Chicago no tiene nada que envidiarle a Abu Ghraib. Hace cuarenta años, Jon Burge regresó de Vietnam, se unió al Departamento de Policía de Chicago y, según se lo acusa, habría comenzado a torturar gente. Escaló rangos y se convirtió en el comandante de la zona Sur de Chicago, denominada Área 2. En Chicago, Burge y los oficiales de policía bajo su mando han sido acusados de aplicar algunas técnicas de tortura tales como choques eléctricos en los genitales, simulación de ejecuciones, sofocación con bolsas en la cabeza, golpes y posiciones de estrés dolorosas para lograr confesiones, en su mayoría de hombres afroestadounidenses. Se sabe que más de 110 hombres fueron víctimas de Burge y sus cómplices. Muchas de las víctimas fueron a prisión, y algunas de ellas fueron condenadas a pena de muerte. En vista de la creciente evidencia y de las cada vez mayores protestas de la comunidad, Burge fue despedido del Departamento de Policía de Chicago en 1993. Ahora vive en Florida, donde cobra su jubilación.
Esta semana, en un juicio penal federal que comienza en Chicago–y debido a que el plazo estipulado en el Estatuto de Limitaciones a la Acusación por Tortura ya ha caducado-, Burge afronta cargos no por las torturas infrigidas, sino por mentir sobre el uso de la tortura cuando declaró bajo juramento en una demanda civil anterior presentada por una de sus víctimas. Si bien Burge afronta ahora una pena máxima de 45 años de prisión, sus cómplices no han sido acusados. Asimismo, el juicio no implica al actual alcalde de Chicago, Richard M. Daley, quien como fiscal del estado para el Condado de Cook de 1980 a 1989 y posteriormente como alcalde, obstruyó sistemáticamente las investigaciones o procesamientos contra los presuntos torturadores.
Darrell Cannon es uno de los hombres que acusa a Burge y sus cómplices de tortura. Afirma que la policía lo torturó en 1983 y lo obligó a confesar un homicidio que no cometió. Pasó más de 20 años en prisión, pero luego de una audiencia sobre su confesión bajo tortura, los fiscales desestimaron su caso en 2004. Le llevó tres años más ser liberado de prisión.
El 2 de noviembre de 1983 a las 6 de la madrugada, policías de Chicago bajo el mando de Burge arrestaron a Cannon y lo llevaron a una zona industrial aislada en la zona portuaria de Chicago. Cannon me contó su terrible experiencia:
“Simularon una ejecución. Luego pasaron a una segunda técnica de tortura, en la que sacaron su pistola del baúl del auto y Peter Dignan, que es otro de los detectives, el más despiadado de todos, procedió a hacerme más preguntas sobre el homicidio y a decirme lo que ellos sabían que había ocurrido y que querían que yo les contara lo que faltaba. Me negué a hacerlo. Tomó un cartucho de bala, me lo mostró, y sus palabras exactas fueron: 'Mirá negro' – y fue ahí que se dio vuelta. Escuché un 'click', que parecía que el cartucho estaba siendo colocado en la recámara de la pistola. Se volvió a dar vuelta mirando hacia mí, yo ya no veía el cartucho. Entonces continuaron haciéndome preguntas. Me negué a responder. Uno de ellos dijo, 'Dale, volale la cabeza a ese n**ro'. Y fue ahí cuando apretó el gatillo. Simularon matarme tres veces. Al no lograr obtener lo que querían de mí, lo hicieron una tercera vez. Me pusieron en el asiento trasero del auto de los detectives. Me pusieron de costado en el asiento trasero del auto de detectives y me hicieron acostar atravesado en el asiento. Luego me bajaron los pantalones y los calzoncillos, sacaron una picana eléctrica, la encendieron y procedieron a aplicarme choques en los testículos”.
Para hacer que se detuviera la tortura, Cannon finalmente hizo una declaración falsa bajo coerción, que lo implicaba a él como cómplice de homicidio.
Su abogado, Flint Taylor, es miembro de la organización People’s Law Office, que ha representado a muchas víctimas de tortura de Burge. Taylor señaló el papel polémico del Alcalde Daley. “Darrell Cannon, mi cliente, fue torturado en 1983. Si en 1982 Daley hubiera actuado en consecuencia con las pruebas que tenía en ese momento, habría tenido que destituir a Burge de la fuerza policial y procesarlo por tortura, y Darrell Cannon no hubiera tenido que pasar 20, 25 años tras las rejas y no hubiera sido torturado con electroshock. Entonces, el verdadero crimen aquí comenzó hace muchos años, con el encubrimiento, un encubrimiento que fue organizado por el propio alcalde”.
En enero de 2003, antes de dejar el cargo, el gobernador de Illinois, George Ryan, un republicano, conmutó las penas de los 156 prisieros de Illinois condenados a pena de muerte luego de que se probara la inocencia de otros 13 reclusos también condenados a pena de muerte. Entre ellos, Ryan perdonó a cuatro prisioneros que fueron víctimas de la tortura de Burge.
¿Dónde comenzó todo esto? Hay algo que está claro: entre 1968 y 1969, Burge era policía militar del campamento Dong Tam del Ejército de Estados Unidos en el Delta del Mekong en Vientam, donde sospechosos de ser soldados del Viet Cong eran interrogados mientras se les apliacaba choques eléctricos a partir de teléfonos a manivela que producían descargas. Técnicas de tortura similares a esta eran moneda corriente bajo el mando de Burge en Chicago.
Considerando las actuales denuncias de tortura en Irak y Afganistán, debemos preguntarnos cuántos Jon Burges se están engendrando en las dos guerras que lleva adelante el Presidente Barack Obama.
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