La cúpula de la Iglesia Católica lanzó el
equivalente a una guerra santa contra el Presidente Obama. El arzobispo
Timothy Dolan hizo un llamamiento a los miembros de la Iglesia a que le
digan “a sus líderes electos que quieren el reestablecimiento del derecho a
la libertad religiosa y de conciencia y que quieren la anulación de la
normativa sobre la anticoncepción”. Obama está siendo presionado para
revertir una reglamentación de salud que exige a las universidades y
hospitales católicos, al igual que a todos los empleadores, que brinden
anticonceptivos a las mujeres que tengan cobertura médica a través de sus
planes de seguro de salud. Bill Donohue, de la Liga Católica, afirmó: “Vamos
a combatir esto con demandas, con decisiones judiciales y, ¿por qué no?,
quizá también en las calles”. Luego de que la fundación Susan G. Komen Race
for the Cure revirtiera su decisión de quitar el financiamiento a la
organización de planificación familiar Planned Parenthood tras las críticas
recibidas, el gobierno de Obama debería escuchar a la mayoría de los
estadounidenses: Estados Unidos, incluso los católicos, apoya fuertemente
los derechos reproductivos.
Rick Santorum captó la atención de los medios esta semana tras su victoria
en tres estados. Exactamente una semana antes de las elecciones primarias,
el 31 de enero, Associated Press divulgó la noticia de que la fundación
Susan G. Komen Race for the Cure, una organización dedicada a la prevención
del cáncer de mama que cuenta con 2.000 millones de dólares de fondos
anuales, había adoptado políticas tendientes a negar financiamiento a las
clínicas que forman parte del programa Planned Parenthood para realizar
estudios vinculados al cáncer de mama, en particular a mujeres que carecen
de seguro de salud. Una de las principales responsables de la decisión fue
la flamante vicepresidenta de Komen, Karen Handel, cuya campaña como
candidata a gobernadora de Georgia en 2010 incluía en su plataforma política
el retiro del financiamiento a Planned Parenthood. Las reacciones no
tardaron en llegar: fueron amplias e implacables. El 3 de febrero Komen
revirtió su decisión y el 7 de febrero Handel renunció a Komen.
A esto se sumó la noticia de que el Departamento de Salud y Servicios
Humanos de Estados Unidos hizo pública una reglamentación que exige a los
planes de seguro de salud ofrecidos por los empleadores que brinden métodos
anticonceptivos. Esta decisión avivó aún más la polémica. Para rematar, el
día de las elecciones primarias, el Tribunal de Apelaciones del Noveno
Circuito de Estados Unidos revocó la controvertida Proposición 8, que
prohibía los matrimonios entre personas del mismo sexo en el estado de
California.
Para Santorum, que se enfrenta en las primarias a Mitt Romney, “la tercera
fue la vencida”. Como católico conservador y padre de siete hijos, Santorum
ha librado desde hace tiempo una guerra cultural que se centra en el
matrimonio, el aborto y el sexo. Incluso llegó a comprar en una ocasión a la
homosexualidad con la bestialidad.
Según el independiente Guttmacher Institute, que estudia temas relacionados
con la salud reproductiva a nivel mundial, en Estados Unidos “de todas las
mujeres que han mantenido relaciones sexuales, el 99 por ciento ha utilizado
un método anticonceptivo alternativo a la planificación familiar natural.
Esta cifra permanece prácticamente invariable en el caso de las mujeres
católicas (98 por ciento)”. Según una encuesta realizada por el Instituto
Público de Investigación Religiosa, un 58 por ciento de los católicos
considera que los empleadores deberían brindar planes de asistencia de salud
a sus empleados que incluyan la cobertura de métodos anticonceptivos.
Los activistas católicos que reconocen el amplio uso de la anticoncepción
entre sus fieles a pesar de la prohibición oficial sugieren que las mujeres
pueden acceder a los métodos preventivos “en cualquier otro lado”. ¿Y si no
pueden pagarlos? Loretta Ross, coordinadora nacional del SisterSong,
Colectivo por la Justicia Reproductiva de las Mujeres de Color, me dijo:
“Esta norma realmente permite que las mujeres de bajos ingresos que dependen
de la asistencia de salud tengan acceso al control de natalidad, las mujeres
negras, en particular. Y también es preciso señalar que la libertad de
religión también implica libertad de la religión y si no quieres usar
métodos anticonceptivos, no estás obligada a comprarlos ni a usarlos. Pero
no impidas que otras mujeres que sí quieren utilizarlos y que no pueden
pagarlos accedan a ellos”.
Una solución posible al debate proviene de un lugar inesperado. Michael
Brendan Dougherty, comentarista católico, estaba en la iglesia hace un par
de semanas cuando escuchó al cura leer la carta del Arzobispo Dolan que
alienta a los católicos a oponerse al presidente. Dougherty, que apoya la
oposición de la iglesia a la reglamentación sobre anticoncepción, me dijo
que un sistema de salud de pagador único resolvería el problema: “Resolvería
este problema de la conciencia en particular, como sucedió en Europa. A los
arzobispos no les gusta que el gobierno subvencione el aborto ni la
anticoncepción, pero no están del todo enfurecidos porque no se les pide que
cooperen formalmente con cosas que consideran pecaminosas”.
Loretta Ross está de acuerdo con la implementación de un sistema de salud de
pagador único, pero también lanzó una advertencia: “No se metan en nuestros
dormitorios, salgan de esta conversación con la que intentan simplemente
ocultar su guerra contra las mujeres, primero con toda esta retórica sobre
la libertad religiosa y el cuidado del embrión, pero no solamente, ya que
ahora el ataque contra la anticoncepción también sostiene que se está
atacando al niño que aún no ha sido concebido. ...No vamos a quedarnos de
brazos cruzados. Y como lo demostró la lucha contra la Fundación Komen,
somos una fuerza de armas tomar. Y vamos a trabajar para fortalecer la
postura del Presidente Obama de apoyar el acceso a los métodos
anticonceptivos”. |