Salió sin textos ni pretextos.
Una carretera fuera, lejos comulgando subterráneos
que vagamundean calles y noches en techos
engreídos de personas inquietas. Famélico escapó
discutiendo un día gris, húmedo, sin resurrección. Era
un exilio desesperado, consecuente, influyente y
consistente necesidad del deseo. Un concreto
pragmático golpe llevado por su tiempo. Beat
transformación encontró héroes del camino
compartiendo gruesas gotas guiando crueles vientos
al otro lado de un puente sin retorno. Riesgos,
incertidumbres, seducciones disfrazadas de
preguntas, marcas, llegar, destino, yo quiero ser mi
guía. Vislumbrada vertiginosidad hizo a ese hombre un
reto que pronto se dejo disuadiendo palabras. Así
sube en un transporte con harta magia despechada,
desprejuiciada que hizo marcar llegadas hasta esa
maga antípoda e igual parecida, sorpresiva anhelante
cántico, persuasiva brillante cachadora curva vivaz
indiferente atrapada nuevamente.
Coma satisfecha sin empacho regocijó los puntos en
sus espacios. Y otros dos amaneceres procrearon
vueltas descaradas, llenas, prontas, desvanecidas al
aquelarre poético, expresivo culpable cual permuta
cada fantástico sexo generada agonía de concubinos
fondos extasiados en las arcadas de su alma.
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