Barco mercante poema de Emilio Frugoni
Comme je descendais des fleuves impasibles. |
Los caminos que brotan debajo de mi quilla apenas paso quedan por mi ausencia borrados mas son siempre los mismos en el agua que trilla mi sempiterno viaje a puertos obligados.
sólo veo paisajes que
devora mi hastío. barra de donde cuelga ahorcado mi albedrío.
Sueño con liberarme de la fuerza absoluta que me tiene cogido en su puño de arriero y me lleva engrillado por implacable ruta que tira de mi casco con un cable de acero.
Deliro alucinado por la extensión marina donde se esconden mundos de los que no retorno, que mi frente obstinada descubre en la neblina y de los cuales ando como borracho en torno.
Desertor de la cárcel que voy llevando a cuestas anhelo ser un día para irme por los mares sin timón y sin brújula y sin manos funestas que rápidas me enlacen el salto en los ijares.
Esta sed de aventura que me clava su espuela
me enciende en un delirio
de locas correrías. sobre el itinerario rígido de mis días.
Condenado a un programa de caminos y escalas
quedo como estaqueado por
las manos del viento. son solamente riendas para mi movimiento.
¡Qué ansiedad me despierta el barco que a mi lado
pasa rumbo a destinos
que ignoro pero envidio!
mientras yo voy envuelto
en mi eterno fastidio. de islas donde abanican las palmeras el cielo con su puñado de hojas de color esmeralda, y danzan mientras ruedan sus cocos por el suelo.
O entrará en un estuario sin población humana que lo azote cayendo sobre él en abordaje vaciando sus sentinas con avidez tirana y volviendo a llenarlas con ímpetu salvaje.
Podrá internarse en ríos como mares profundos que hienden continentes con tajos de agua dura; y anunciarán su arribo pájaros iracundos, de la selva enemiga bajo la noche oscura.
Acaso el mar lo lleve a los hielos del Polo y salgan a mirarlo plácidos los pingüinos y al verle aproximarse, inofensivo y solo, le rodeen las focas y los lobos marinos.
Viajará entre los témpanos y como enorme anguila se escurrirá del liso apretón de sus muros, y arrojará el relámpago del cordaje que oscila en aquellos voraces espejos inseguros.
¡Y pensar que te quejas con un dolor de muerte, ebrio buque fantasma que el poeta maldito exaltó a la gloriosa y alucinada suerte de andar sin tripulantes en viaje al infinito!
en tu embriaguez sombría torpemente abismado. ¡Como ansié en ese instante trocar nuestro destino y ser yo el que anduviese por el mar desalado!
Sin voces que desciendan del puente de comando
a encarrilar mis ansias
en fijos derroteros. de mi eterna disputa con nubes y luceros.
Sin que ninguno espante el albatros que viene
a posarse en mis mástiles
bajo la noche atenta.
si quiero revolearme con la
oscura tormenta. hacia los horizontes tras los cuales aguarda el ciclón en acecho que los mares arruga cuando se precipita desde su nube parda.
No es eso lo que siento cuando pasa un crucero de guerra, o la montaña gris de un acorazado, tendidos al espacio sus cañones de acero por la Muerte en sus fundas de hierro tripulado.
Volcanes en reposo trashumantes, me lanzan
su andanada de orgullo
silenciosa, al pasar. Pero no son más libres que yo sobre la mar.
Siempre los mismos astros en el cielo infinito;
no ver constelaciones jamás, nuevas y extrañas y en cada estrella el punto final de mis hazañas.
soy la estampa del
orden en los días serenos. de un tigre que reclama la libertad sin frenos.
Quiero quedar confiado a mi instinto argonauta librado a las corrientes que el mar ante mí tienda, y no ser un esclavo del cálculo y la pauta que cuelgan de los astros la cinta de mi senda.
Cuando arribo a los muelles de las viejas ciudades que me tienen atado con mercantiles lazos, piafan en el palenque mis torvas ansiedades y abomino del puerto que me estrecha en sus brazos.
Me iré tras aquel barco. Pero no acongojado en la desesperanza de andar solo y sin guía, sino por un jocundo frenesí empavesado, sabiéndome al fin dueño de un alma toda mía. |
poema de Emilio Frugoni
Publicado, originalmente, en:
Revista
Nacional: literatura, arte, ciencia / Ministerio de Instrucción Pública
Segando ciclo. Año VI • Montevideo, abril-junio de 1961 • Nº 208. Tomo VI
Gentileza de
Biblioteca digital de autores
uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación
Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)
Ver, además:
Emilio Frugoni en Letras Uruguay
Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce
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