El sonido entre los dedos

 

Ciertamente me acordaré de mi música de cuerda en la noche (Salmos 77-6)

Para quienes hemos tenido en la guitarra una inseparable compañía -que en nuestro caso alcanza un lapso ininterrumpido cercano a las cuatro décadas- nos resulta ineludible dedicar un espacio a tan bello como noble instrumento, el que cuenta ya con una trayectoria de más de cinco centurias por los rincones del planeta.
La guitarra tiene larga historia y títulos de nobleza que se remontan desde muy lejos. Durante largos siglos este instrumento, tan rico en posibilidades, estuvo apartado de todo protagonismo en la música culta, relegado a cumplir tan solo tareas subalternas en el ámbito exclusivo de lo popular.
Los estudiosos de sus orígenes afirman que el vocablo "guitarra" sería el resultado de sucesivas transformaciones sufridas por el término griego "kitar", que se aplicara antes para designar a un muy primitivo instrumento de cuerdas, precursor de la cítara, aún conocida en nuestros días.
Puede afirmarse que, en la que llamamos "civilización occidental", la guitarra y sus diversos antecesores fueron compañeros permanentes del canto.
No ha sido posible precisar con exactitud la fecha de nacimiento de la guitarra; uno de los más antiguos testimonios se encuentra en en el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela (s.XII) en el que aparecen instrumentos identificables con la guitarra, utilizados en esa época indistintamente para la música, tanto popular como cortesana.
Las diversas variantes en la construcción, la forma de utilización y sus posibilidades, (por ejemplo, de rasguear y de puntear), se concretaron históricamente en un "instrumento único" que se popularizó durante el Renacimiento: el "laúd" (palabra de origen árabe y seguramente también el respectivo instrumento, llegado a España tiempo atrás), que fuera reemplazado más tarde por la vihuela. Ésta entró fuertemente en las cortes y gozó de tan breve como intenso éxito, no sólo para acompañar romances y canciones, sino para tocar elegantes piezas de baile de salón.
La vihuela, como antecesora de la guitarra que hoy conocemos, tuvo su momento de esplendor en ese mismo s.XVI, que fue también "siglo de oro" para la música vocal como instrumental. Todo su repertorio fue heredado por la guitarra, en el proceso por el cual la segunda desplazó y acabó sustituyendo a la primera.
La guitarra alcanzó las seis cuerdas, a diferencia de la vihuela, que poseía cuatro. Una quinta cuerda se había añadido a mitad del s.XVI y luego le fue incorporada la prima.
En 1856 el catalán Juan C. Amat escribió el primer tratado de guitarra, que por esos días ya había pasado a constituirse en el instrumento musical español por excelencia y recién a finales del s.XVIII logró popularizarse en Europa, logrando creciente difusión
La guitarra española adquirió predicamento gracias a los virtuosos ejecutantes de comienzos del s.XIX encabezados por Fernando Sor. El más sólido repertorio para guitarra nació con la creación de la escuela guitarrística del también español Fernando Tárrega ("el Chopin de la guitarra", 1854-1909) cuya labor llevó a un renovado interés al abrir nuevos campos para su ejecución técnica, a lo que se suma la creación de un sinnúmero de obras originales y de transcripciones de Bach a Albéniz o Granados, pasando por compositores románticos como Wagner.
Posteriormente un mayor tamaño y nuevos y más ricos recursos sonoros posibilitaron su aceptación en salas de concierto, sirviendo de inspiración a músicos tales como De Falla, Turina, Castelnuovo Tedesco, Moreno Torroba y Villalobos, entre otros.
A principios de nuestro siglo y luego de sufrir algún período previo de decadencia -en el cual permaneció arrinconada en el campo popular-, la necesidad de ser aceptada como instrumento de concierto fue observada por el español Andrés Segovia, quien dedicó a ello su extraordinario talento y esfuerzo, enriqueciendo su repertorio y realizando magníficas y muy numerosas transcripciones, además de estimular a los compositores contemporáneos a escribir nuevas obras para guitarra, demostrándoles las posibilidades reales del instrumento.
En cuanto a nuestras tierras, como consecuencia de la colonización española (s.XVII), arribaron a estos lugares muchos elementos que pasaron a formar parte de nuestro acervo cultural y artístico. Así llegó la guitarra que se adentró entre los criollos. Los gauchos la adoptaron rápidamente y tanto en la ciudad como en el campo pasó a constituirse en una especie de "instrumento musical nacional", con cultores a lo largo y ancho de la Patria.
La guitarra trajo con ella los ritmos musicales de la península. Sin embargo a este instrumento se debe en gran medida el origen de ritmos populares rioplatenses: tangos, milongas, cielitos, pericón, rancheras, etc.
También estuvo junto al nacimiento de guaranias o zambas, de cuecas o bossa-nova, de chacareras o valses peruanos, por citar solo algunas expresiones musicales de los países de nuestra región.
Pero no solamente se limitó a círculos populares y campesinos. Desde el siglo pasado la guitarra integra la plantilla de instrumentos disfrutables en conciertos, entre cuyas prestigiosas cuerdas clásicas se encuentran guitarristas compatriotas, reconocidos internacionalmente por su virtuosismo.
En nuestra sociedad la guitarra, independientemente de su tamaño o la calidad de su madera, su sonido o su diseño, ha estado presente y lo estará siempre, en territorios de todos los estratos sociales de la población. Así, pues, la veremos tanto en una reunión familiar en las orillas marginales de la capital, como en un recital privado en una lujosa residencia de la alta sociedad, en un teatro de nuestra principal avenida o en un modesto comercio de ramos generales de la campaña. La oiremos apoyada sobre las rodillas de un eximio ejecutante, hasta en los brazos de un payador que busca en los llanos acordes de la noche el espacio idóneo para improvisar su rima.
La guitarra es casi un símbolo patrio en nuestro país. Los poetas le han dedicado sus mejores versos y los autores sus obras maestras, los pintores la han hecho vivir en el color de sus telas y sus óleos. Y más.
Hoy, a pesar de que las cuerdas "ya no son las mismas", que el clavijero, en algunos casos, se presenta como una verdadera obra de arte de la talla, que algunas bocas de la tapa han adoptado formas ovoides y que en el mercado compiten instrumentos elaborados en el lejano oriente, igualmente la guitarra manifiesta aquella condición que nos lleva a parafrasear un dicho popular respecto de Carlos Gardel (cantor y guitarrista), por lo que "Cada día suena mejor...".

Ing. Teodoro R. Frejtman

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