Civilización
occidental: una idea a la que le ha llegado su hora |
El
fiscal general Michael Mukasey, inquieto, bebía a sorbos su agua. Era la
primera vez que declaraba ante el Comité Judicial del Senado desde la
controvertida confirmación de su nombramiento. Lo qué estaba en debate
en aquella ocasión, al igual que en esta: la tortura. ¿Considera él que
la técnica conocida como el "submarino" es una forma de
tortura? Edward Kennedy, senador demócrata de Massachussets, lo convirtió
en un asunto personal: “¿El submarino sería una forma de tortura si se
lo hicieran a usted?” “Sentiría que sí”, respondió Mukasey.
Aunque esquivó preguntas, antes y después de la de Kennedy, su respuesta
a la pregunta personal sonaba auténtica. Durante
todo el régimen de Suharto, las administraciones estadounidenses —demócratas
y republicanas — armaron, entrenaron y financiaron al ejército
indonesio. Además del millón de indonesios asesinados, otras cientos de
miles de personas fueron también asesinadas durante la ocupación
indonesia de Timor Oriental, un pequeño país 480 kilómetros al norte de
Australia. Timor Oriental es un país que conozco bien, ya que he
realizado la cobertura informativa sobre ese país durante años. El 12 de
noviembre de 1991, mientras cubría una marcha pacífica de timoreses en
Dili, la capital de Timor, el ejército de ocupación de Suharto abrió
fuego contra la multitud, matando a 270 timoreses. Salí de esa situación
con cierta suerte: los soldados me patearon con sus botas y me
golpearon con las culatas de sus rifles M-16, de fabricación
estadounidense. Fracturaron el cráneo a mi compañero Allan Nairn, que
por aquel entonces escribía para la revista The New Yorker. Y aquella
masacre fue una de las más pequeñas que ocurrieron en Timor. Sin
embargo, el presidente George H.W. Bush siguió proporcionando armas a
Indonesia, al igual que su sucesor, Bill Clinton. Lo único que logró que
se detuviera la venta de armas estadounidenses fue el fuerte movimiento de
base que se desarrolló en Estados Unidos. Sea
que se trate del submarino, de lanzar una guerra ilegal, o de retener a
cientos de prisioneros sin cargos durante años en la Bahía de Guantánamo
o en cárceles secretas de la CIA en todo el mundo, eso me hace recordar
las palabras de Mahatma Gandhi, uno de los mas grandes líderes de la no
violencia en el mundo. “¿Qué les importa a los muertos, los huérfanos
y los que pierden sus hogares,” preguntaba, “si la destrucción sin
sentido se lleva a cabo en el nombre del totalitarismo o en el santo
nombre de la libertad o la democracia?” La audiencia de Mukasey casualmente coincidió con el 60º aniversario del asesinato de Gandhi. También ese mismo día, Rudolph Giuliani y John Edwards se retiraron de la carrera por la presidencia. En su discurso de despedida, Edwards dijo: “Ha llegado la hora de la transformación de Estados Unidos”. A medida que se estrecha la carrera electoral, llega un momento clave para reflexionar: uno de los candidatos favoritos, John McCain, fue realmente torturado (a diferencia de Mukasey, aunque McCain apoyó la confirmación de este último). McCain pronosticó que podríamos permanecer en Irak durante 100 años. Él se enfrenta a Mitt Romney, que dijo que duplicaría el tamaño de Guantánamo. Ninguno de los candidatos demócratas restantes demanda la retirada inmediata de las tropas de Irak. Sí, es un momento clave para reflexionar sobre las enseñanzas de Gandhi. Cuando se le preguntó qué pensaba de la civilización occidental, Gandhi respondió: “Pienso que sería una buena idea”. Amy
Goodman es la presentadora de Democracy Now! (www.democracynow.org/es),
noticiero
internacional diario
emitido por más de 650 emisoras de radio y TV en Estados Unidos y el
mundo. ©
2007 Amy
Goodman Inglés:
http://www.truthdig.com/report/item/20080130_western_civilization_an_idea_whose_time_has_come/ traducido por: Ángel Domínguez y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org |
Por Amy Goodman
presentadora de Democracy Now!
Publicado el 30 de Enero de 2008
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