Carencia completa de sensibilidad |
Tendría que decirle que no, que no podía, que no estaba en condiciones de cumplir con un pedido como ese, que era excesivo para él. ¿Podría decir "no"? Estuvo caminando de un extremo a otro de la habitación, y había entrado en otra habitación y se había aproximado a una ventana, y había mirado hacia el exterior. Y, se había colocado junto a otra ventana para volver a mirar. Lo que veía desde las ventanas, no lo ayudaba a reaccionar, a conseguir alguna solución. Había vuelto a sentarse. Se puso de pie. Ocupó un asiento más cómodo, y comenzó a decir "no", muchas veces, veinte, treinta, cuarenta. (¿Esperaba que desde el exterior pudiera llegar una solución para ese problema?, o ¿que le resolvieran ese conflicto o asunto, los sillones más o menos cómodos, o el acto de caminar o de moverse?). Muchas cosas habían estado desapareciendo. Primero, los juguetes, préstamos que no eran devueltos, regalos. Después, los libros, los cuadernos, los lápices, etc. Y, estaba siendo postergado, y, a veces, casi eliminado. Perdía sus posiciones. Muchas veces era "algo", una cosa al servicio de los "otros". (Plantita sensitiva, o animalito sin defensas, para ser exhibido como rareza en un escaparate). En algunos juegos estaba ya como espectador. Se olvidaban de él, puestos, y él quedaba eliminado. Se olvidaban de él, mientras no lo necesitaran para algún pedido. O, a veces, cuando un maestro o profesor, daba una explicación especial, y todos se ubicaban lo más cerca posible, él quedaba rezagado y no oía las palabras. (Es probable que la explicación de ese profesor, maestro, o educador, resultara más interesante, oída desde una distancia aún mayor. Que llegara transformada en un zumbido, por ejemplo). Estaba quedándose sin defensas, a la disposición de cualquiera, o para ser utilizado por cualquiera, expuesto al exterior sin ninguna capa o cubierta protectora. Tenía que resolver el problema del pedido excesivo. Estuvo por decir "sí", pero dijo "no". Fue un gran esfuerzo, pero pudo hacerlo. Y consiguió un buen resultado. Una segunda vez, volvió a decir "no", y también las consecuencias fueron muy buenas. Y, se repitieron los "no", y los buenos resultados. Algunas veces estuvo por decir "sí". Tendría casi, que haber dicho "sí", y dijo "no". Ya estaba acostumbrándose a decir "no", y continuaría utilizando ese "no", que iba sosteniendo su nueva manera de actuar. (Ese no se convertía en una piel protectora muy resistente, y lo ayudaba a defenderse de los ataques del exterior. Ya no tuvo necesidad de caminar por las habitaciones, ni detenerse ante las ventanas, ni sentarse en los sillones, para pensar y obtener soluciones. Ya disponía del entrenamiento suficiente para decir no). Los agresores iban perdiendo su posición anterior, utilizaban otras maneras de actuar. Algunos que casi no reparaban en él, comenzaban a respetarlo, y, hasta a veces, lo adulaban. Los que antes habían aparecido como "fuertes", "importantes", iban haciéndose cada vez más débiles. Su condición de "persona de carácter firme", insensible a muchas cosas, se hacía cada vez más notoria. Desde que decía "no", su exposición de ejemplar débil, que puede ser agredido, o que incita a ser agredido, desaparecía. Algunos de sus actos de injusticia fueron tomados como actos de "firmeza de carácter", y hasta de valentía. (El nuevo ser, cada vez menos sensible, continua su recorrido. Iba conquistando territorios, tierras muy fértiles, que un tiempo antes ignoraba que existieran. ¿Estaba transformándose en un hábil conquistador? Así como en el primer período perdía posiciones, y la personalidad disminuía, se hacía cada vez más pequeña, en el segundo, "época del no", va ganando o conquistando posiciones, y con rapidez. La personalidad crece, se agranda, etc.). Todo se ha caído, derrumbado, en la pequeña localidad, casas, árboles, instalaciones, etc. El hombre permanece impasible. Se ha ubicado en una casilla aislada y segura, y continúa, o trata de continuar su vida habitual. No se ocupa de las personas muertas o heridas, ni de los animales. Dispone de una insensibilidad perfecta, hasta donde es posible la perfección. (Tal vez se había extralimitado, o sobrepasado los límites aceptables o convenientes, y se había convertido en un objeto impermeable a todos los acontecimientos). |
cuento de L. S. Garini
Equilibrio y otros desequilibrios
Ediciones Géminis - Colección narradores de hoy
Montevideo - junio 1979
Ver, además:
L. S. Garini en Letras Uruguay
Editado por el editor de Letras Uruguay
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