En aquellos días de nuestros primeros pasos en la Facultad de Ingeniería, y mientras en nuestra habitación de estudio intentábamos descifrar algún enigmático teorema del álgebra o las leyes fundamentales de la gravitación universal, solíamos estar acompañados por la música de Astor Piazzola, que desde el disco nos acercaba su disidente bandoneón.
Muchas veces, también, mientras realizábamos en nuestra mesa de dibujo algún trazado de geometría, nos envolvía la "asordinada" voz de Amelita Baltar, transitando las tardecitas de una Buenos Aires, que tenían "ese qué se yo ... viste ?"...
Eran épocas de una vieja "Spica" que por las tardes nos acercaba un "Show del Minuto" de cinco horas unipersonales de duración, que Hugo Guerrero Martinheitz -peruano, periodista y parlanchín-, construía diariamente por LR3, Radio Belgrano.
Hermoso tiempo de estudiante que nos permitió disfrutar plenamente de todos aquellos acentos musicales y poéticos, detrás de los cuales descubrimos que estaba la magia creativa de Horacio Ferrer, un uruguayo declarado años más tarde Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y que fuera también alguna vez un aventajado estudiante de matemáticas en las aulas universitarias de nuestra Montevideo.
Letrista de Piazzola, jerarquizó con la autenticidad de sus versos desde la "Balada para mi Muerte" a la ópera-tango "María de Buenos Aires", pasando por "Viva el Tango", exitosas obras del acervo popular rioplatense.
Las paredes de un Café Tortoni, tradicional y único, le inspiraron voces y rimas ciudadanas, mientras
concretaba su radicación definitiva en la capital argentina, a fines de la década de los ´60, momentos en los que también tomaban vida los más célebres movimientos culturales y musicales de toda Latinoamérica.
Presidente de la bonaerense Academia Nacional del Tango, autor del "Romancero Canyengue", de "El Libro del Tango" y, más recientemente, de "El Siglo de Oro del Tango", Ferrer ha llegado con sus frases, sus verbos y su bohemia, hasta las Universidades de Oxford y de la Sorbona, reconociéndosele su indiscutible talento y su trayectoria como destacado historiador e investigador del ritmo del dos por cuatro.
En la porteña esquina de Corrientes y Callao existe una placa colocada a modo de merecido homenaje que reza: "Esquina Horacio Ferrer". Por otro lado, las ediciones de textos de Ferrer recalan junto a la Fragata Libertad en cada puerto visitado por el navío argentino, siendo distribuidas junto con el célebre Martín Fierro, difundiendo la obra de este distinguido creador compatriota, que ha poblado la cultura de nuestros pueblos de belleza y misterio, de sentimiento e imágenes, con estilo inconfundible.
Decir Horacio Ferrer es sustantivar nuestra música ciudadana, es bautizar un río de metáforas, es grabar un tramo de la vereda por la que transita el mapa de nuestra mejor identidad. |