El Presidente Obama dedicó la promulgación de la ley de reforma del sistema de salud a varias personas, entre ellas a su madre, S. Ann Dunham Soetoro. El Presidente declaró: “Hoy promulgo esta ley de reforma del sistema de salud por mi madre, que peleó y discutió con las compañías de seguro médico hasta sus últimos días de vida mientras luchaba también contra el cáncer.” El proceso legislativo de esta reforma del sistema de salud y el frenético final de la batalla por conseguirla obligaron al Presidente a posponer un viaje al país donde su madre lo crió durante varios años de su infancia: Indonesia. Mientras muchos consideran que su reforma del sistema de salud es un enorme paso adelante, simultáneamente y con muchos menos ojos puestos en el tema, Obama está dando posiblemente un gigantesco paso atrás en lo que refiere a Indonesia.
En ese país acaban de salir a la luz noticias acerca del papel que tuvieron las fuerzas armadas indonesias en los asesinatos de militantes políticos ocurridos el año pasado en la provincia de Aceh en los días previos a las elecciones locales.
Esto sucede al tiempo que, fuera de escena, el gobierno mantiene intensas negociaciones con el parlamento acerca de la posibilidad de reestablecer el apoyo al ejército indonesio, incluyendo a uno de sus más tristemente célebres elementos, el comando especial conocido como Kopassus. La asistencia militar a Indonesia fue suspendida en 1999 luego de que su ejército, las Fuerzas Armadas Nacionales de Indonesia o TNI, desatara una campaña de terror contra la población de Timor Oriental. En el año 2005, el gobierno de Bush reestableció parcialmente la asistencia militar pero, de manera llamativa negó ayuda y entrenamiento al Kopassus. Esta negativa se debió mayormente al esfuerzo de activistas de base y a la intervención del Senador demócrata de Vermont Patrick Leahy.
Mi colega Allan Nairn, informando desde Indonesia, hizo pública la noticia de la participación del ejército indonesio en el asesinato de militantes políticos la semana pasada en “Democracy Now!”, el noticiero que conduzco, y también en su blog allannairn.com. Allan Nairn dijo: “En el artículo, describo cómo las fuerzas armadas indonesias, a las que Estados Unidos da armas y entrenamiento, han llevado adelante un programa de asesinatos de militantes políticos. Describo en detalle los asesinatos que se cometieron en Aceh en el año 2009 durante los días previos a las elecciones locales de ese lugar. En ese momento, al menos ocho activistas del partido independentista Partai Aceh fueron asesinados. Cito además a altos jerarcas indonesios que dicen que estos asesinatos fueron coordinados a nivel regional por un general llamado Sunarko, que es general del Kopassus.” Aceh es una provincia rica en recursos ubicada al oeste de Indonesia. Luego de la devastación que sufrió a causa del tsunami de 2004, el gobierno llegó a un acuerdo político con el movimiento independentista GAM (Movimiento por un Aceh libre). Las elecciones de 2009 fueron resultado de este acuerdo. Nairn da detalles sobre dos de los ocho asesinatos de miembros del partido independentista Partai Aceh vinculado al GAM y cita numerosas fuentes, la mayoría de las cuales, temiendo por su seguridad, permanecen en el anonimato.
Allan y yo no somos dos desconocidos para el ejército indonesio. En 1991 sobrevivimos a una masacre en Timor Oriental. Timor Oriental fue invadido por Indonesia en 1975, con pleno apoyo del Presidente Gerald Ford y del Secretario de Estado Henry Kissinger. Durante el siguiente cuarto de siglo, las fuerzas armadas de Indonesia asesinaron a más de 200.000 timorenses, lo que significa un tercio de la población. Allan y yo viajamos hasta allí para informar acerca de la situación y terminamos haciendo la cobertura de una marcha hacia un cementerio en la capital de Timor, Dili. Mientras la multitud de civiles desarmados se encontraba encerrada dentro de los muros del cementerio, los soldados indonesios ingresaron en formación, con sus M-16 provistas por Estados Unidos listas y sin previo aviso, sin provocación alguna y sin dudarlo abrieron fuego contra la multitud. Allan y yo fuimos arrojados al suelo. Utilizando sus M-16 como bates de baseball, los soldados le fracturaron el cráneo a Allan. Nosotros sobrevivimos, pero más de doscientos setenta timorenses fueron asesinados ese día. Logramos escapar e informar sobre la masacre. Mientras que a mí se me negó la entrada a Timor Oriental en 1999, Allan pudo infiltrarse en el país e informar acerca de las atrocidades que cometía allí el Ejército indonesio, en una campaña que dejó a la mayor parte de Timor Oriental hecha cenizas. Allan fue arrestado, pero continuó informando desde prisión, dándole una nueva significación al “teléfono celular”.
Desde que Allan dio la noticia sobre los asesinatos la semana pasada, la prensa de Indonesia no ha dejado de seguir las acusaciones. El oficial de alto rango de la Fuerza Aérea y vocero del TNI Sagom Tamboen declaró al periódico Jakarta Globe que el ejército estudia la posibilidad de entablar acciones legales contra Allan Nairn. Por su parte, Allan me dijo: “Doy la bienvenida a esta amenaza. Deberían arrestarme, así podríamos encontrarnos y confrontar públicamente en un tribunal. Allí describiremos, frente al público indonesio, cómo las fuerzas armadas indonesias han asesinado civiles. Daré detalles de las masacres, las desapariciones, etc. Intentaré llamar como testigos a generales del Ejército indonesio e interrogarlos bajo juramento. Intentaré además llamar como testigos a funcionarios estadounidenses.”
Recientemente, la organización de derechos humanos Human Rights Watch escribió una carta a la Secretaria de Estado Hillary Clinton y al Secretario de Defensa Robert Gates en la que señala motivos de seria preocupación ante una posible re-vinculación con Kopassus. La Red de Acción de Timor Oriental e Indonesia, ETAN, ha lanzado una campaña de petición en etan.org para bloquear la financiación.
La mayor parte de la clase política de Estados Unidos está hablando y comentando acerca de la aprobación del proyecto de ley de reforma del sistema de salud y acerca de las consecuencias políticas que potencialmente tendrá. Deberían dedicar algún tiempo a concentrarse en los planes de Obama para Indonesia y en la posibilidad de que reestablezca el apoyo financiero y el entrenamiento a una de las fuerzas militares que ha cometido más violaciones a los derechos humanos en el mundo, el comando Kopassus de Indonesia.
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