Mi primer parto en Conchillas María Esther Giribone |
Llega
un señor en un charret a buscarme, por supuesto que no lo conocía y menos a la señora que
debía atender, pero la doña donde vivía me dijo que fuera tranquila ella
lo conocía y efectivamente la señora estaba embarazada. Yo tenía un
bolsito negro, que aún día lo conservo, con las cosas mas necesarias,
una cajita con una tijera, un porta agujas, una pinza kochert y algunas
agujas curvas, mi método de esterilización, pastillas de formol pero
puedo asegurar muy efectivo, nunca tuve una infección ni de ombligos ni
de episiotomías. Lo mismo los guantes en una caja esas de gasas que venían
antes, redondas, con pastillas de formol. El hilo de atar el cordón era
el de paquetes, lo hervía y
lo ponía en un frasquito con alcohol. Además en el bolso llevaba otra
cajita con jeringas de vidrio y agujas, gazas, algodón, un frasquito de
alcohol, otro de espadol y ampollas de methergin. Preguntaba si en la casa
había chata y sino iba con ella a cuestas. Este
señor vivía en el campo, para el lado de la Estancia San Jorge o Bember
como todos dicen. El caballo, nunca vi
nada igual, trotador y rápido, el charret de ruedas de gomas, luego de
recorrer por carretera no sé
pero mas o menos 3 o 4 km., entramos en un campo, largo rato anduvimos en
él y me llamaba la atención
porque no veía casa por ningún lado, hasta que llegamos a la loma de un
repecho y allí abajo, cerquita, estaba un monte natural, el arroyo y un
ranchito. Era de tardecita y el parto se hizo en la noche, por supuesto
luz eléctrica ni pensar todo lo que tenían un farolito a kerosene, la
verdad que poco se veía. La señora quejándose de sus dolores, ya tenía
otros hijos o sea no era su primer parto, en una cama
emposada y baja por lo tanto yo estaba arrodillada, que diferencia
como se atienden hoy día los partos, en el período expulsivo en el
momento que no pujaba, miraba un rincón oscuro para luego ver algo más, todo se
produjo con felicidad y un 24 de noviembre nace una niña, que no es vista
por médico y menos por pediatra, eso no era necesario para el padre. Los
días siguientes vuelvo a ese hogar para comprobar como evolucionaban
ambas y luego vacunar al bebe con la BCG, si no me venía a buscar el señor,
iba en bicicleta. Para
mis costumbres o lo que conocía
me resultó algo rara, no digo, o atípico esta familia. Solo el señor
iba al pueblo por lo que necesitaban, él compraba hasta la ropa a toda su familia, note que calculaba mal los talles. En
una de las visitas que hice, siempre lo recuerdo, mientras hacía algo el
señor me hizo sentar en la
cocina hasta que él volviera y sus hijos estaban todos sentados en sus
respectivas sillitas, eran cuatro, pero todos muy seguiditos, el mayor
creo que todavía no iba a la escuela y para ellos yo era un “bicho
raro” por lo tanto no me sacaban los ojos de encima y todos a la
vez comenzaron a acercarse en sus sillas hasta que estuvieron rodeándome,
tocándome y lo que mas le llamó la atención fue mis uñas pintadas, me
tocaban y sacaban sus manitos muy rápidamente
como si los quemara o tuviera electricidad. A
los dos años mas o menos volví a esa casa, por supuesto otro embarazo
sin ningún control, nuevamente en el charret y el caballo trotador, esta
vez a media noche, con una hermosa noche estrellada pero muy fría y algo
de viento, me llamaba la atención en este señor tan raro en su actitud
con su familia, como uno podía hablar de cualquier tema con él, sabía
mucho de estrellas y constelaciones.
El camino a su casa pasa al lado del cementerio, a mi me volaba el
pelo y una bufanda que llevaba, me representaba uno de los personajes de
la película “La danza de
los vampiros” que no hacía mucho había visto, pero este
iba en un trineo pasaba por un cementerio
y también le volaba la bufanda. Para este parto tuvimos un adelanto, un FAROL a gas, la iluminación era otra cosa, prestado por la suegra que estaba allí, lo demás todo igual, siempre digo “cuanto tiempo DIOS dedicó a estar conmigo e mi maternidad, el primero la trajo en taxi, el segundo en el charret, pero nunca me permitió que sus hijos los viera el médico en los partos, todo salía bien. Siguiendo los comentarios de esta familia diré que le atendí a la señora dos partos más pero fueron en mi casa. |
Por las calles de Conchillas
María Esther Giribone
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