El canto de los barrios pobres

poema de Emilio Frugoni

 

La ciudad crece como un árbol.
La ciudad crece como un bosque.
En el centro, los troncos robustos

y las ramas tuertes y altas;

en los bordes que el viento castiga,

las pequeñas y débiles plantas. ..

 

Oh tristeza de los barrios pobres,

de los suburbios que la soledad aplasta,

y donde la melancolía de los campos

queda vagando como un perro hambriento

y perdido que aúlla en la noche, callada....

 

La ciudad muerde en sus alrededores

con mordiscos de piedra, de cal y de barro

La verde extensión de la campaña.
Y ésta retrocede paso a paso

replegándose en la distancia,

con un sediento quejido de ruedas

que por caminos de lodo y de polvo

se pierden en la lontananza...
Las callecitas do los arrabales

salen a mirarla
con un aire ingenuo y campesino

y una dulce tranquilidad aldeana.
Y so detienen temerosas

ante la carretera que viaja

trasponiendo remotos confines,

por entre las chacras

y por donde se van bordejeando

las grandes carretas paisanas

o se precipitan los .autos

corno una ráfaga.

 

Callecita del suburbio que hueles a campo

y juegas con barro al pie de la casa

y a la payanita con monedas de agua...

Sendero tranquilo por donde se pasa

sin prisa, silbando

y hasta donde baja

el cielo a posarse liviano

en la loma cercana...
Corazón pueblerino que laten
como un pajarito en la caricia lánguida
del claro de luna...
Callecita pobre que estás en la infancia

crecerás y un día serás una calle

ruidosamente frecuentada,

con letreros luminosos
escandalizando en las fachadas
y edificios resonantes
de la espesa colmena humana...


Adiós correrías de chicuelos,

y football en la, calzada,

y asomarse de las comadres

a las puertecitas entornadas

y atisbaduras cautelosas

de ojos brujos tras las persianas.


Adiós conversaciones a gritos

de vereda a vereda; adiós idilios

en los umbrales y en las ventanas¡

Adiós vendedores ambulantes

que meten su pregón en las casas

como un puño por los zaguanes.

Adiós, paseos de pebetas

gárrulas y emperifolladas

por las aceras, al crepúsculo,

o en la, noche plácida.
Adiós biógrafo de barrio

que alegra, toda la cuadra

con sus luces y su timbre

que llama, llama, llama...
Adiós lamento de los acordeones

y sonambulismo de las guitarras,

y dactilógrafa tartamudez del piano

en que se adiestran las .muchachas.

Adiós tertulias on la acera

en las noches cálidas

a la luz de la luna,

o de una triste

lamparilla guacha...
Adiós almacén de la esquina

con su vidriera abigarrada

y su rueda de parroquianos

que disputan y beben caña.


La ciudad hasta ti llega

disuelta en placidez; y cansancio,
En un repecho te empinas
para, ver allá, en el bajo,
el hacinamiento de casas
donde bullen la vida y su tráfago..
Cada vez que a ti me acerco
me dejo ganar por tu encanto,
callecita donde la vida
conserva un perfume temprano...

poema Emilio Frugoni
Revista "Cruz del Sur" Año III Nº 18

Julio y agosto de 1927

Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación

Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República) versión pdf

 

 

Ver, además:

 

            Emilio Frugoni en Letras Uruguay

 

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