quien descifró los códigos
alemanes y salvó a Inglaterra de los ataques, era homosexual. A
principios de 1950 eso iba en contra de la ley de ese país y lo
sometieron a un tratamiento para curarlo de esa “enfermedad”. El
tratamiento era tan grotesco que acabó suicidándose. Pero eso fue
hace mucho tiempo, en 1954. Ahora, cuando le preguntaron al primer
ministro Cameron si había llegado el momento de concederle un perdón
tardío, ya que este año se cumple el centenario de su nacimiento. La
respuesta de Cameron fue: "No, infringió la ley británica. Eso no se
perdona". Así que, en esencia, matamos a un héroe de guerra y a un
gran matemático porque estaba infringiendo la ley británica. Todo
eso ha cambiado mucho, quizá no en el gobierno de Cameron, pero ha
cambiado en muchos aspectos. Y eso tuvo un efecto en los medios de
comunicación. Las personas que trabajan en
los medios, como por ejemplo muchas mujeres, tuvieron que soportar
situaciones como ésa.
AMY
GOODMAN: Noam Chomsky, ¿qué cosas
le dan esperanza?
NOAM
CHOMSKY: Hay muchas cosas que me
dan esperanza. Aquí mismo tenemos el movimiento ”Occupy", por
ejemplo. Es algo muy sorprendente y dramático. O el lugar en el que
nos encontramos hoy, el encuentro del Congreso Estadounidense sobre
América Latina (NACLA). Lo que ha ocurrido
en América Latina en los últimos 10 años es algo espectacular. En
los últimos diez años, por primera vez desde la conquista española y
portuguesa, hace quinientos años, América Latina se ha liberado
sustancialmente de la dominación y del control de Occidente, sobre
todo de Estados Unidos.
De hecho, hubo un ejemplo de eso muy
dramático hace apenas un par de semanas en la cumbre [de la
OEA] realizada en Cartagena, una cumbre
muy importante. Aquí no se mencionó nada de eso. Hubo un escándalo
relacionado con el servicio secreto [de EE.UU], pero en esa cumbre
ocurrieron cosas muy interesantes. En esa reunión participan todos
los países del continente americano. Se debatieron principalmente
dos cuestiones, aunque no hubo ninguna declaración porque no
pudieron llegar a un acuerdo. Las dos cuestiones fueron Cuba y las
drogas. Todo el continente quiere que Cuba sea admitida en la
cumbre. Estados Unidos y Canadá se niegan. En relación con las
drogas, prácticamente todo el continente está presionando para que
haya una legalización porque son ellos los que están llevándose la
peor parte, es un golpe en la boca del estómago. La demanda de
drogas está aquí [en EE.UU.]. El suministro de armas está aquí. Y
ellos son los que lo sufren. Por lo tanto quieren emprender el
camino de la legalización. Pero Estados Unidos y Canadá se niegan.
Estados Unidos y Canadá están aislados
en el continente. Y, de hecho, hay una nuevo organismo que se creó
hace aproximadamente un año, Comunidad de Estados Latinoamericanos y
del Caribe (CELAC), que excluye
formalmente a Estados Unidos y Canadá, e incluye a todos los demás
países. Es muy posible que este nuevo organismo reemplace a la
Organización de los Estados Americanos, que está regida por Estados
Unidos. Un síntoma de ello es que Estados Unidos fue virtualmente
expulsado de sus bases militares en América del Sur. Esos países
están tratando de solucionar sus problemas internos, que son graves.
El otro tema interesante [en América
Latina] es el papel de los movimientos populares. Por ejemplo, hay
movimientos populares masivos de indígenas y trabajadores que son
muy efectivos en producir cambios políticos de modo sustancial. Es
algo de una importancia histórica.
AMY
GOODMAN: Entonces el movimiento
“Occupy” y América Latina son para usted motivos de esperanza.
NOAM
CHOMSKY: Y la Primavera Árabe. En
realidad están pasando muchas cosas interesantes en el mundo. Pero
creo que la conciencia de la gente en relación a muchos temas está
cambiando. Antes mencionaba la actitud de los chicos de 18 a 24
años, que es bastante mala, pero creo que eso también se puede
cambiar.
AMY
GOODMAN: Noam Chomsky es profesor de
la universidad Massachusetts Institute of Technology (MIT),
además de intelectual, disidente político y lingüista de renombre
mundial. Lleva más de medio siglo dando clases en el
MIT, donde tiene el cargo de Profesor del Instituto y es profesor
de Lingüística. Lo entrevistamos la semana pasada en Nueva York en la
celebración del 45 aniversario de NACLA,
Congreso Estadounidense sobre América Latina, donde le rindieron
homenaje. Noam Chomsky es autor de más de un centenar de libros, el más
reciente lleva por título "Occupy". |